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—Manténganse dentro— dije mirando a todos los chicos que me acompañaban en el auto. Abrí la puerta y bajé.

—Espera, Cero— Ben bajó del auto también —Él es peligroso.

—Vuelve dentro— lo miré —No quiero que te lastimen— dije preocupada.

—Ya no pueden hacer más daño— caminó hasta posicionarse a mi lado, tomó mi mano, por ello lo miré y él a mi —No voy a dejarte sola, mamá— sonrió y volvió su vista al frente.

—¿Qué?— lo miré confundida —¿Cómo que madre?

—Es una larga historia, te la contaré cuando regresemos a Pandora— dijo sin despegar la vista del frente —Ahora tienes que saber que el hombre que está con el megáfono nos quiere muertos, sus hombre son poderosos, y más el número uno, como él lo llama.

—Podremos contra ellos.

—¿No lo sientes?— dijo manteniéndose alerta en todo momento —Todo su ejército está escondido en las casas de alrededor— dijo y volteé a ver a todas direcciones.

Efectivamente había innumerables hombres en distintos ángulos de la ciudad, algunos dentro de las casas, al lado de las ventanas, otros en los techos y unos más en los jardines, todos apuntando con sus armas a una sola dirección, a donde nos encontrábamos parados Ben y yo.

—¿Qué haremos?— pregunté en susurros.

—Temo que no hay nada por hacer— dijo apretando mi mano —Ahora harás lo que te digo— yo lo miré —Te abriremos paso y tú te irás.

Eso me hizo recordar el pasado, así que solo me mantuve en mi lugar —No voy a irme y abandonarlos, voy a protegerlos.
—No te hagas la heroína ahora y vete de una vez— volvió a susurrar. —No quiero perderte de nuevo, mamá.

—No vas a hacerlo, lo prometo— Sonreí.
—Ya basta de cursilerías— habló el hombre del megáfono, a través del mismo —Ahora lentamente van a moverse y venir a mi— miró dentro del auto —Y el chiquillo pelirrojo también va a venir, así que baja del auto ahora mismo.

La puerta fue abierta y Sam bajó del auto —Manténganse detrás de mi— dije al ver el peligro en el que nos encontrábamos.

—Muy bien, me alegra que cooperen conmigo— sonrío —Vengan ahora si no quieren que nada malo les pase a los que los acompañan.

No podía permitir que él nos llevara lejos del lugar al cual pertenecíamos realmente. Sam trato de caminar, pero lo detuve, interponiendo mi mano en su camino.

—No iremos con él— dije firme —Él no es dueño de nosotros y no puede decir que hacer o no— miré al hombre para desafiar su autoría.

El solo río —¿En serio crees eso?— bajo de la camioneta en la que se encontraba trepado y caminó rápidamente hacia nosotros —Yo soy tu dueño, proyecto experimental número cero. Yo fui quien te creo y yo puedo ordenarte hacer lo que desee— dijo eso cuando se posicionó enfrente mío —Y tú no puedes desafiar mis decisiones, así que justo ahora vendrán conmigo.

—Me rehúso.

—Bueno— se dio media vuelta —Si así lo quieres— alzó su mano y seguido un par de dardos sedantes se estamparon en mi cuerpo y, al parecer, también se estamparon en los cuerpos de Sam y Ben.

El efecto del tranquilizante actuó rápido, en poco tiempo mi vista ya se encontraba nublada y mi sistema dejaba de responder. Lentamente me agotaba y quedaba sin fuerzas, ya no era capaz de moverme y en un breve tiempo ya me encontraba en el suelo, derribada por el efecto del narcótico.

(…)

Los recuerdos comenzaron a inundar mi mente. Algo pasaba en mi interior, algo que me hacía ser capaz de recordar el pasado que ya había olvidado.

El pasado que me había dejado muchas heridas y que me alegraba de haber olvidado. Los recuerdos se amontonaron, entrando todos al mismo tiempo.

Pero por una parte me alegraba de haber vuelto a recordar, porque de no ser así jamás hubiera entendido el porqué Ben me llamó mamá o cuando fui madre por primera vez. Incluso me permitió recordar a la persona que se robó mi corazón y a la que le entregué mi vida.

Antes de volver a despertar me encontré con mi madre, en el mismo lugar de siempre, dentro de mi mente, sentada una al lado de la otra, sobre el sofá, mirando el canal repetitivo de la televisión.

Me alegra que al fin hayas logrado recordar lo que eres— mi madre volteó a mirarme, en serio no había cambiado nada en todo este tiempo.

—No logro entender ¿Qué haré con tanto poder en mis manos?

—Es sencillo— sonrió —Tienes que proteger a los que amas— volvió su vista al frente —Recuerda que el futuro depende de ti.

—Ya no se como sobrellevarlo— miré a la misma dirección que ella —Hubiera deseado no poder recordar nada del pasado.

—El pasado siempre estará ahí, Clarís.

—Jamás te pregunté ¿Por qué me sacaste de ese laboratorio?

—Ya debes saberlo— me miró —Eras una niña y las personas no nacieron para permanecer encerradas toda la vida. Tu debías salir y vivir una vida normal, como cualquier niña de tú edad.

—¿Por qué logró verte solo a ti en estos sueños?

—Eso no sé responderte. Supongo que estás en contacto con la persona más cercana a ti, a la persona que no querías dejar partir— se puso de pie —Ahora debes prometer que salvarás a todos de las garras de ese hombre.

—No se como hacerlo.

—Encontrarás la manera, sólo promete que lo harás.

—Lo prometo— sonreí para ella.

Perfecto. Esa es mi chica— dicho eso se desvaneció y yo solo seguí recordando el enorme pasado que me perseguía.

NACIÓN Z      [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora