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Había pasado una semana desde que se mudó a casa de YoonGi con sus mascotas y la primera mañana fue un desastre debido a su nerviosismo por verlo solo en pantalón de pijama mientras se servía su café, el cabello negro totalmente alborotado y ojos pequeños que incluso así le hacían bajar la cabeza por tanta intensidad; el escritor se veía tan hermoso incluso recién levantado que le daba pena tener que levantarse al mismo horario, es por eso que esperaba un buen tiempo hasta verlo irse de la cocina para así desayunar tranquilamente sin que sus ojos se desviaran a la ancha espalda, brazos fuertes e increíble abdomen de ese tipo tan blanco como hoja de papel que despertaba más su apetito sexual. Dejando eso de lado, apreciaba que sus gatitos se hayan acostumbrado al ambiente de la casa y lo contentos que se veían al jugar en el jardín trasero de Min YoonGi; ellos amaban tener mucho espacio y solía embobarse tanto mientras los veía jugar que nunca se daba cuenta cuando el azabache aparecía por lo lejos, y lo admiraba a él en silencio, pensando estupideces como el ser una hermosa pareja admirando a sus preciosos felinos. Pensando en eso otra vez, recordaba las veces en las que llegó tarde cuando el restaurante solía llenarse demasiado y se encontraba al escritor dormido en su sofa con sus dos gatitos encima de él; eso le hizo sonreír tímidamente mientras bebía su taza de té hirviente, porque incluso esa noche, le había tomado un par de fotos antes de irse a dormir.

Se veía muy lindo... —susurró para si mismo, inclinando su cabeza hacia el costado mientras sostenía su mejilla con la palma de su mano, masticando ese pedazo de tostada con mermelada que compró hace días.

Y como si el pensarlo lo atrajera, YoonGi apareció por la cocina, esta vez portando ropa de salida y eso lo dejó algo asombrado al ser prendas claras cuando el azabache era mucho de los tonos oscuros. Lo siguió con la mirada, analizando cada movimiento, interesado en saber cómo se paseaba con tanta tranquilidad incluso si él estaba allí observando. El sirvió café en su taza llena de corazones rosas y eso accidentalmente le causó gracia, soltando una risa tan dulce que hizo latir fuertemente el corazón del hombre que le estaba dando la espalda al pensar que sería fácil fingir que no estaba ahí, porque ignorar su presencia había sido parte de sus días desde que llegó.

— Es una taza muy hermosa para un hombre como tú. —pronunció juguetón y es que era verdad, porque un hombre como YoonGi irradiaba tanta masculinidad, mucha rudeza para tener una taza de café como esa y nunca había notado detalladamente ese objeto hasta ahora.

— Mi sobrina me lo obsequió en mi cumpleaños. —confesó, siendo tan hermoso cuando lo observó con una dulce sonrisa al recordar a la pequeña hija de su hermano mayor y el hecho de que la extrañaba mucho desde que se fueron del país— ¿Dormiste bien?

— La verdad, es que siempre duermo como un bebé ahí, ¡la cama es bastante cómoda! —exclamó con tanta felicidad, poniéndose nervioso ante la sonrisa del azabache que se apoyó contra el mesón— ¿Por qué... Por qué te vestiste así? —cambió de tema al sentirse sumamente nervioso por su actitud, logrando que el mayor observara sus prendas unos segundos y pensó que su pregunta lo había embarrado más, que ahora estaba más nervioso que antes— E-Es que siempre usas ropa oscura y me parecía raro que estuvieras así..

— Cuando uso mi motocicleta mis prendas son oscuras y cuando uso mi auto, bueno... La ropa es clara; tengo esa costumbre desde que Hoseok me dió la idea. —aclaró, totalmente inocente de que había mencionado a su ex-pareja sexual.

— ¿Hoseok? —sintió un pinchazo en el pecho al escuchar el nombre de otro hombre, pero quería ignorar eso— ¿Es amigo tuyo?

— Uh, digamos que si.

Y solo dijo eso, dirigiéndose después a su sala de estar, dejando a Jimin con millones de preguntas a ese "digamos que si". No comprendía por qué estaba sintiendo ese malestar; fingía no saber que le jodía pensar que había otra persona, pero tal vez era pasado, sin embargo, sabía que ese hombre merodeaba a Min YoonGi al ser de su misma empresa, que ésta persona fue la que lo acompañó ese día de la cena y que lo observó a él como si lo detestara totalmente. No, no tenía por qué preguntar sobre Jung Hoseok; la vida íntima del escritor no era problema suyo o al menos eso quería pensar, porque todo su cuerpo se sentía tenso y el pinchazo en su cabeza estaba molestando tanto que comenzaba a abrumarse. Inconscientemente lo siguió, viéndolo apagar su laptop para guardarla en su funda y luego en su bolso, conectando miradas con él cuando sintió su presencia. Se quedó esperando a que algo dijera, pero Jimin se había quedado helado; ni él mismo entendía el por qué fue así, como si estuviera furioso a enfrentarlo y después quedarse callado como un tonto.

•┈┈┈••✦Amores Cruzados✦••┈┈┈•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora