Capítulo 20

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Algún día iba a pasar.

Su niña está ahí, con la cabeza inclinada hacia un lado y la confusión invadiendo su pequeño rostro. No sabe lo que está pensando en ese momento, viendo cómo sus manos siguen en la cintura de Louis y ambos la miran con caras de pánico pensando en el tiempo que haya podido estar su hija ahí. Harry de verdad espera que muy poco.

Tiene miedo, pero a la vez se siente algo aliviado.

Lleva algunos días pensando en su relación con Louis y cómo eso está afectando a toda su familia. En el mejor de los sentidos, por supuesto.

Louis lo había conquistado a él en poco tiempo, pero lo de su familia era de tiempo récord. Ya no solo por los niños, que están más que obsesionados con tener a Louis para ellos todo el tiempo, sino que su hermana y su madre también están absolutamente encantadas con el precioso castaño.

Louis ve a su madre muchísimo. Ya sea cuando vienen a comer los dos, cuando llevan a los niños al parque o al colegio e incluso sabe que ambos quedan a solas algunas veces para tomar café o hacer cualquier cosa que incluyen una de las tantas que tienen en común.

Lo de su hermana es más de lo mismo. Harry incluso había puesto algún puchero y sacado su carácter infantil cuando estaban viendo una película en el salón del menor y este se quedaba recostado en su pecho sin reaccionar a sus comentarios o besos en el cuello porque estaba entretenido chateando con Gemma.

No sabe cómo explicarlo, pero siente que Louis es completamente de la familia. Es el yerno, cuñado y novio que todo el mundo querría tener.

También el padre.

Pensar en eso siempre le da vértigo y un sentimiento de emoción y nervios en el pecho que hace que su corazón se acelere y su estómago se remueva hasta querer vomitar.

Es inevitable no haber pensado en eso multitud de veces cada vez que ve a Louis tratar con sus hijos. Es cautivador y adictivo observar su manera de hablarles, enseñarles, abrazarles y, en definitiva quererles tanto.

Literalmente actúa cómo su padre, el mejor de todos. Sin embargo, sabe que los niños no se lo pueden imaginar así, o a lo mejor lo hacen pero nunca lo han dicho. Después de todo no saben sobre la relación que tienen ambos, y ni siquiera sabe si ellos saben que eso es posible. Cree que son muy pequeños para que entiendan ciertas cosas.

Ahora mismo cree que quizás deba hablar con ellos. Sobre todo con su dulce princesa, que sufrió tan pequeña la pérdida de una madre y siempre ha sido lo suficientemente inteligente para no preguntar por ella una vez que se marchó. Le duele pensar que quizás sufre todo eso en silencio, sin atreverse a mencionarla y contarle cómo se siente.

Alex nunca ha tenido conciencia de tener madre, y tampoco nunca le ha preguntado el por qué. Sin embargo, supone que tarde o temprano surgirá esa charla y tendrá que afrontarla de la mejor manera.

Algo le dice que esa conversación está a la vuelta de la esquina, ante la inminente revelación de lo que es Louis y lo que será en su vida. Porque cada vez tiene más claro que eso no tiene fecha de caducidad y sería un tonto al pensar en dejarlo ir en algún momento.

El problema es que no ha tenido esa conversación con Louis.

Le da miedo que rechace tener una conexión más fuerte con los niños, aunque jamás le pediría que fuese la otra figura paterna de los hermanos. Sin embargo, es compresible que lo que desencadene ser su pareja venga con responsabilidades que Louis no quiera asumir. No es que tenga que hacerlo, pero no puede evitar sentir un halo de esperanza en que había una posibilidad de que todo eso fuera más allá.

Esta confundido y asustado de no ser capaz de llevar la situación de la mejor manera para todos. Para no dañar a las personas que más quiere en el mundo. Louis y sus hijos.

Little work || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora