13. El Héroe

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El traje era muy grande y muy pesado, era perfecto para pasar desapercibida y caminar por los pasillos del castillo...
...pero era imposible correr por mi vida con esa cosa puesta.

Además, el tonto Guardia Dorado podía teletransportarse muy rápido, era imposible escapar de él.

Volteé y abrí una puerta
Llegamos a un lugar repleto de objetos mágicos
Escuché sobre esta habitación en una clase.
Entre los objetos, reconocí "El Guantelete de Pulgar Verde", Willow me habló de él. Me dijo que lo usó una vez.
Es un guante con un gran poder que te permite crear cualquier tipo de planta que imagines, del tamaño y color que tu quieras.
Yo nunca, jamás había utilizado algo similar, ni si quiera sabía si funcionaría, después de todo, jamás había creado magia por mi cuenta...
...solo por medio de glifos.

Tomé el guante en cuanto lo vi.
Me tuve que quitar parte de la armadura... El casco, para ver mejor, la capa, para no tropezar y los guantes, para colocarme el Guantelete mágico...

Al hacerlo, escuché que el Guardia Dorado gritó algo, pero la verdad no entendí qué fue.
Sentí la magia correr por mis venas, y de pronto sabía exactamente qué hacer y cómo hacerlo.
En un instante, comencé a usar el Guantelete con naturalidad, debo admitir que... ¡Fue impresionante!

Las ramas y enredaderas salían del suelo y las paredes, atacando y distrayendo al Guardia para poder salir del castillo y advertir a los demás.
Pero claro, el chico también sabía pelear, y se defendió muy bien.

Todo fue... Ataque, Bloqueo...
...Bloqueo, Ataque...
Esquivo... Ataque... Ataque... Bloqueo...

Habían destellos de Luz y mil cosas quebrándose a nuestro alrededor, pero la verdad no me importó mucho. A él si.

Fue en ese momento, que el joven hizo una pausa imprevista en sus ataques, viéndome fijamente a través de su máscara, analizando mi cara, específicamente viendo mis cicatrices.
—Espera... ¿Qué? ¿Quién...?—

En ese momento, ni si quiera lo dejé hablar, logré atarlo lo suficiente y salí corriendo del lugar...
Intenté encontrar una salida, escondiéndome de un lugar a otro y no paseando libremente como antes.
Llegué a otra habitación, por accidente.

Una gran habitación llena de...
¿...abominaciones...?

Parecía una pequeña parte de algún futuro ejército.
Ejército que, convenientemente estaba apagado, pero de igual manera, la vibra de la habitación era espantosa. Sentía que en cualquier momento uno de esos monstruos iba a saltar sobre mi e intentar atacarme o algo por el estilo.

—...debo salir de aquí, debo salir de aquí...— Susurré para mi misma. Pasando por esa habitación, intentando llegar al otro lado y salir por una puerta que vi al otro extremo del lugar, quizás me acerque más a la salida.

—Claro, pero si piensas ir por ahí no llegarás a ningún lado—

—Gracia...aaaaAAAS— Me giré y vi al Guardia Dorado detrás de mi. Logró quitarme el guantelete y dejarme desarmada, me tomó del cuello y me sujetó firmemente contra el suelo. No podía si quiera moverme.

—Te haré unas cuantas preguntas y más te vale ser clara y directa con tus respuestas, niñita... ¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién te envió aquí?—

Creo que este tipo no es muy inteligente.
Está literalmente sosteniendo mi cuello contra el piso, no podía respirar, y por ende no podía hablar.
Aunque aún si pudiera, no respondería.
Solo logré hacer sonidos inaudibles para que comprendiera que debía dejar de apretarme tan fuerte... pero tomé ventaja y logré patearlo y empujarlo lejos de mi, robando en ese instante su bastón.
Tosí un par de veces y me recuperé, viendo cómo el Guardia caía hacia atrás y se tropezaba con una de las abominaciones, haciéndolo caer también y empujar a toda la fila del pequeño ejército como un efecto dominó.

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