•┈┈┈••✦Amores Cruzados✦••┈┈┈•

23

El escritor lo abrazó de nuevo por las piernas, sintiéndose tan feliz de que haya aceptado que creía que el corazón se le saldría del pecho y cuando Jimin acarició su cabello para llamar su atención logró despertarlo de sus pensamientos, en los planes que tenía en ese pequeño instante. Se observaron el uno al otro por unos largos segundos en los que Jimin se ruborizaba por el amor que se veían a través de los ojos de YoonGi y esa sonrisita que parecía tímida al querer salir; no podía creer que se emocionara por una cita y eso le hizo pensar que tal vez nunca había tenido una, sin embargo, se rió al creer algo tonto como eso; si el mayor había tenido amantes y sexo a loco, ¿por qué no una cita normal? Es absurdo, teniendo la edad que tenían.
En ese momento no se dió cuenta que YoonGi bajó su rostro para acomodarse entre sus piernas, sorprendiéndolo, comenzó a dejarle besos en los muslos y en ese instante volvió a sentir la excitación de antes. Su respiración volvió a ser desesperada, sus jadeos más profundos y la manera en la que observaba las marcas que el mayor le dejaba lo prendía aún más. Sabía que le dolería un poco al día siguiente, pero le gustaba sentir lo que nunca había sentido y experimentar demasiado con él, solo con él; creía que YoonGi iba a ser el hombre con el cual ninguna duda le quedaría y esperaba, que fuera así siempre.

— Uh, deja de jugar... —jadeó, queriendo tomar al mayor por las mejillas para besarlo, pero éste seguía besando, lamiendo y marcando sus muslos cerca de su zona para desesperarlo— Y-YoonGi, por favor...

— Si, me encanta que pidas lo que quieres... —susurró antes de lamer la longitud de su pene, haciéndolo gemir con desesperación y cerrar los ojos cuando lo tomó en su mano para bombearlo, estremeciéndolo.

— Y-YoonGi...

— ¿Ya quieres que te lo meta? ¿No sería eso demasiado rápido? —sonreía divertido, observando las expresiones de Jimin que disfrutaba de su masturbación y apretaba sus sábanas entre sus dedos, pero no le parecía suficiente— Espérame aquí; iré por condones y lubricante.

— E-Espera... —lo tomó del brazo cuando iba a levantarse, sintiéndose demasiado nervioso por decirlo, pero no quería que tardara tanto en busca de eso cuando ya... — En el cajón tengo condones y l-lubricante... Lo compré hace unos días. —confesó sumamente avergonzado por la expresión sorpresa del escritor y el como se cambió a una sonrisa burlona.
Cuando le soltó el brazo YoonGi recogió el lubricante con sabor de la mesita de noche, dándose cuenta que los condones venían con sabores y también con una flexibilidad que parecía que no lo tenias puesto; lo sabía y también sabía que son uno de los más caros— ¿Vas a quedarte ahí o qué? —preguntó ya totalmente apenado de haberle dicho; el hecho de que se quedara mirándolos lo avergonzaba más.

YoonGi lo observó con una dulce sonrisa que lo ponía más nervioso y se arrojó de nuevo a la cama para abrazarlo por la cintura, volviéndose cariñoso tan rápido que le latió fuerte el corazón; no sabía que además de ser tan rudo y dominante, el mayor podía ser así de amoroso. Pero la verdad es que... No le disgustaba esa faceta; quería seguir viendo esa parte de él, aunque sea por momentos. Se quedó en la misma posición mientras le acariciaba la espalda al mayor, sintiendo los repentinos besos en su pecho, poniéndose nervioso de nuevo y volviendo a sentirse excitado por la manera en la que lo trataba; era cuidadoso incluso si quería que lo rompa hasta el cansancio, pero no le molestaba de todas formas; le gustaba de cualquier manera si era Min YoonGi y el hecho de tenerlo solo a él en su mente le parecía rápido, tonto y absurdo... Pero no quería detenerse ahora.

— ¿Estás muy ansioso? —susurró sobre su pezón ya sensible y sintió una corriente en todo su cuerpo; solo con su voz, podía hacerle sentir que estaba en los cielos— ¿Debería apresurarme un poco? —lamió con suavidad, haciéndole cerrar los ojos con fuerza y que un calor golpeara su rostro— Dime lo que quieres, Jimin y lo haré por ti. —lo observó, sin dejar de jugar con su pezón ya rojizo, sonriendo en ese instante en que mordió levemente, sintiendo la presión de las manos del menor sobre sus hombros.