Capítulo 24

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Lisa, con mucho cuidado, cargó a la bebé ya cambiadita y le colocó  una manta. Se sentía llena de satisfacción de haber cambiado a su princesa con rotundo éxito. Cargándola en forma de cucharita, comenzó a darle besos en la corona de su cabeza, y pegándola a su pecho le tarareó bajito una hermosa melodía que para los oídos de Jennie era sumamente relajante, y tanto la pequeña Saeki como Jennie estaban quedándose dormidas. Lisa estaba tan absorta adorando a su bebé que por un momento alzó la vista y, para su sorpresa, los amores de su vida estaban en un profundo sueño. Un bostezo involuntario había salido de su boca, el cansancio se hacía presente, así que se acomodó con sumo cuidado en un sillón, abrazando a su bebé que seguía dormida plácidamente, y se quedó dormida casi de inmediato.

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Lisa despertó por unos ruidos dentro de la habitación, se asustó al no sentir a la pequeña Saeki en encima de su pecho.

—Está aquí conmigo —dijo Jennie mientras estaba amamantando a la bebé.

—¿Qué hora es? —preguntó Lisa somnolienta mientras se frotaba los ojos.

—Son las siete y treinta de la mañana —respondió Jennie tomando una cucharada de su avena con su mano libre.

—No puedo creer que me haya quedado dormida profundamente por tantas horas. Amor, lo siento —dijo Lisa con voz ronca y masajeando su nuca con los ojos cerrados

Jennie, desde la cama, observó detenidamente el rostro de su esposa con pequeñas bolsas moradas bajos sus ojos. Cuando Lisa abrió los ojos tenía una mirada avellana cansada, no iba a refutar el hecho que sólo había dormido poco o nada desde que nació la pequeña, y que tuvo que llamar una enfermera para que le ayudara mientras la tailandesa dormía en ese incómodo sofá. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió que  su hija soltó su pezón, Lisa de inmediato se incorporó robándole un beso a Jennie y cargando a la bebé para sacarle los gases.

—Puedes descansar un poco, me haré cargo de nuestra bebé, amor —dijo Lisa mientras le limpiaba la comisura de los labios a su hija con una toallita suave.

Un ruido muy bajito, lejos de ser un eructo, le indicó a Lisa que la bebé habia sacado los gases, y como toda mamá iba a cambiarla.

—Ya esta cambiada, amor —interrumpió Jennie con una sonrisa en el rostro.

La vista de ambas se dirigió a la puerta que había sonado luego de dos pequeños toques.

—Pase —dijo Jennie

—¡Buenos Días! Mamis, ¿podemos pasar? —preguntó Rosé un poco timida.

—Claro, Rosie —dijo Lisa con una sonrisa en el rostro.

Sin hacerse esperar, la neozelandesa pasó con dirección a Lisa seguida de Jiso. El rostro de ambas se iluminó muriendo de ternura al ver a la bebé blaquita con cabello negro y las mejillas rosadas.

—Aaaww ¡Qué cosita tan hermosa de tía! Es tan pequeñita —dijo rosé admirando a la bebé.

—Oiga, por si se preguntaban estoy bien —dijo Jennie en forma de queja.

—Yo igual —dijo Lisa uniéndose.

—Lo sabemos, Jendukie. Tanto la Dra Park y la enfermera Bing nos dio la información detallada. Bueno, es que hacerse pasar por la hermana de Jennie Kim tiene sus ventajas —dijo Jisoo divertida y sosteniendo una pequeña cesta con globos y cositas para la bebé que colocó cerca de la cama donde yacía Jennie.

—Oh, esto es para ti, presumo que no has comido nada —dijo Rosé entregándole un par de sándwiches y un vaso de jugo de fresas.

—Gracias, Rosie, eres un sol —dijo Lisa dándole un beso en la cabeza, a lo cual la rubia arrugó un poco la nariz.

—¿Quieres cargar a la bebé? —preguntó Jennie.

El rostro Rosé palideció, porque una cosa era verla y otra muy diferente era cargarla.

—E-e-es que-que me da un poquito de miedo, es tan pequeñita, ¿y si se me cae? —dijo un tanto nerviosa.

—¿Recuerdas cuando fuimos a realizar nuestras practicas al parque nacional, que asistimos el nacimiento de varios pandas? —preguntó Lisa, a lo que Rosé asintió.

—Pero igual tengo miedo, es que no es igual cargar bebés pandas que tener en mis brazos a mi sobrina.

—Solo tienes que colocar el brazo justo como lo tengo yo —indicó Lisa.

Cuatro pares de ojos miraban expectantes la situación, con mucho cuidado Rosé cargó a la bebé. Estaba tan emocionada que se le escaparon unas lágrimas.

—Perdón, es que me gana la emoción. Tener este pequeño cuerpo entre mis brazos hace que haya valido la pena hornear galletas con chispas de chocolates a media noche para consentir a esta hermosura.

Jisoo se acercó para abrazarla a un costado y dejarle un pequeño beso en la mejilla.

—Creo que todas estamos muy sensibles la mañana de hoy —dijo Jisoo en tono de broma, aunque a la vez se estaba secando una pequeña lágrima.

—No alcancé a ver la información de la bebé —dijo Rosé acariciando una de la manitas de la bebé con su dedo índice.

Jennie iba a responder, pero Lisa fue más rápida.

—Saeki Jane Manobal Kim, nació  el cuatro de noviembre a las once y cincuenta y nueve de la mañana, pesando un kilo y ochocientos cincuenta gramos —dijo orgullosa sentada al lado de su esposa, quien sonreía con los ojos cerrados confirmando la información y disfrutando de las caricias que le hacía su esposa en la cabeza.

—¿Fue muy doloroso el parto? —preguntó Jisoo, que ya era su turno y tenía en los brazos a la bebé.

—Solo recuerdo que me colocaron la epidural, de allí no recuerdo nada. Si me preguntas ahora, me duele como un infierno —dijo señalándose la parte baja de su abdomen—. Pero cuando tienes a tu bebé en brazos el dolor es lo de menos —finalizó Jennie.

Durante ese tiempo las cuatro se mantuvieron en la habitación charlando del cambio que habrá en la casa del matrimonio Manobal—Kim con la llegada de la bebé. Lisa salió un momento a buscar a la Dra Park quien le informó que todo estaba bien, tanto la pequeña como Jennie. La tailandesa escuchaba atentamente las indicaciones de que debía tomar su esposa.

—Ya puede retirarse a casa, aquí tiene la orden —dijo la Dra Park entregándole unas hojas firmadas y selladas por ella misma.

Al entrar a la habitación encontró a Jennie de pie terminando de vestirse con sumo cuidado, pudo divisar que la bebé también estaba vestida.

—¡Wow! A alguien no le gustan los hospitales —dijo Lisa un tanto asombrada.

—Lili, quiero que nos vayamos a casa, estamos listas —dijo Jennie antes de sentarse en la silla de ruedas.

Al llegar al estacionamiento las esperaba Jisoo dentro la camioneta. Al llegar, Lisa ayudó a Jennie a subirse, mientras que Rosé las escoltaba cargando a la pequeña Saeki, quien estaba plácidamente dormida.

—Ya que estamos todas aquí, es de mi agrado informarles que oficialmente este es el primer paseo de mi sobrina, así que no me hablen —finalizó Jisoo antes de colocarse sus lentes de sol, y las tres sonrieron levemente para no despertar a la bebé.

—Eres nuestra conductora designada, trata de conducir con cuidado, por favor —añadió Jennie.

—Creo que alguien se tomó el papel de tía muy enserio —exclamó Lisa por lo bajo, a lo que Jennie y ella rieron.

Ready For Love (JENLISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora