TOH-Fusiones

60. La Humanita

La reconocí en cuanto la vi.
Se sentía tan extraño, pues era casi de nuestra edad, ¿Qué serían...? ¿14... 15 años?
Lo mas raro era que se veía... normal.

Cuando creces escuchando relatos sobre "La Humana" y las atrocidades que ha hecho en tu hogar. Las vidas con las que ha terminado, los planes malévolos que ha llevado a cabo... nunca piensas en su versión antes de convertirse en un mounstro despreciable. La habíamos buscado sin parar desde el momento en que nos separamos, esa era nuestra misión, y ahora era una misión cumplida. Estaba viéndola tan fijamente que no me percaté que alguien mas estaba llamando mi nombre, —Skargus... ¡Hey! Deberíamos avisarle a los demás... ¿Me escuchas?—

—¿Huh?— Volví a mis sentidos, y vi al chico de camiseta roja a mi lado, ¿Eric se llamaba? La verdad no lo se, soy mala con los nombres.

—Yo iré por los demás, tú quédate aquí y asegúrate de que no vaya a ningún lado—

¿Qué no vaya a ningún lado?
La Humanita se veía paralizada en su lugar, a simple vista parecía estar muerta, pero no, Luz Noceda estaba viva, sentada en el suelo, con la mirada perdida en el atardecer.
Entre todos intentamos cubrir mas terreno de búsqueda dividiéndonos en parejas y a mi me tocó con el bardo enamorado.
No era detestable. Tener a Q como pareja hubiera sido mas estresante... o incluso a Junior. No dejaría de hablar y hablar sobre mil cosas que no entendería.
Y es que, aquí entre tu y yo, momento de confesión: No entiendo la mitad de lo que dice Junior en un día normal.
Es un inventor, un prodigio, su cerebro es mas grande que Él. No se si eso tiene sentido.
Probablemente no.
Pero a lo que voy es que... yo no soy como mi hermano, y no quiero que él sea como yo.
Somos un buen equipo... normalmente.
O al menos lo éramos... en el Oasis.
Entre más pensaba en Junior, noté que mi corazón latió más y más rápido, en mi cabeza repetía la escena en aquella pequeña prisión.
Escuchaba la súplica de Jun para que abriéramos la puerta, para que lo dejáramos entrar, para que la bestia no le hiciera daño...
Vi todo en primera fila... el zarpazo... la sangre... y cómo parecía que su alma se iba apagando lentamente frente a nosotros.
La impotencia de no poder hacer nada en ese momento me hicieron sentir fatal, y en cuanto logramos salir de la celda, lo primero que hice fue correr hacia él.
Siempre intenté protegerlo con lo poco que tenía. No era la mejor guerrera del Oasis, tampoco la más inteligente, ni la hermana más sabia... pero ahora, realmente me sentía como un fracaso.
No pude protegerlo, y la culpa me daba mil vueltas en la cabeza.

Fue algo que noté en la mirada cristalizada de Luz mientras mas me acercaba a ella. Tenía esa misma expresión en sus ojos, como si estuviera atorada en un recuerdo. Y aunque compartiéramos eso, ¿Qué se supone que deba hacer? No me corresponde hablar con esa chica, no me corresponde ser su terapeuta temporal cuando estoy igual de rota que ella.
Pero justo cuando estaba pensando en eso, Luz se percató de mi presencia. Escuchó mis pisadas y eso la sacó de sus pensamientos. Se defendió inmediatamente usando magia prohibida (Glifos)
No puedo culparla, era una adolescente asustada, quién sabe cuánto tiempo llevaba vagando sola, quién sabe cuántas cosas había visto, —Wow, wow, ¡Espera!— Esquivé sus ataques justo a tiempo. Al menos los entrenamientos diarios en el Oasis resultaron útiles. Pude haberla lastimado si quisiera, pero no quería, algo dentro de mi solo estaba cansada de todo esto y quería... no lo se... comer algo, no pelear con la Humanita. Logré neutralizarla con una técnica que Low me enseñó hace tiempo, y la detuve ahí, —Pensé que querías ir a casa— Dije inmediatamente.

Eso hizo que al menos dejara de patear e intentar liberarse, —¿Qué? ¿Q-Qué dijiste?—

—Sorpresa, Luz. Resulta que estamos del mismo lado—

—No lo entiendo, ¿Quién eres? ¿Y cómo sabes mi nombre?—

—Eres la Elegida, la Heroína que hemos estado esperando por siglos. La Leyenda cobrando vida, ¡Vas a salvar a nuestro mundo!—