"¡Harry!"
Con los ya conocidos temblores que vienen con cada uno de sus orgasmos, su cuerpo se remueve debajo del musculoso hombre que se deja caer sobre su cuerpo una vez termina dentro de él.
Respirando hondo, aprieta aún más a Harry en su pecho con la intención de no dejarle ir nunca. Sus piernas rodean sus caderas y el rizado besa dulcemente su cuello a la vez que expira ruidosamente ante el esfuerzo de las embestidas.
"N-nunca me cansaré de decirte lo mucho que me g-gusta hacerte el amor" Louis se ríe ante eso e intenta retirar sin éxito la cabeza del ojiverde de su cuello.
"Hacerte el amor" Tararea en sus rizos chocolate recién recortados hace unos días "Hace cinco minutos le decías follar"
Harry levanta su mirada y le observa algo agitado pero con un puchero que no se contiene a besar. Sería un delito no hacerlo.
"Perdón" Dice cómo si de verdad le hubiera ofendido. Sabe muy bien que disfruta de sus sucias palabras cuando lo hacen después de días de estar separados "Siempre es un poco sucio tenerte en cuatro todo para mí"
Louis traga y echa la cabeza hacia atrás, intentando no ponerse duro ante las palabras de su marido. Es algo difícil cuando con los años el hombre no hace más que mejorar en todos los aspectos.
Sus treinta y siete años parecen más bien veintisiete, aunque tal vez solo lo diga porque está irremediablemente enamorado del hombre y porque las notorias canas que pueblan su cabello le favorecen demasiado. En cualquier caso, es innegable el hecho de que el hombre tiene un físico bastante más trabajado que cuando se casaron hace cuatro años.
Se aficionó al yoga una vez que fue a probarlo con él a una de sus clases. Después de mucho insistir, el rizado aceptó y su vida pareció iluminarse ante la nueva actividad. Ahora mismo tiene debilidad por pilates, pues no se salta ni una clase y ya tiene un grupo de amigas en el gimnasio al que acude.
Louis no pudo evitar reírse cuando un hombre de casi metro noventa llegó a su casa en pantalones cortos y camiseta de tirantes, muy emocionado mostrando sus músculos y hablando sobre lo amables que eran las señoras de la clase de tarde.
Al principio se mostró tímido, al no considerarse un deporte muy varonil según la absurda sociedad. A Louis se le cayó el corazón al pensar que un hombre tan seguro como su esposo dudase de algo tan banal como eso y se avergonzara de hacer algo que le gusta.
Después de una sesión de mimos, palabras alentadoras y un poco de sexo para probar su punto de masculinidad; pilates y Harry siempre iban en la misma frase.
Por su parte, su vida no ha hecho más que mejorar.
Es, definitivamente, director del departamento de marketing de la multinacional que dirige el rizado.
El señor Wilson no dudó en recomendarle a él para sucederle en su puesto después de jubilarse hace dos años. Harry lo dudó mucho menos, pero él todavía se veía un poco niño para tanta responsabilidad.
Ahora, con treinta años, sabe que no debe infravalorarse nunca más.
Su vida, su trabajo y su familia es algo de lo que se enorgullece demasiado. Todo lo ha construido él con esfuerzo y mucho amor, por lo que no puede evitar que se le escape una sonrisa boba.
"¿Cariño?" Habla Harry en su pecho "¿Quieres otra ronda?" Louis no puede evitar reír. Está agotado, pero la sola imagen de su esposo dentro de él le provoca una nueva corriente de energía.
"No me importaría..."
Un sonido proveniente de la planta inferior los alerta y se miran con los ojos muy abiertos.
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Little work || l.s
Fanfiction"Hola, monstruitos". Como cada mañana desde hace un mes, dos pares de pequeños brazos le rodean el cuello, llenando de risas el vestíbulo de aquella oficina en la quinta planta situada en uno de los edificios centrales de la ciudad. "Lou" El diablil...