•┈┈┈••✦Amores Cruzados✦••┈┈┈•

8

Jimin despertó en ese instante en que el timbre de su casa sonaba, y sonaba por toda la casa y cuando se levantó rápidamente sintió un mareo que lo volvió a sentar sobre la cama, junto a un dolor inmenso en su cabeza debido a todo el alcohol que había ingerido la noche anterior. Se dió cuenta que aún tenía la ropa de la cena, que apestaba demasiado y yacía totalmente desarreglado entre babas, y el cabello alborotado.
Decidió ir hacia la puerta cuando pudo dejar de sentir ese mareo, perplejo al ver al conserje del edificio con una gran sonrisa en el rostro mientras alzaba unas bolsa de compra. Con el ceño totalmente fruncido, decidió abrirle la puerta y de inmediato la bolsa le fue entregada, dándose cuenta que era un alimento recién hecho por lo cálido que se sentía y luego el vaso de café Starbucks que aquel hombre tenía en mano.

— El señor con el que vino anoche me pidió que se lo trajera hasta aquí. —cuando dijo eso los recuerdos lo abundaron y sintió un frío inmenso carcomerle la espina dorsal al saber que tal vez muchos de sus vecinos lo vieron subir con alguien más.

— Oye, espera... —dejó el desayuno sobre la mesa que tenía en el pasillo de su departamento, acercándose al conserje que se dió la vuelta después de darle un sorbo a su propio café Starbucks— ¿A-Alguien más sabe que vine con ese hombre anoche?

— Los de Seguridad y cámaras, aparte de mí. —Jimin sintió un alivio; al menos sus vecinos no— Pero descuide, joven Park. El señor Min ya los calló con dinero y en especial a mi, así que no se preocupe cuando venga su novio; no va a saberlo. —eso, en cierto modo le hizo sentir mal, pero terminó por asentir a lo que le dijo mientras lo veía irse de nuevo a trabajar.

Volvió a su casa después de un rato en el pasillo, observando la Cámara que yacía en el rincón del techo y sintiéndose muy avergonzado al ver que daba justo con la entrada de su departamento; recordar que estuvo frunciendo su cuerpo con el de YoonGi a un costado de su puerta logró ruborizarlo. No podía creer que fue capaz de besarse y tocarse con el amigo de su novio, pero lo que más loco lo dejaba era del por qué... Lo había disfrutado tanto.
Tomó la bolsa para ver su contenido, sintiendo su estómago rugir cuando esas donas brillaban dentro y las llevó al microondas para calentarlos un poco más, dándole un sorbo al vaso de café y darse cuenta que contenía crema; este era uno de sus desayunos favoritos cuando iba a la Universidad. Se quedó observando el vaso mientras pensaba en cómo YoonGi podía recordar algo así, algo tan simple como donas y café con crema; eso le hizo latir el corazón un poco más que de costumbre, porque algo como eso era demasiado dulce para él y el hecho de que le genere algo le daba miedo, le hacía sentir culpable.

— Deja de pensar en tonterías. —se dijo a si mismo, dejando de ver su vaso de café después de escuchar el microondas que le avisaba que sus donas ya estaban calientes. Las sacó con sumo cuidado, dejándolas sobre la isla de su cocina y observandolas mientras sus felinos acariciaban sus piernas con cariño— Bebés... —se agachó para acariciarlos, dándose cuenta que era la hora de su comidita, por lo que fue por la bolsa con ellos detrás maullando y dejó su alimento en sus respectivos platitos, poniéndose contento de solo verlos comer— Tan hermosos... —en el instante en que vió a Minie, su gatito negro, recordó cuando el azabache lo tuvo en brazos la primera vez que lo vió desde hace mucho tiempo y eso lo puso nervioso otra vez.

No quería pensar en YoonGi, pero desde que despertó no podía quitárselo de la cabeza, tampoco podía evitar ese pensamiento del por qué YoonGi lo había correspondido a su beso, sabiendo que era el novio de su amigo. Esto lo preocupaba aún más; no quería que ellos dejaran de tener su relación amistosa por su culpa, pero otra parte de él le decía que se atreviera, que indagara en la vida de Min YoonGi y en ese lado que insistentemente quería conocer, porque ese beso que le dió lo dejó anonado, lo dejó intrigado... Sobre qué más podría intentar para seducirlo.