Capítulo 17.

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Era mi cumpleaños, mamá estaba como loca yendo de un lado a otro, ordenando, mandando y regañandome. Porque según ella, no debía hacer nada y solo debía ver como ordenaban todo.

Ayudaba de vez en cuando, pero siempre terminaba regañada, así que me dejaron con la abuela, que cada vez que quería hacer algo, ella me daba con él bastón, era injusto, yo quería hacer algo y no me dejaban.

Abby ayudaba a mamá, parecían llevarse bien, Patrick es atento con ella, descubrí que los ramos de rosas que adornan la casa, son gracias a él y me gusta, se ve bien y mamá se ve feliz, que es lo que mas me importa, que mamá este feliz.

Patrick entra a la cocina, mira a mi abuela que está horneado mi pastel y a mi, de brazos cruzados y con el ceño fruncido.

—Vee, tu madre me dijo que habían cosas en el granero, ¿Me acompañas?, todos están ocupados.

Me pongo de pie rápidamente, la abuela me mira mal pero la ignoro completamente, camino con el novio de mamá a un lado, va en silencio por unos minutos.

—Gracias por permitirme ser parte de este día, Vee.

—Eres el novio de mi mamá, debo relacionarme contigo, porque eres parte de su vida—Levanto la cabeza para mirarlo—Aparte me caes bien.

Patrick suelta una risa y asiente, abro la puerta del granero y miró todo el interior.

—¿Te mando a buscar la caja de confeti?—Asiente con su sueño fruncido—Esta detrás de esa puerta, son al menos, dos cajas.

—¿Por qué tanto confeti?

—Tiene el lema de, mientras más se ensucia, mejor se pasa.

Sacude su cabeza divertido y se encamina hasta la puerta que le dije, mientras yo, me quedó apoyada en el marco de la entrada.

—Tu y Abby, hacen bonita pareja—Sonrió como idiota y miro mis manos—Me alegra ver como cada uno es feliz.

—¿Ya sabes sobre la historia del señor que me cuido hasta los cinco?—Lo veo salir con ambas cajas y me acerco para ayudarlo con una.

—Si, me lo contó, estuve a nada de ir a buscarlo para golpearlo.

—No malgastes tu tiempo en un cobarde.

—Lo mismo me dijo tu madre, solo que con más insultos.

—Es su forma de botar estrés, insultarlo es parte de su rutina.

—Ya veo—Suelta una risa nasal y suspira—Por un momento creí que debía comprarte un pony para agradarte.

—Ay si quiero el pony—Bromeó.

—Te lo daré, solo si me prometes venir mas seguido a Bibury—Me mira de reojo y asiento lentamente.

—Trato, vendré más seguido.

Ambos entramos a la casa, dejó la caja en una esquina y mamá se acerca a vernos mal, Patrick besa su frente y pasa por su lado, ella le jala la oreja.

—Ay, ay, mi oreja, mujer.

—Te llevaste a mí hija.

—No sabía dónde estaba el granero, ella sólo me guió y me ayudó a bajar la caja.

—Genevive...

—Me ordenaste no hacer nada mamá, solo lo acompañe, ya escuchaste—Mamá me mira mal, Patrick me guiña un ojo en complicidad.

—Ve a ducharte, Vee y no metan tanto ruido.

—Mamá...

—La abstinencia no les durará la semana, ya ve.

Bajo una tormenta. {✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora