TOH-Fusiones

45. La Trampa del Orgullo

"El Ilusionista"
Bueno, al menos a uno de nosotros le estaba yendo bien. No se qué esperaba de él exactamente, no sé por qué tenía esperanza de que esta vez fuera diferente. Pero ahí estaba.

Kaizak Willmeri.

Salió de la nada, y se puso de pie a un lado del Coleccionista como si fuera su mano derecha, el niñito rió muy emocionado, —¡Excelente! ¡Tenemos un nuevo jugador!—

—No, no... ¡Espera!— Antes de que el chiquillo pudiera hacerle algo o meterlo al laberinto, Kaizak le detuvo, intentando parecer confiado, pero he aprendido a reconocer una mirada muerta de miedo por dentro, —Puedo... puedo hacer más cosas, ¡Puedo hacer trampas divertidas! Así... será más difícil llegar a la esfera... para... para ellos—

¿Es en serio?

Q notó que me detuve para sacar la cabeza y ver la escena un momento, viendo a Kai hablando con el Coleccionista. —¿Estás bien? ¿Lo conoces?—
No sabía qué decir al respecto.
Kai estaba escogiendo su bando con El Coleccionista que nos mantenía atrapados. Y además, estaba ofreciéndole sus servicios para complicarnos el laberinto.

—Algo así—

—¡UuuuUuUuUhhhhh! ¡Okay! ¡Trampa! ¡Trampa! ¡Trampa!—

El Coleccionista siguió animando a Kai, y no pude evitar arrepentirme de haberlo perdonado en la tierra. ¿Por qué le di una segunda oportunidad?
¿Por qué creí que sería diferente esta vez?

De pronto, las paredes del laberinto comenzaron a brillar en un tono azulado. Era la magia de Kai.
O "El Ilusionista" como ahora le llamaban.
Pronto, las risas ansiosas del Coleccionista por seguir viendo la carrera comenzaron a sonar como un eco, y el laberinto comenzó a cubrirse por una gran cúpula mágica, como si nos estuvieran atrapando en una gran burbuja. —¿Qué está pasando?— Me preguntó Q, como si yo casualmente supiera todas las respuestas.

—Debemos darnos prisa...— No podía pensar claramente. Tanta incertidumbre me hizo dudar de mis decisiones.
Quería correr, pero a la vez quedarme quieta e ingeniar algún tipo de plan, pero no podía concentrarme. Mi mente volaba, y Q solo me veía desesperado, jalándome del brazo.

—Entonces vámonos, ¿Qué esperas? Tenemos que irnos antes de que...— En cuanto la burbuja de ilusiones se cerró con un gran estruendo... aparecieron mil imágenes a nuestro alrededor.
Como si de recuerdos se tratara.

Era difícil reconocer lo que era real y lo que no.
De pronto, a la distancia, podíamos ver salones de Hexside, y pasillos del Castillo de Belos... Grandes Bosques y Habitaciones del Oasis... todo estaba desordenado, y aparecía y desaparecía, y cambiaba y se movía como una imagen parpadeante de una pantalla de televisión.

Sentí el tirón de Q de nuevo, y sin dudarlo, nos echamos a correr, —Solo, ignora todo lo que veas... Sigue corriendo, debemos encontrar la esfera...— Corríamos con una mano hacia al frente para no chocar contra alguna pared o caer en una trampa por confundirnos con las ilusiones.
Ahí vi el reflejo de una camiseta de un niño dentro del laberinto, su ropa tenía escrita el número 10, y también tenía los hilos en sus muñecas. Estaba corriendo incluso más rápido que nosotros.
—Q, Espera. ¡Mira! Es...— El niño se detuvo al escuchar mi voz, y se giró mientras buscaba la realidad entra la ilusión, —¡...Es Junior!—

Cuando mencioné su nombre, Q tiró de mi mano de nuevo, para seguir corriendo. Para alejarme de él.
Junior nos siguió, —¡Winter!—

—¡Hey, Q! ¿Qué te pasa? Tenemos que encontrar a los demás, y ahí esta Junior— Ambos forcejeamos. Yo para que Q me soltara, y Q para que lo siguiera y corriéramos lejos.