•┈┈┈••✦Amores Cruzados✦••┈┈┈•

7

Sabía que esta cena sería aburrida desde que Namjoon le comentó que sería formal, pero asistió de todos modos por la insistencia de Hoseok sobre hacer algo más aparte de estar encerrado en su casa y la verdad, es que amaba la privacidad de su hogar; no solo follaba con él, sino que también disfrutaban de su patio trasero por el pesado verano, pero al parecer eso no era suficiente para el periodista que llevaba su relación de solo sexo a algo más, creyendo que él no se daba cuenta de eso. De todos modos, no quería romperle el corazón; Jung Hoseok era una dulzura fuera, y dentro de la cama, por lo que lastimarlo no era algo que planeaba.
De igual modo le parecía tonto hacer una cena con otros escritores como él: creía que era una excusa de Namjoon solo para disfrutar la noche, porque nadie haría negocios y nadie querría hacer colaboraciones con él... Un escritor erótico.

Metió la mano dentro del bolsillo de su saco por dentro para sacar su móvil, dando un suspiro pesado al ver que era temprano y estaría allí por largo tiempo— Genial... —Hoseok estaba a su lado después de estacionar el coche, ya que no quiso ir en la motocicleta del azabache si lucían formalmente— Espero que esto acabe pronto.

— Vamos, solo comparte la noche con tus compañeros y conmigo... —le acarició la espalda antes de entrar al restaurante, dándose cuenta que su escritor no tenía muchos ánimos de estar ahí.

— Tú estás aquí para informarte de los demás, ¿verdad? Periodista chismoso.

— Tengo que sacar nuevas noticias. —sonrió dulcemente— Pero no diré nada de tí, Yoon... —tenía ganas de darle un beso, pero para los ojos de los demás ellos eran amigos e incluso para Min; eso lo deprimía un poco, porque últimamente pensaba en él... De una manera distinta.

YoonGi acercó su mano hacia su corbata negra, quitando el nudo y terminar por quitársela bajo la atenta mirada de Hoseok cuando desabrochó algunos botones de su camisa blanca, dejando expuesto algo de su pecho, mientras la sonrisa coqueta comenzaba a formarse en su rostro; como si un cambio de personalidad lo carcomiera por completo cuando llegaron frente a los demás que lo veían con la envidia desbordando por sus ojos, pues... El mejor escritor entre ellos, había llegado. Lo saludaron con la hipocresía oculta, pero no se quedó atrás y respondió de igual modo, sin dejar de mantenerse como el sensual hombre que era, evitando a toda costa la mirada de advertencia que Namjoon le daba por si llegaba a ocurrir algo malo como la última vez que todos cenaron juntos. Todos tomaron asiento a excepción del jefe que miraba hacia la puerta de entrada aún de pie, lo cual lo dejó curioso hasta que supo el motivo.

— Es raro que Seokjin no viniera contigo. —mencionó, quitándose el saco después de tomar su móvil y ver las notificaciones de sus fanáticos por twitter.

— Fue a casa de su amigo antes de eso; vendrá con él.

— Genial, alguien más se aburrirá esta noche aparte de mi. —sonrió de lado, siendo codeado por Hoseok a su lado— Es decir, ¿por qué vendría a una cena donde hay cinco escritores de diferentes géneros literarios hablando solo de eso? Sería muy aburrido para él.

— Es un tema complicado. —solo pudo decir; no iba a exponer los problemas ajenos que tenía el amigo de su esposo y mucho menos frente a un periodista, y un escritor que podría usarlo para su beneficio literario.

Pasaron solo unos minutos y YoonGi ya se sentía agobiado; realmente odiaba estar rodeado de sus compañeros, por ese motivo siempre trabajaba en casa. Pero sus pensamientos negativos acabaron cuando Seokjin hizo presencia a un lado de Namjoon y detrás de él... Estaba Jimin. No podría creerlo, ¿qué hacía Park Jimin allí? Vaya pregunta estúpida, pero la verdad es que nunca se le cruzó por la cabeza que ellos fueran amigos y ahí otro pensamiento absurdo, porque él no tenía por qué saber algo así.
Cuando Jimin lo miró le sonrió enseguida y eso lo puso nervioso; el rubio estaba tan bonito esa noche que era inevitable no verlo. Pero lo que más le sorprendió, es que fuera hasta él para saludarlo con un beso... Como lo hizo la semana pasada en las afueras del Departamento. Eso no le había gustado a Hoseok que lo vió perfectamente todo y sintió una amargura en su interior, siendo inevitable el acercar su mano hacia el hombro ancho del azabache que le brillaban los ojos por la belleza del recién llegado.