025

13 1 0
                                    

CLARÍS

De nuevo, desperté en esta horrible habitación, a la que había jurado, jamás volver. Cómo era costumbre de aquel hombre. Me tenía atada y no tenía movilidad alguna.

En pocos minutos la puerta se abrió y él entró, al lado de mi hermano de laboratorio, el experimento número uno.

—De nuevo, te tengo en casa— sonrió y caminó hacia mi —¿Cómo te sientes con tu nuevo cuerpo?— cuestionó mientras se sentaba en el sillón que estaba al lado de la cama.

—¿Nuevo cuerpo?— pregunté tratando de mirarlo, pero no pude hacerlo.

—Mientras te encontrabas en el grupo H me tomé la libertad de hacer pequeñas modificaciones a mi pequeña hija— río y luego se puso de pie —Técnicamente te volví perfecta— sonrió y caminó de regreso —Libérala y tráela— ordenó al número uno.

Él caminó hasta mi y me liberó —Tiempo sin verte— dije con una sonrisa, no era por nada, pero mi hermano de laboratorio era alguien diferente de lo que aparentaba.

Él me dio una sonrisa y asintió. Era normal en él que no hablara, desde su nacimiento siempre había sido mudo y manejaba el lenguaje de señas a la perfección. Era un hombre, que al igual que yo, obedecía al científico loco en contra de su voluntad.

—Como verás— habló el científico —Antes de que tu maldita rebelión comenzara, te ordené que te deshicieras de esos débiles— me miró enfadado —Pero los dejaste libres y ahora no se en donde puedan estar— continuó su camino —Ahora ya no me importan, solo uno, claro— río —Tu hijo primogénito posee los mismos genes indestructibles que tú y tu hermano, pero como verás, escapó contigo y lo quiero de vuelta.

—¿Crees que voy a dártelo?— lo miré intimidante. —¿Olvidas lo que hice en el pasado? Puedo volver a hacerlo, si yo quiero.

E

l solo río —Ya no puedes hacer eso. Tu olvidas que estuviste sometida por mi en el grupo H.

—¿Qué?

—Bueno— el viejo se giró y se acercó a mi —Ahora ya no habrá problemas para cumplir mi tan añorado sueño— tocó mi cabello —¿Recuerdas lo que te dije en el pasado?— cuestionó —Nadie puede vencerme, ni mucho menos escapar de mi— se acercó a mi oído y susurró —Tienes que tener algo en claro, experimento número Cero— se separó de mí y se giró —No podrás vencerme, porque si tuvieras una posibilidad, ya me habrías matado en el pasado.

—Si cumpliré tu órdenes solo tengo una petición— caminé detrás de él y lo alcancé —Quiero ver a mi esposo— pedí.

—Temo que no estás en condiciones de pedir cosas— dijo firme —Fallaste en el pasado, ahora has perdido todos los privilegios que te di.

—Solo una vez, no tardaré— volví a pedir —Quiero asegurarme de que esté bien.
—Lo está, Cero.

—Por favor— supliqué.

—Solo un minuto y no tienes permitido tocarlo.

—Gracias— susurré aliviada.

—llévala ahí, experimento número uno— ordenó y mi hermano de laboratorio obedeció.

Era mentira que nadie podía vencerlo, en el pasado casi logro vencerlo, pero mi hermano de laboratorio me detuvo. No porque él se lo haya ordenado, sino que el hombre aún tenía cautivas a muchas personas importantes para él, en especial a su madre.

Matarlo era fácil, sin mi hermano de laboratorio, él no sería nadie, ni siquiera duraría un minuto en combate.

Caminamos hasta la celda en la que mi amado Alan se encontraba. Ordenó al custodio que abriera y el hombre asintió, tomó sus llaves y abrió la reja.

—Mi amor— traté de caminar hacia él, pero mi hermano de laboratorio me tomó el brazo y negó con la cabeza, después, disimuladamente miró detrás de mi, hacia el techo, en donde había una cámara de seguridad.

—¡Clarís!— él se encontraba atado y con poca movilidad —Me alegra verte al fin— frunció el ceño —Creí que habías muerto— sus ojos se empaparon de lágrimas, que pronto dejó caer.

—Perdón por volver tarde— sonreí —No puedo permanecer mucho tiempo aquí, solo quería verte de nuevo— mis ojos también se llenaron de lágrimas —Prometo que pronto te sacaré de aquí— limpié mis lágrimas —Solo espera un poco más, ¿Esta bien?—

—¿Cómo se encuentran nuestros hijos?— preguntó.

—Ellos están a salvo— sonreí —Los tengo en un lugar seguro, donde el viejo no puede tocarlos.

—Me alegra que así sea— sonrió.
—Debo irme— me giré —Voy a sacarte de aquí a como de lugar— dije decidida.
Durante el tiempo que pase ahí, observé que la seguridad de la celda no era mucha, podía sacar fácilmente a Alan y escapar.

Salí de la celda y luego mi hermano de laboratorio se acopló a mi paso —Tengo un plan— susurré acercándome un poco a su oído —Debes saber en donde se encuentra mi hijo Ben— lo miré y él asintió —Libéralo y te veré en la salida en— miré el reloj de su muñeca —Aproximad.amente diez minutos.

Él me miró con temor y preguntó a través de señas: ¿Qué pasará con mi madre? Estaba claro que su madre era lo más importante para él y no podía dejarla aquí, al lado de un hombre perverso como lo era el viejo —Yo me encargaré de liberarla— di una sonrisa y él asintió, me dio una sonrisa y se fue.

Inhalé y exhalé. Me quedé parada en mi lugar por varios segundos y luego me giré de vuelta. Estaba decidida a desafiar al viejo, tal vez él se daría cuenta de inmediato, pero él olvidaba que yo era aún más poderosa que él.

Llegué hasta la celda en la que se encontraba Alan y ataqué al hombre parado. Le mordí el cuello y le transmití el virus, en poco tiempo él se convertiría y atacaría al resto de custodios, eso me daría una ventaja inminente.

Robé las llaves y abrí la reja —Volví por ti— hablé y luego me acerqué rápidamente para poder liberarlo, una vez lo hice lo abracé. Por fin volvía a tener a mi amado Alan en mis brazos.

Tomé su mano y salimos de ese lugar, tal como predije, los demás custodios ya se encontraban en el suelo, a punto de perder su identidad. Liberé al resto de presos y cuando hallé a la madre del experimento número uno la llevé conmigo, al igual que mi pelotón de Pandora.

Una vez nos reunimos con el experimento número uno, volvimos a Pandora, abandonando el horrible lugar al que nos habían obligado a estar durante mucho tiempo.

NACIÓN Z      [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora