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Me encaminé a la casa de Erick, una vez estuve ahí toqué el timbre y esperé a que él fuera a abrir.

Poco tiempo después una mujer abrió la puerta —Hola— saludó —¿Qué ocurre?
—¿Se encuentra Erick?— pregunté.

Ella asintió y giró la cabeza —Cariño, te buscan en la puerta— habló.

Eso si que había caído de sorpresa. Erick estaba con alguien. No debía culparlo, yo morí y él tenía que hacer su vida, tenía que enamorarse nuevamente y encontrar a alguien que lo amara intensamente como él a ella.

Erick bajó del segundo piso y se encaminó hasta donde yo me encontraba. —Hola, Clarís— saludó él —¿Pasó algo?

—Quiero hablar contigo y con Jun— dije seria —Son asuntos que me gustaría hablar en privado— miré a su mujer y luego a él.

—¿Jun ya sabe?— preguntó y yo negué —Entonces vamos a su casa y ahí hablamos— dijo y seguido miró a la mujer —Volveré pronto.

Salió de la casa y bajó los pequeños escalones. Se posicionó a mi lado y comenzamos a caminar en dirección a la casa de Jun.

—No sabía que estabas casado— dije mientras caminábamos.

Él me miró —Bueno, no era tan importante mencionarlo— dijo.

—Si que lo es, el matrimonio no se toma a la ligera— dije yo.

—Si— susurró.

Después de eso continuamos caminando y en un breve tiempo al fin llegamos a la casa de Jun. Él vivía solo así que ahí hablaríamos. Tocamos el timbre y enseguida él abrió la puerta. —¿Qué ocurre?— nos miró a ambos.

—Clarís quería hablar con nosotros.

—¿Sobre que?

—Preferiría hablarlo dentro— dije.

Él nos permitió el paso y luego Erick y yo entramos, fuimos hasta la sala y nos sentamos en los sofás.

—Y bien— habló Erick —¿Qué es lo qué pasa?

Inhalé aire y esperé un poco antes de soltarlo —Se que lo que escucharán a continuación será una locura, pero tienen que creerme— los mire a ambos —Soy Clarís Bruce.

Al decir eso ellos se miraron entre sí y comenzaron a reír —Por Dios. Clarís Bruce murió hace veinte años— dijo Erick con un poco de dificultad.

—Soy una infectada— dije seria, pero ellos continuaron riendo.

—¿Era para esto que nos necesitabas? ¿Para burlarte de nosotros y jugarnos esta broma?

—No miento— la seriedad aún estaba reflejada en mis palabras y mi rostro. —Tanto Alan como yo somos infectados.

—Los infectados no tienen la capacidad de poder razonar. No son capaces de hablar y mucho menos de mantenerse cuerdos frente a un humano no infectado.

—Si. Hay una forma de que me crean— me quité las gafas de sol, esas que impedían que los demás vieran el color extraño de mis ojos.

11.El color de ojos de los infectados es negro, pero el de nosotros (Alan y yo) es color plateado.


Ellos me miraron y dejaron de reír —Clarís Bruce murió hace treinta años, un lunes veinticuatro de marzo, alrededor de las cinco de la tarde, de un disparo en el cráneo. La bala que perforó el cráneo de Clarís le pertenecía a la revolver vieja de su padre. Clarís siempre la llevaba consigo porque era lo último que le quedaba de su padre, así como también siempre cargaba consigo el collar de su madre y la pulsera de su hermano mayor, Lucas.

Comencé a contar mi historia, nadie lo sabía, a excepción de Erick así que cuando me escucho hablar sobre ello puso un rostro sorprendido.

—¿Cómo es que tú sabes eso?

—Porque no hay nadie que conozca mejor a Clarís que la misma Clarís, ¿No lo crees, Idiota?

Erick se puso de pie y se acercó a mi —¿Cómo es que sigues con vida?— preguntó alterado y sacó de dentro de su bolsa un cuchillo pequeño —¡RESPONDE!— se abalanzó a mí y colocó el cuchillo en mi cuello.

—No lo se— dije segura, ya que lo que decía era verdad, no sabía cómo carajo aún seguía con vida ¿Quién era el responsable de haberme salvado. —Desperté de un largo sueño, siendo una infectada.

—¿Cómo es eso posible?— preguntó Jun —¿Qué un infectado pueda razonar?

—Alan y yo tenemos esa capacidad, es algo que los infectados comunes no poseen.

Erick aún me tenía sujeta, se encontraba bloqueado. Su rostro estaba triste y furioso, las lágrimas se acumulaban en sus ojos y trataba de retenerlas lo más que fuera posible. En poco tiempo se apartó de mi y salió de la casa de Jun.

—Espera— Jun trató de detenerlo, pero él quería estar solo. —¿Eso era todo lo que tenías que contar?

Negué con la cabeza —Para poder mantenernos cuerdos necesitamos alimentarnos de la proteína de la carne, en este caso de la carne animal— expliqué.

—¿Es por eso que te enlistaste al cuerpo de recolectores?— preguntó y yo afirmé asintiendo. —Pero la carne animal es incapaz de comerse— alegó.

—Ustedes morirán si la comen, pero nosotros necesitamos la proteína que su cuerpo produce, necesitamos alimentarnos de ella por lo menos una vez cada dos semanas.

Exhaló aire y se tocó la cara —Esto es algo increíble— me miró. —Ustedes dos son infectados, pero no son iguales al resto.

Asentí —Por eso pido autorización para que me permitas cazar animales y traerlos aquí.

—Pero eso levantará sospechas para todos— habló.

—Seré discreta.

—¿Por qué no simplemente sales con el y cazan su comida allá afuera?

—No quiero ponerlo en peligro.

—Esto es muy difícil y no soy yo el que toma ese tipo de decisiones.

—Erick se negará. Solo quiero que Alan lleve una vida normal aquí.

—Lo pensaré— se puso de pie, eso indicaba que ya era hora de que yo me fuera.
Me puse de pie y caminé detrás de él. Antes de salir de la casa me puse de nuevo las gafas y antes de irme me despedí del chico.

Regresé a casa y cuando llegué ahí, Erick se encontraba fuera, sentado en el primer escalón de la casa. Al verme se puso de pie y se acercó a mi —Quiero que se vallan— habló molesto —Son una amenaza para Pandora y no quiero poner en riesgo a los míos.

—No somos una amenaza— alegué. —Alan tiene que llevar una vida normal, ¿Entiendes?

—No— su enfado solo incrementó —¿Qué es ese chiquillo de ti como para que te preocupes así por él?

—Es mi hijo— hablé.

Tal vez no lo era, pero se había vuelto importante para mi. Tanto como un hijo.
—¿Tu hijo?— me miró —¿Con quien te revolcaste?

La molestia se reflejó en mi rostro y lo rodeé para poder entrar a la casa —No es asunto tuyo— abrí la puerta —Lo que haya hecho allá afuera no te incumbe— entré a la casa y cerré la puerta.

NACIÓN Z      [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora