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Hija mía— habló el hombre, la pequeña, quien jugaba con sus juguetes en el suelo, se puso de pie y corrió en la dirección a la que el hombre se encontraba. —Hoy te llevare a un lugar— la cargó en sus brazos y caminó con ella hacia la puerta —conocerás nuevos amigos, nuevas personas y te volverás más fuerte.

Por favor, suéltala— dijo la madre de la pequeña —No le hagas ningún daño a nuestra hija— pidió.

Pero no se lo haré, mujer— el hombre abrió la puerta —tu hija, nuestra hija, nos convertirá en los dominadores de este mundo, solo imagínalo— sonrió y salió de la casa —Te veré más tarde, cariño.

El hombre se dirigió a las instalaciones del grupo H y comenzó a hacer los experimentos necesarios para que Clarís fuera perfecta, para convertirla en el humano perfecto.

Clarís comenzó a vivir en ese lugar, desde que cumplió cuatro, su padre, Brian, la sometió a múltiples operaciones, inyectó múltiples medicamentos y un día, simplemente, su humano perfecto ya se encontraba echando raíces.

La niña tenía apenas nueve, pero para ese entonces ya se había convertido en el proyecto experimental número cero, en la mejor inversión del grupo H.

Su madre, quien no paró hasta encontrarla. La encontró un año después, cuando ella tenía diez. —Ven conmigo, cariño— la mujer había irrumpido en las instalaciones, tomó a su hija y huyó con ella.

Su madre ya había formado otra familia. Ella se había divorciado de Brian seis meses después de que su proyecto comenzara. Un año después conoció a Gabriel, el era viudo y tenía dos hijos. —A partir de ahora nosotros seremos tu nueva familia— dijo Gabriel, arrodillado frente a la niña.

Mamá— la niña la miró —¿Dónde está papá? Quiero volver con él.

—Temo que Brian ya no podrá cuidarte, cariño— la mujer se agachó a su altura y la miró —Brian te hizo mucho daño, pero con nosotros podrás olvidar todo eso— sonrió y tomó su mejilla.

Mamá— la niña volvió a llamarla —Yo te quiero— regaló una sonrisa.

También te quiero, cariño— la mujer le entregó un enorme abrazo —Por eso no dejaré que Brian te encuentre y te aparte de mi— susurró.

(…)

Clarís salió de la casa en la que Alan y el resto se encontraban. Ella aún se encontraba en un estado de trance, mientras que las heridas que su cuerpo tenía, sanaban lentamente.

—Mamá— Alan salió detrás de ella, pero Clarís no logró escucharlo, su propósito debía cumplirse —Espera, ¿A dónde vas?— la tomó del brazo para detenerla, pero solo logró obtener un golpe de parte de su madre.

Ella se giró y continuó caminando hacia donde la enorme puerta se encontraba. El resto solo la seguía por detrás, extrañándose de su comportamiento. Clarís abrió la puerta y salió. Los infectados que intentaban entrar se detuvieron y se mantuvieron estáticos, después, conforme Clarís avanzaba, ellos también lo hacían.

Su esposo salió tras ella, pero antes de eso fue detenido por Erick —Espera— susurró a lo bajo —Ellos pueden verte, es peligroso.

—Tranquilo— dijo, pero Alan, su hijo lo tomó del brazo para impedir su huida.
—El tiene razón, papá— dijo él —mi madre colapsara en cualquier momento y los infectados se volverán locos— dijo mirando la escena —no es la primera vez que esto sucede, ella los controla desde dentro de su subconsciente, cuando mi madre gaste la energía que le queda, colapsara y ellos volverán a ser los mismos infectados de siempre.

—¿Clarís puede ser la cura?— preguntó Erick.

—Técnicamente la sangre de mi madre contrarresta los síntomas, pero a ciencia cierta no hay una cura que elimine el virus.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Leí algunos documentos en el grupo H antes de escapar la última vez— dijo el muchacho —Todas las pruebas que hicieron con antídotos fracasaron. En conclusión, no hay cura— los miró.

—¿Qué hay de tus células? Pueden ser más compatibles con los humanos.

—No lo creo— Alan comenzó a caminar —Mis células son aún más dañinas que las de mi madre, cualquier contacto con mi sangre te contagiaría de inmediato.

—¿A dónde vas?— preguntó Ben.

—Por mamá, ella ya no resistirá más— dijo y corrió rápidamente, en dirección a donde Clarís había caído.

Volvió con ella y entraron de nuevo a Pandora, en donde el ejército de Pandora, ya había sometido al ejército del grupo H.

Llevaron a Clarís al hospital, en donde Alan intervino y curó sus heridas, ahora sanaban más lento y podía sentir que moría lentamente.

—¿Qué pasará con nuestra madre?— preguntó Ben a Alan.

—No lo se— respondió temeroso de lo peor —Ahora sus heridas no sanan correctamente, el loco le hizo algo malo, lo sé— susurró.

—Pero ¿Qué cosa pudo hacerle?

—Estando en el grupo H, ellos me hicieron pruebas demasiado crueles. Intentaban crear la cura o algún otro medicamento, no entendía por completo lo que hacían. Pero nuestra madre estuvo ahí, ella dijo que el loco había modificado su cuerpo para perfeccionarlo, supongo que esto es algún tipo de secuela.

—Entiendo— Ben se giró —Esperaré afuera— comenzó a caminar y salió de la habitación.

Alan permaneció un poco más, mirando lo lento que las heridas de su cuerpo, sanaban. —Recupérate pronto, por favor— susurró, soltó la mano de su madre y se puso de pie, después caminó hacia la puerta y salió de la habitación. —¿Dónde está el ejército del loco?— preguntó a su padre.

—¿Para qué quieres verlos?— preguntó.

—Solo un ajuste de cuentas— sonrió.

—Erick está interrogándolos ahora mismo— respondió su padre. —Se encuentran en el cuarto de interrogatorios.

—Bueno, te veo más tarde, papá— se despidió y tomó rumbo hacia donde se encontraba el resto.

Una vez ahí fue hasta donde tenían a los prisioneros y pidió permiso a Erick para que pudiera platicar a solas con el hombre que había dejado a cargo Brian. Erick accedió y ordenó al resto que saliera y los dejara solos.

Alan sabía que ese hombre, era un fiel hombre a Brian y que también era como su segundo al mando. Él tendría las respuestas suficientes para entender toda la situación.

NACIÓN Z      [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora