38. Uno de Nosotros

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—¿Es en serio?—

—Los Cálculos no fallan—

—No, pero... no sé. Las fusiones fuimos creadas en Hexside, y el no... es decir- no...—

—¿Revistaste la calibración? ¿Estaba todo bien?— Preguntó Ter

—Si, lo hice. Una y otra, y otra vez... porque él me lo pidió. El Resultado es el mismo— Dijo Junior con toda seguridad.

Estaba en shock. No podía creerlo.
Pero, ¿Cómo?
¿Y por qué se enojó tanto?
¿Y a dónde se fue?

Eran demasiadas interrogantes en mi cabeza que iban y venían y exigían una respuesta.
Lo único que tenía claro era que quería ir con él, porque al parecer, de alguna manera, no tenía idea de que él mismo era uno de nosotros.

Hubo un gran silencio en el Oasis y, sin decir nada, me dirigí a la salida...

Low me siguió, —Winter, espera...— Me detuvo, pero, la verdad, si iba a intentar persuadirme a quedarme aquí sentada y esperar, no lo lograría, —...No puedes salir, es tiempo de ráfaga—

—Low...— Suspiré, —...Eric es mi amigo, no quiero dejarlo solo allá afuera— Y con esas palabras y la tensión en el aire, me dirigí fuera del Oasis.

Por alguna razón se me hizo más fácil salir que entrar. Subí por el mismo camino oscuro y frío de hace rato, intentando encontrar a mi compañero.
Ni si quiera sabía qué iba a decirle cuando lo encontrara, "¿Hola? ¿Cómo estás? ¿Oye, bienvenido al club de las fusiones?"

Las preguntas de las MeZklas me hizo darme cuenta que en realidad no sé nada sobre él, al menos no tanto como creía.

Llegué al exterior estando alerta por si veía o escuchaba algo.
Al bajar la mirada noté que había pisadas en la tierra, fue fácil distinguirlas... era la suela de ciertos tenis de una marca popular en la tierra, así que claramente no era de una MeZkla. Sabía que al seguir las huellas encontraría a Eric, así que eso hice.

Comencé a dibujar varios Glifos de luz en la tierra para iluminar el camino, para no perderme.

No tengo idea de cuánto tiempo estuve caminando... los minutos se transformaron en horas. Una parte de mi tenía esperanza de encontrar a alguien más de mis amigos, además de Eric. Solo debía mantener los ojos bien abiertos.

Al dar una vuelta, llegué a una zona terriblemente familiar. Un camino que solía tomar para ir a la escuela. Mi corazón se sintió muy pequeño, y con una chispa de valentía comencé a avanzar en esa dirección.

Allá, a la distancia...
Logré ver las ruinas de un edificio viejo y grande.
Era como si un meteorito hubiera caído sobre el hace varios años atrás. Me dolió tanto ver esa escena.

...Hexside

En el techo, logré alcanzar a ver la camiseta de cuadros rojos de Eric Newman.
No lo pensé dos veces, sabía que tenía que subir... de alguna manera.

Corrí directo a Hexisde, o al menos lo que quedaba.
El interior era como si hubiera estado atrapado en el tiempo... era el viejo Hexisde que recordaban mis hermanos, pero completamente deshabitado.
Ventanas rotas, casilleros saqueados.
Las salones vacíos, varias paredes con agujeros lo suficientemente grandes como para que los cruzara una persona.

Subí... subí... subí...
Me abrí paso entre los escombros, y finalmente llegué a la cima.
Asomé mi cabeza, el viento soplando suavemente en mi cara. Y lo vi.

—¿Por qué estás aquí?— Me preguntó Eric, sin si quiera verme. Estaba en la orilla del techo, viendo hacia abajo. Seguro me había visto caminar hacia Hexside para venir con él.

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