CAPITULO TREINTA y UNO

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La suave luz del sol despertó a Hyun Joong a la mañana siguiente. La habitación estaba más clara hora que la noche anterior, y la primera cosa que vio fue a Saeng. Una vista a la que podría acostumbrarse, si las cosas fueran diferentes. Saeng estaba acostado solo a unas pulgadas de él, pacíficamente en su bien merecido sueño. Líneas profundas estaban talladas debajo de sus ojos. Esta no era su primera noche mala. Saeng estaba tratando duro de mantenerse alejado de las drogas, y Hyun Joong no podía evitar sentirse orgulloso de él. Se habían quedado despiertos la mayor parte de la noche, pero valía la pena si al final Saeng conseguía algo de descanso. Si iba a continuar luchando, lo necesitaba. La respiración de Saeng era regular ahora. Cuando Hyun joong cerró sus ojos por un segundo, escuchándolo, casi lo llevó de vuelta a dormir.

No podía ser tarde de todos modos. Una rápida mirada a su reloj le dijo que apenas eran las seis de la mañana. No tenía que irse aún. El trabajo podía esperar otra hora o dos. ¿Pero qué ganaría al quedarse aquí? Había sido estúpido venir. Él era un riesgo para la salud de Saeng. No importaba cómo lo viera, no podían funcionar. Y, aun así, cuando recibió esa llamada, cuando había escuchado lo angustiado que sonaba Saeng, había dejado todo para venir aquí. Pero ya no había razón para quedarse. Sí tenía que irse tarde o temprano, bien podría hacerlo antes. Si era silencioso, quizás podía incluso escabullirse mientras Saeng estaba aún dormido. Evitar el doloroso adiós.

Como si Saeng leyera sus pensamientos, abrió sus ojos oscuros hacia él. Hyun Joong sostuvo su mirada, sintiéndose atrapado.

―Estás aquí, ― Saeng dijo. ―Pensé que quizás lo había soñado. Incapaz de decir nada, Hyun Joong simplemente negó con la cabeza. No era un sueño.

Saeng le sonrió, pero eso no borró la tristeza de sus ojos. Hyun joong quería besarlo o ponerlo entre sus brazos o chuparlo. Cualquier cosa que alejara esa mirada triste. ¿Pero cuál era el punto en realidad? Lo iba a herir de nuevo, de todos modos.

―Lo siento, ― Saeng dijo. ―Pero gracias. De verdad. Gracias.

Hyun Joong negó con la cabeza otra vez. No necesitaba que le diera las gracias. Había venido por sus propias egoístas razones: querer estar con Saeng, incluso si conocía todos los riesgos envueltos. Porque estando alejado de Saeng, se dio cuenta de algo que debería haber averiguado hace tiempo.

―Un centavo por tus pensamientos, ― Saeng dijo, buscando en su rostro como si tratara de leerlo. Saeng era bueno, pero no era telepático. No había manera de que pudiera adivinar lo que estaba en la mente de Hyun Joong en ese momento mientras miraba a Saeng. No si Hyun joong no le decía. Oh, qué demonios. Hyun Joong tomó una respiración profunda y alcanzó su celular. Tecleó,

¿𝘙𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘢𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘦 𝘥𝘪𝘫𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘣𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘰?

Saeng asintió.

𝘛𝘦 𝘷𝘦𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮í 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢.


Se sentía diferente también. Yakim y él eran amigos, mejores amigos, y quizás podrían haber sido más, pero no lo fueron. Saeng, sin embargo, tenía un agarre en su corazón que era francamente doloroso. Era el más dulce y más devastador tipo de dolor. Especialmente cuando le mostró el mensaje a Saeng, y el hombre que amaba lo miró y lloró.

Eso era. Eso era lo más que Hyun Joong podía aguantar antes de actuar. Acercó a Saeng y juntó sus labios. Saeng se abrió para el cómo su segunda naturaleza, y Hyun Joong rodó encima de él. Saeng sabía diferente a Yakim también. Como café demasiado dulce y azúcar y todo lo demás adictivo.

Y se sentía correcto debajo de él. No había otra palabra para describir lo que Hyun joong sintió cuando lo respiró y las hormonas se apoderaron de su cerebro -y otras partes del cuerpo.

―Detente, ― Saeng dijo entonces, rompiendo el beso y mirándolo fijamente. ―Vete. ― Cerró sus ojos. ―Por favor.

Hyun Joong se levantó lentamente, no confiando en su cuerpo para hacerlo bien cuando estaba atraído a Saeng como un pedazo de metal a un imán. Pero Saeng tenía razón. Tenían que parar eso.

―Adiós, ― Saeng dijo, aún con los ojos cerrados.

Hyun Joong se obligó a apartar la mirada y dejar la habitación antes de que alguno de ellos pudiera hacer algo que hiciera esto incluso más difícil. A pesar de que, para ser honestos, Hyun joong no podía imaginar que pudiera haber algo más difícil que dejar esa habitación, y a Saeng, atrás.



******



Al día siguiente, Hyun Joong tomó un descanso del trabajo aproximadamente a las tres de la tarde, tomó un café para llevar, y se dirigió al cementerio. Se había convertido en una clase de rutina los últimos días.

Morris pensó que le ayudaría a obtener un control; a Hyun Joong no le importaba. Morris pensaba que se estaba torturando, pero no lo estaba. De hecho, durante toda la semana nunca se sintió tan a gusto como lo hacía de pie en el cementerio, dejando un ramo de flores en la tumba de Yakim.

―Hey, amigo, ― dijo, mirando la lápida. ― ¿Cómo estás hoy? ― Hyun Joong preguntó. El clima estaba gris y nublado, y no había otra alma alrededor. Al menos no tan cerca que pudieran escuchar su conversación con su amigo. ―Yo estoy igual que siempre, todavía tratando de superar lo mío con tu hermano, ― dijo, y luego, sintiéndose estúpido, dejó de hablar. Yakim no podía contestarle de todos modos.

El sonido de pasos por detrás lo hizo darse la vuelta. Estaba a punto de decir algo a quien fuera que se había acercado, pero luego no tuvo más opción que mantener su boca cerrada.

―Morris dijo que te encontraría aquí, ― Saeng dijo, sosteniendo un manojo de flores. Otra diferencia entre los hermanos. Yakim siempre lo iba a dejar, pero parecía imposible deshacerse de Saeng. (Es que, son él uno para él otro)

No es que Hyun Joong quisiera hacerlo.

― ¿Viniste a traer flores? ― Saeng preguntó, señalando el ramo en la tumba.

Hyun Joong asintió.

Saeng se acercó y se arrodilló para poner su ramo al lado del de Hyun Joong.

―Nunca antes vine aquí, ― murmuró. ―No desde el funeral. ― Negó con la cabeza. ―Estoy realmente agradecido que vinieras la otra noche.

Se alejó de la tumba y se acercó a Hyun Joong. Hyun Joong quería sujetarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, Saeng vino a él por su cuenta. Se movió cerca hasta que Hyun Joong sintió la calidez que su cuerpo irradiaba. ¿Qué quieres? Hyun Joong casi lo dijo en voz alta. ¿Por qué se seguían haciendo esto?

― ¿Sabes, la carta que me escribiste? ― Saeng preguntó. ―No había una palabra acerca de cómo te sientes.

Hyun Joong parpadeó. ¿No había? Pero entonces, incluso si hubiera sido capaz de hablar, no habría encontrado las palabras para lo que sentía, estando de pie cerca de Saeng, queriendo tan malamente llevarlo a casa.

―Creo que lo descubrí de todos modos. ― Saeng continuó. ―No hay manera de que consiga que pagues por esa cirugía, ¿verdad? ― preguntó, su boca tan cerca que las palabras se sentían cálidas en la mejilla de Hyun Joong.

Hyun Joong negó con la cabeza de nuevo. ―Eso pensé. Eres un maldito bastardo obstinado, ¿sabes? ― Saeng se alejó de él, y Hyun Joong tuvo que obligarse a no alcanzarlo y mantenerlo en su lugar. Había un extraño brillo en los ojos de Saeng. ―Sabes que lo haría en un instante.

Hyun Joong tragó saliva. Lo sabía.

Saeng le sonrió.

―He decidido qué voy a hacer con el dinero que me diste.

La boca de Hyun joong se abrió. Casi habló antes de que pudiera recordarse no hacerlo.

𝘕𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘰.

Sacó su celular de su bolsillo y escribió un mensaje en la pantalla.

¿𝘌𝘴𝘵á𝘴 𝘭𝘰𝘤𝘰?

Mirándolo, la sonrisa de Saeng se hizo más amplia.

―Quizás. No necesito tu permiso, sabes, pero pensé en hacértelo saber. En caso de que quieras estar allí.

Hyun Joong vio a Saeng, atónito. Aunque pudiera hablar, no tenía palabras.

―Morris dijo que lo haría si pagaba, ― Saeng le dijo. ―Es mi elección. Y tú culpa por enseñarme que tienes que hacer que las cosas buenas sucedan. Voy a hacer que esto suceda. Voy a hacer que nosotros sucedamos. (Aprendiste bien)

Hyun Joong no sabía si era miedo o entusiasmo lo que tenía a su corazón latiendo tan rápido. Tal vez ambos. Pero si Saeng iba a hacer esto, sin importar qué, Hyun Joong iba a estar allí y tratar con las consecuencias. Las palabras que había tachado de la carta regresaron a él. Te amo. Aún no podía decirlo, y teclearlo en su teléfono arecía estúpido. Cuando Saeng despertara después de la cirugía exitosa, le diría entonces.

―Voy a hacer esto, ― Saeng dijo. ―Terminé de dejar que la vida me traté como una mierda. Voy a cambiar mi vida, y te quiero en ella. Quiero otra oportunidad.

Desprovisto de palabras, Hyun Joong simplemente agarró a Saeng y sostuvo al hombre cerca, donde pertenecía.

Una segunda oportunidad. Tal vez ambos podían tener una.

¿𝐒𝐎𝐘 𝐒𝐔 𝐑𝐄𝐌𝐏𝐋𝐀𝐙𝐎? /𝐇𝐘𝐔𝐍𝐒𝐀𝐄𝐍𝐆/𝐘𝐀𝐎𝐈/𝐒𝐒𝟓𝟎𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora