Prólogo

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Entro al consultorio médico con mi móvil en manos, aún no sé qué rayos estoy haciendo aquí, El Dr. Richard se ha comportado muy misterioso con esta visita.

¡Por Dios!

El tiempo que me hubiese ahorrado si me hubiese dado los estúpidos resultados de los exámenes por el teléfono como le pedí.

Ruedo los ojos al cielo mientras tomo asiento y envío un par de mensajes más que tengo pendientes.

-Hola doc...

Digo sin siquiera dignarme a levantar la vista de mi aparato.

El Dr. Richard se queda en silencio sin responder a mi saludo, no parece impaciente, pero sé que el hecho de que tengas las manos cruzadas sobre el escritorio y me mire fijamente significa que quiere que deje mi celular.

Termino lo que estaba escribiendo, plancho con mis manos mí ya perfecta falda, miro al señor de piel morena que está sentado en frente mío y carraspeo alto para darle a entender que ya tiene toda mi atención.

-¿Ha terminado?

-Pues en realidad no, tengo un par de llamadas muy importantes, que de hecho, estaría haciendo desde mi oficina si no fuera por su obstinada cabezota.

Sonrió y vuelvo a tomar mi celular, el Dr. Richard extiende su brazo y me lo quita de las manos.

-Me temo que tendré que quedarme con esto.

Frunzo el ceño notablemente

¿¡Pero que se ha creído este hombre!?

Me dispongo a objetar pero soy interrumpida antes de que las palabras salgan por mi boca.

-Srta. Torres, por favor, usted es una adulta – Pone el celular a un lado – Hablemos acerca de su salud ¿de acuerdo?

Me siento más derecha de lo que estoy en la silla, como si eso fuera posible, y mantengo mi actitud apacible para que termine con este drama.

-Bien, que sea rápido, tengo un montón de cosas por hacer – Digo mientras miro el reloj – he perdido mucho tiempo viniendo hasta aquí. Solo deme las pastillas, y que no den sueño, necesito estar despierta esta noche, tengo unos trabajos pendientes.

-Bueno, supongo que usted no se da por enterada.

¿De qué está hablando este viejo?

Dios, me tengo que ir.

Vuelvo a mirar mi reloj con impaciencia.

-Usted no está nada bien.

-¿Disculpe?

-Al fin tengo su atención Srta. Torres, vera usted...

¡Oh mierda!

A medida que las palabras salen de la boca del doctor menos escucho, no tengo idea de lo que me está hablando.

Esto no puede estar pasando, no a mí.

Simplemente complicado [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora