44. El Laberinto

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—Esto es una mala broma... ¿Cierto?—

No había salida de aquel pintoresco lugar.
Las paredes eran demasiado altas, no había ventanas, ni puertas, ni objetos al alcance.
Solo un largo pasillo frente a mi que me obligaba a avanzar hacia el misterioso "laberinto"

Pronto una plataforma a mis pies que no había notado antes comenzó a subir, llevándome hacia arriba. Llevándome hacia el cielo... sobrepasando los muros, y permitiéndome ver el laberinto de una vista aérea. El Coleccionista rió de nuevo.

El Laberinto era un gran círculo, y en el centro había una gran esfera brillante...
Yo estaba en un extremo, al igual que mis amigos.
A todos nos elevaron a la misma altura.
Todos los que aparecieron en mi sueño.
Low, Ter, Junior, Skargus, Q...
Skyla, Lumity, Eric, Evan, California...

...y yo.

Todos tenían ese toque resplandeciente en sus atuendos, como si sus colores hubieran sido remarcados con pinturas fosforescentes.

Nadie dijo nada. No teníamos idea de si hablar era conveniente.
En las plataformas, a la derecha, tenía a Skyla.
La llamé con un susurro, —Skyla...— Pero no hubo respuesta, —¿Sky?—

No parecía escucharme.
Parecía... una muñeca o algo por el estilo.
A la izquierda, estaba Ter.
Sus ojos...— Ella también notó que Skyla no reaccionaba. Estaba parada ahí, viendo a la nada. Al igual que Evan y California, cada uno en su pequeña torre, —...No te escucha—

—¿Por qué? ¿Qué está sucediendo?—
Pregunté a Ter, quien a penas había notado los hilos dorados alrededor de sus muñecas.

No tengo idea—

—¡LAAAAAS REGLAS SON SIIIMPLES...!—
Gritó el Coleccionista. Quien se encontraba flotando en el centro de aquella arena, —¡Quien llegue al centro y tome la esfera... GANA!— El niño hizo que la esfera flotara hasta llegar a su mano, usándola como una pelota mágica. Pateándola y haciendo que baje de nuevo al centro, a la base principal.
Ese era nuestro objetivo. Llegar ahí.
Así ganas, pero... ¿Qué ocurre si pierdes?
No queríamos ni imaginarlo.

Esto es una locura... no quiero hacerlo...—
Susurré. Pensando en voz alta. Viendo al niñito flotar y decir las instrucciones.

Tenemos que hacerlo— Susurró Ter de regreso, viendo a todos los demás. Analizando a todos los demás, —Cree que somos sus juguetes... mira...— No me había percatado que había una marca en nuestras frentes, en las frentes de todos.
Una luna menguante, —...es magia— Había escuchado de los poderes del Coleccionista en libros y leyendas, y claro, en los relatos de las aventuras de mis originales y sus amigos...
Pero jamás pensé verla en acción. —Tenemos que seguirle el juego y llegar al centro—

—¿Y cómo se supone que haremos eso?—

—¡CORREDORES!— Su voz aturdía, era molesta en todos los sentidos, —¡En distintos lugares del laberinto hay obstáculos, y juguetes que serán útiles para acompañarlos en esta aventura! ¡Tengan cuidado, sean rápidos y ágiles!—

Al ver hacia abajo, al laberinto enorme frente a mi, noté a lo que se refería el Coleccionista.
Habían agujeros en el suelo... y trampas por todas partes. Habían cajas sorpresa, pelotas y cuerdas de brincar...
Si nuestras vidas no estuvieran en peligro, seguro disfrutaríamos del juego.
Pero en mi mente solo había una meta: Escapar

Debemos encontrar al resto... buscar una manera de vernos en el laberinto para llegar a la esfera al mismo tiempo. No podemos arriesgarnos a que alguien pierda— Dijo Ter.
Noté que intentaba memorizar los caminos del laberinto mientras podía verlo.

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