Capítulo 1

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Mis pasos resonaban por los pasillos de la universidad, se me había ocurrido la grandiosa idea de terminar un proyecto aquí y ahora, era la última en salir, al menos de mi clase, habían otro cuantos estudiantes por los pasillos, al menos no era la única a la que se le ocurría quedarse después de sus clases.

Paso mis manos por mi rostro, tratando de espantar el sueño que se está a apoderando de mi, yo Genevive Stuart, no había dormido más de dos horas y media, odio la vida universitaria pero amo lo que estoy estudiando.

Me detengo abruptamente al ver la torrencial lluvia que caía afuera, a pesar de estar acostumbrada a la lluvia por venir del continente, en el que llueve casi todo el año, me sigue sorprendiendo las veces que llueve en estas fechas.

Antes de salir, me aseguro que todo lo que no debe ser mojado, este bien cubierto, luego salgo del edificio. La lluvia no tarda mucho en comenzar a empaparme de pies a cabeza, camino rápidamente hacia la parada de buses, ya que el increíble amigo que tengo, no quizo mover su redondo culo de la cama.

Los autos pasan y pasan, creo que hay más autos que personas en esta ciudad. En lo que espero a que el semaforo cambie a verde, me dedico a observar a la gente que está cerca de mi. Rostros nuevos todos los días, los únicos rostro que se repiten en mi día a día, son de las personas que se ponen a vender en las esquinas.

El semáforo cambia a verde y cruzó con el tumulto de personas, la mayoría se va a unos estacionamientos que están cerca y el resto vamos a la parada de buses. Los cuales pasan y pasan, pero ninguno me sirve para llegar a mi destino, por lo que, luego de unos diez minutos, quedó completamente sola y empapada bajo la parada de buses.

Por qué estoy sólito, y no hay nadie aquí a mi lado.

Lo malo de esta parada, es que el techo, no existía en lo absoluto, por lo que el agua seguía mojandome. La gripa que me agarrara el día siguiente será una de las mejores, así podre faltar a la universidad y perderme medio semestre.

Mientras miraba mis pies, me cuestionaba cuanto me demoraría en llegar a la casa caminando, en bus está a quince minutos, caminando estará a treinta o cuarenta, más mojada no puedo estar, así que estoy en el punto culminante en la que caminar se vuelve opción.

Mi cabello castaño se pegaba a mi rostro y eso era un tanto molesto, pero no podía hacer nada, porque tanto mi cabello, como mi rostro estaban completamente empapados.

—¿Llevas mucho esperando?

Una voz resuena a mi lado y estoy tan concentrada en mis zapatilla, que ni siquiera levanto la vista para ver a la chica que está a mi lado. Su voz suena... Cortés, no dire que suena como si fuera la persona más sociable del mundo pero si es, cortés.

—Veinte minutos y depende de que bus me preguntes—Me agachó para abrochar mis zapatillas de mejor forma, esta decidido, voy a caminar.

—Treinta y cuatro.

Es el mismo bus que el mío, el treinta y cuatro, los buses y sus números me volvieron loca la primera semana, ya después me adapte de la mejor manera.

—Veinte minutos, veintiuno justo ahora—Me pongo de pie nuevamente—Así que, no se cuanto te toque esperar a ti.

Me volteo para verla y quedó paralizada, había visto a chicas lindas pero nadie así de linda.

Su piel es blanquecina, tiene ojos verdes y su cabello es negro, con la parte de abajo color blanco, su ropa es negra, de pies a cabeza, yo a su lado parezco el vómito de algún arcoiris. Su nariz es pequeña y respingada, sus ojos están delineados y quiero saber de donde es ese delineador que no se le corre por el agua, sus facciones se ven delicadas pero su gesto se ve gélido.

Bajo una tormenta. {✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora