"Tenemos que hablar"
La frase que lleva evitando escuchar toda la semana. Una semana de mierda, por cierto.
Después de la maravillosa noche que pasó con Louis el sábado, todo fue cuesta abajo.
Recuerda lo espectacular que fue besar a Louis las veces que quiso aquel día, y cómo sentía su corazón palpitar cada vez más rápido con cada cosa que el ojiazul le decía o cada vez que buscaba un beso u otra caricia.
Se quedó dormido en sus brazos, y tuvo que llevarle a duras penas a un Uber para volver a sus casas, y para su desgracia despertar al menor de su profundo sueño.
Llegó a casa sobre las cinco de la madrugada y todos estaban dormidos como era de suponer, por lo que evitó quedarse despierto mucho más tiempo para no hacer mucho ruido.
No sin antes escribirle un buenas noches a el dulce castaño, pues pensaba que las cosas entre ellos iban a avanzar mucho desde ese acontecimiento.
Parece ser que no.
Al día siguiente, se levantó con un dolor de cabeza impresionante y realmente agradeció que su madre se llevara a sus niños al parque esa mañana porque no tenía cuerpo para nada. Menos para recordar la noche anterior y rápidamente curar la resaca y cualquier malestar que tuviese.
Louis era mágico.
Se apuró a coger su teléfono, como el adolescente que no era y un mensaje sin contestación es lo único que aparecía en la conversación con el ojiazul.
No se alarmó, todavía no era muy tarde y suponía que estaría dormido. Suspiró con una sonrisa al recordar los sonidos que hacía Louis cuando dormía en el coche de vuelta, y se apegaba a él buscando algo más cómodo para acomodar su cabeza; algo que pareció ser su pecho.
Sus niños volvieron, comieron y hablaron sobre lo que hicieron anoche por ambas lados, sin dar demasiados detalles de su parte. Ni siquiera le contó nada a su madre, la que debería sospechar algo por su reacción nerviosa cuando Louis salió en la conversación.
Aunque más nervioso se puso cuando, en un intento de llamar la atención le mandó varios mensajes durante el día que no tuvieron respuesta. Ahí ya sus alarmas comenzaron a sonar y su mente le llevó al peor escenario posible.
Louis no quiso eso.
Tenía que haberlo sabido. Estaba borracho y ahora que lo recuerda seguro que estaba en su casa arrepintiéndose de ello, viendo como salida más fácil el no contestarle a los mensajes ni a la tímida llamada que se atrevió a hacer.
Nada.
El lunes se levantó más triste que el día anterior y, si bien tenía ganas de ver al ojiazul, no tenía el valor de pedirle una explicación y que esta fuera la que estuvo en su cabeza todo el fin de semana.
Decidió hacer lo que hacía siempre. Cara seria y sentimientos encerrados. Olvidaría todo y no vería más a Louis si eso era lo que él quería. Aunque esto le doliese en el alma.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
La teoría se la sabía, pero la práctica era lo más duro que había hecho en mucho tiempo.
El día acabó y se marchó a casa, después de apenas salir de su oficina un minuto y estar de un humor horrible, el cual Niall notó pero no reprochó ni preguntó por la causa. Se lo agradece.
En casa sus niños le dijeron que Louis había preguntado por él esta mañana, y a Harry casi se le sale el corazón ante esta confesión recuperando la esperanza que pensaba se había evaporado hace apenas veinticuatro horas.
ESTÁS LEYENDO
Little work || l.s
Fanfiction"Hola, monstruitos". Como cada mañana desde hace un mes, dos pares de pequeños brazos le rodean el cuello, llenando de risas el vestíbulo de aquella oficina en la quinta planta situada en uno de los edificios centrales de la ciudad. "Lou" El diablil...