CAPITULO DOS

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Saeng empujó la moneda en la máquina tragamonedas sin pensar. Las casillas dando vueltas detrás de sus ojos cuando pulsó el botón, y por un momento, se perdió en una ráfaga de colores, en la emoción de que esta vez, tal vez ganaría.

No lo hizo, pero eso no lo detuvo de insertar la siguiente moneda, el zumbido y repiqueteo de las máquinas a su alrededor fuerte en sus oídos. A otros jugadores les encantaba el momento en que ganaban, el ruido metálico de monedas frescas que caían al fondo de la máquina. Saeng amaba el momento en el medio, cuando las casillas giraban y cualquier cosa podía pasar.

―Ya casi no tienes. ― Kyu Jong se inclinó hacia él, mirando la copa de monedas de Saeng. Kyu jugaba en la máquina tragamonedas al lado de la suya y debería haberse quedado allí. Eran amigos, pero Saeng no se sentía con ganas de compañía. Kyu Jong le había proporcionado algo de dinero, sin embargo, su parte del dinero de las propinas que habían conseguido en el café hoy.

―Podrías conseguirme algunas nuevas monedas, ― Saeng sugirió, mirando a su amigo.

Kyu Jong parecía preocupado. Siempre parecía preocupado últimamente. Era molesto.

―No soy tu fuente de ingresos, Saeng.― con eso, Kyu volvió a su propia máquina. Gracias a Dios. Pero él tenía razón. Saeng casi no tenía monedas. ¿Cuándo siquiera había sucedido eso?

―Joder, ― Saeng murmuró. Necesitaba una victoria.

― ¿Vas a pagar el alquiler de este mes? ― Kyu preguntó. Ellos estaban compartiendo alojamiento porque era más barato. A veces follaban también, porque era fácil y conveniente.

―No lo sé, ― Saeng dijo, no queriendo la distracción. Necesitaba enfocarse para ganar. No estaba seguro de que ayudaría, pero necesitaba enfocarse.

―Necesitas dejar de malgastar todo tu dinero aquí.

―Lo sé. ― Saeng lo despidió.

―En serio, Saeng.

―Cállate. Kyu suspiró tan fuerte que Saeng lo oyó por encima del ruido de las máquinas. Kyu amaba un buen efecto dramático. Saeng lo miró. Su amigo era guapo de una forma niño bonito.

No exactamente el tipo de Saeng, pero era lindo. Y realmente podía trabajar esos ojos de cachorro cuando quería. Saeng sentía como si estuviera pateando a un perro.

―Lo resolveré, ― Saeng dijo.

La cara de Kyu se iluminó. Saeng giró los ojos. Había sido engañado.

―Impresionante, ― Kyu dijo. ―Sabes, creo que puedo conseguirnos algo agradable para el fin de semana.

― ¿Oh? ― Kyu tenía toda la atención de Saeng ahora. Si él estaba ofreciendo un pase, eso era exactamente lo que Saeng necesitaba. Había pasado demasiado tiempo desde su última dosis. Si Kyu pagaba por ello, Saeng lo amaría por siempre. O al menos durante un par de días.

Kyu le sonrió en su especial forma de colegial. Nunca habrías esperado que estuviera hablando sobre drogas. Saeng le devolvió la sonrisa.

―Tenemos una cita, ― le dijo a kyu.

Kyu le sopló un beso a Saeng y luego se concentró de nuevo en su máquina tragamonedas. Saeng se sentía más ligero de lo que había estado antes. No había sentimientos reales entre él y Kyu, pero eso era lo que hacía a su amigo seguro.

Y a pesar de que Kyu no lo sostendría en su contra, Saeng no quería defraudarlo.

Una vez que la última moneda se había desvanecido en la máquina tragamonedas, para nunca ser vista de nuevo, Saeng agitó una mano para decir adiós y salió fuera del casino. La calle estaba oscura y lo suficientemente fría para que se pusiera su chaqueta antes de marcar el número en la tarjeta de negocios que le habían dado.

―Innuendo Inc., Kim Hyun Joong, ¿en qué puedo ayudarle?

El teléfono distorsionó la voz un poco, pero era el mismo profundo estruendo que Saeng recordaba del cementerio. ¿Cómo diablos Hyun Joong lograba decir el nombre de esa compañía sin reírse a carcajadas?

―Estoy seguro de que hay un número de maneras en que podrías ayudarme.
― Saeng no estaba seguro de por qué agregó su propia insinuación. Él estaba, de todos modos, seguro de que había un lugar especial en el infierno para gente como él.

―Oh, es Young Saeng,― Hyun Joong dijo.

―Saeng.

―Saengie.

Algo apretó en el pecho de Saeng. Nadie podía llamarlo así. Nadie vivo, de todas formas.

― ¿Quieres que cuelgue?

―Sólo te estoy molestando.

―No lo hagas.

―Está bien. Necesitamos hablar, Saeng.― Hyun Joong dijo el nombre deliberadamente, haciendo a Saeng fruncir el ceño. No era su culpa que sus padres le hubieran dado un nombre así. Sólo estaba tratando de trabajar alrededor de ello.

―Llamé. Así que habla.

― ¿Dónde estás? Quiero tener esta conversación en persona y en privado.

―Estoy en un casino.

― ¿Cuál?

―Snoqualmie.

―Perfecto. Estoy enviando un coche.

―Espera. ¿Un coche? ― Hyun joong le colgó antes de que Saeng pudiera lograr sacar plenamente la cuestión. Saeng miró a su teléfono con incredulidad.

Gente rica, esperando que todos sigan sus órdenes.

¿𝐒𝐎𝐘 𝐒𝐔 𝐑𝐄𝐌𝐏𝐋𝐀𝐙𝐎? /𝐇𝐘𝐔𝐍𝐒𝐀𝐄𝐍𝐆/𝐘𝐀𝐎𝐈/𝐒𝐒𝟓𝟎𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora