Harry aparca el coche al principio de la calle, sin querer aventurarse a no encontrar un hueco más adelante y quedarse dando vueltas por un rato; lo que implicaría llegar tarde a la cena y hacer esperar a su precioso chico.
Porque es suyo.
No de manera posesiva ni celosa, sino en el sentido de pertenencia que brota en su pecho cuando solo es capaz de pensar en una persona a su lado imaginándose en un evento, reunión familiar; o cuando ve algo de tonos azules, sin poder evitar compararlo con los orbes más intensos y bonitos que ha visto nunca.
Cuando necesita ser él el primero en saber todo lo bueno y lo malo que le pase, siendo también el primer testigo de las risas o los enfados del menor.
Simplemente, el pequeño hombre se ha convertido en todo lo que siempre quiso pero nunca tuvo. Quiere ser todo eso para él y más. Mucho más.
Se toca el bolsillo del abrigo color beige no muy gordo, pero lo suficiente para protegerle de la brisa otoñal que, siendo Londres, se comienza a notar cada vez más.
Debajo del largo abrigo lleva un polo blanco con el característico cocodrilo de Lacoste en el lado izquierdo de su pecho, combinado perfectamente con el vaquero azul oscuro que es algo más pegado a lo que suele llevar, pero le queda increíble. Palabras de su madre, no suyas.
Nota en el pequeño compartimento de la prenda una cajita y suspira al apretarla.
Llega al bloque de pisos y toca al portero, escuchando un sonido casi al instante que le da acceso al edificio. Sonríe para sí al pensar en un Louis emocionado por tenerlo en su casa.
Sube las escaleras y no hace falta llamar al timbre de la puerta, pues un hermoso chico le mira con los ojos brillosos y el cuerpo medio fuera del apartamento, girado en su dirección como si llevase mucho esperándole.
Está absolutamente espectacular.
Unos vaqueros blancos con una camisa azul que pega con sus ojos, acompañan a un rostro absolutamente radiante que le mira encantado con una sonrisa de oreja a oreja
Harry explota de felicidad y amor cada vez que lo ve de esa manera.
"Hola, bebé" Sabe el efecto que produce ese apodo en Louis desde la primera vez que lo utilizó, por lo que no es ninguna sorpresa verse con el cuello rodeado de unos delgados pero firmes brazos adornados con pequeños tatuajes, así como sentir unas piernas rodeando sus caderas.
Harry se ríe para rápidamente colocar sus palmas en sus muslos y dar pequeños besos en el cuello del pequeño cuerpo en sus brazos.
"Hola, cielo" Escucha a Louis decir cuando se separa para darle un beso simple pero fuerte, haciéndole apretar más fuerte las piernas que sujeta con ambas manos.
"Yo también me alegro de verte, pero hace apenas cinco horas que estuvimos juntos" Le sonríe divertido "¿Tanto me echabas de menos?"
"Siempre te echo de menos" Louis parece ignorar su burla y vuelve a unir sus labios intentado desenredar sus piernas, pero Harry lo sujeta más fuerte y sube sus manos a su trasero, andando hacia adentro de la casa cerrando la puerta sus espaldas.
"No, no, no" Le dice mordiéndole el labio inferior, haciendo que el ojiazul cierre los ojos respirando más entrecortadamente "Sí ya te has subido encima mío, no hay manera de que bajes en toda la noche" Louis parece débil ante sus palabras y toques suaves, por lo que se deja hacer mientras Harry entra a la cocina y lo coloca en uno de los pocos huecos que no están llenos de comida o utensilios varios.
"Por mucho que me guste," Comienza Louis al separarse de él y que Harry decida atacar su cuello en lugar de sus labios "no v-veo cómo vamos a comer si estoy en esta posición" Harry sonríe en su piel y se separa besando su mejilla y mandíbula.
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Little work || l.s
Fanfiction"Hola, monstruitos". Como cada mañana desde hace un mes, dos pares de pequeños brazos le rodean el cuello, llenando de risas el vestíbulo de aquella oficina en la quinta planta situada en uno de los edificios centrales de la ciudad. "Lou" El diablil...