Savannah:
Hago un esfuerzo por abrir mis pesados parpados. Siento de inmediato la boca seca y comenzó a tentar a mí lado por un vaso de agua.
Unos delicados dedos tocan mis ojos con suavidad ayudándome a darme cuenta de que no estoy sola en el cuarto de hospital y yo con toda la voluntad posible despego mis pestañas para observar el dueño de ese cálido toca.
Mis ojos terminan de ceder y cuando miro a mi lado me quedo completamente plasmada. No sé qué pensar, mi mirada empieza a nublarse por los sentimientos que me provocar verla.
Siento felicidad y tristeza de tenerla aquí, conmigo.
Miro los hermosos ojos de la persona, que ahora noto que está tomando mi mano, y la aprieta de manera reconfortante, aquellos ojos que me sabía de memoria, aquellos que sabían decirme cuan enojada, feliz, decepcionada u orgullosa se encontraba su dueña con mis actos y cuando vi que estaban llenos de lágrimas algo se contrajo dentro de mí, haciendo que cada pedazo de mi corazón se desprendiera.
-No llores mamá - Mi voz suena rasposa. Apenas tengo fuerzas para intentar aclarármela – por favor, no lo hagas.
Junto a mi petición hicieron su aparición gruesas lágrimas en mis ojos que empezaron a deslizarse sin control por todo mi rostro.
-Mi niña preciosa.
Su voz se corta y se hace un largo silencio entre nosotras que parece durar horas. Y sé lo que está pensando, Dios, se lo que piensa.
Sé que se está culpando de que este tirada en esta cama con una grave enfermedad, porque eso hace mi madre, toma las responsabilidades que no le pertenece y las vuelve suyas.
-Lo siento tanto hija.
Baja la cabeza con vergüenza.
-No, mamá, nada de esto es tu culpa.
Tomo su mano para llamar su atención, ella levanta la cabeza con desdén y me mira con una liga de dolor y dulzura.
-Algo tuve que haber hecho mal para que prefirieses pasar por todo esto sola antes de contarme.
Mi corazón vuelve a contraerse con sus palabras. Es mi culpa que piense de esta manera.
-Mamá ¿recuerdas aquella vez que me prohibiste ir al parque pero me escape y fui de todas formas? – Mi madre seca sus lágrimas con un pañuelo que se encontraba en su mano libre y que hasta ahora no había notado - ¿Lo recuerdas?
Ella solo asiente, supongo que el nudo en la garganta que tiene no la deja emitir palabras.
-Yo también lo hago – intento sonreír, sin embargo se forma una pequeña mueca en mi cara – Te pasaste la tarde entera buscándome, con miedo de que me haya ocurrido algo y yo la estaba pasando en grande.
Mi madre dejo escapar una pequeña sonrisa que me hizo muy feliz. Sé que ese fue un horrible día para ella, pero que sonríe porque sabía lo mucho que me gustaba en esa época ir al parque.
-También recuerdo que cuando lograste encontrarme me subí a uno de los toboganes que habían cerca para esconderme y que no me encontraras – Seco mis lágrimas con el revés de mi mano – Dios, ¡tenia tanto miedo de que me reprendieras! Prefería vivir allí y pedir limosnas.
Ambas reímos, mientras ella con cariño comenzó a trazar círculos en mi mano cómo señal de nerviosismo.
-Ese día me caí intentando subir al tobogán lo más rápido que mis piernas me permitían y golpee mi cabeza – hice una pausa para observar su reacción, pero no hizo nada, solo se dedicó a mirar mi mano – perdí la conciencia y cuando desperté en el hospital lo único que recuerdo es haberte visto llorar tan fuerte y con tanto sentimiento que me prometí hacer todo bien de ahí adelante para que no tuvieras que llorar de nuevo por mí. Porque me dolía demasiado verte sufrir por mi culpa.
Hago una pausa nuevamente y aprieto mis ojos.
-Ya no sé cómo mantener esa promesa mamá. No sé cómo no hacerte sufrir por esto y eso me está matando.
Mi madre eleva su vista y cuando menos me doy cuenta ya se ha hecho un espacio en mi cama y me está abrazando con fuerza. Como si tuviera miedo de que me fuera a ir en este momento.
-Ya no tienes que seguir manteniendo esa promesa mi niña – toma mi cabeza y la coloca en su pecho de manera protectora, sin importarle el mar de mocos y lágrimas que estoy hecha y lo inmaculada que ella se encuentra – ahora soy yo la que tiene que cumplir una. Prometo que no te dejare sola, y que estaré contigo hasta el final. No porque sea mi deber como madre, sino, porque te amo.
Me abraza con mucha más firmeza, y yo me permito llorar en su cálido pecho.
-Te amo tanto bebe. Aquí estoy para ti. Siempre.
Siento mis ojos arder. Mamá empieza un lento recorrido con sus manos por mi pelo suelto y comienza a tararear una canción de cuna. Aquella que me cantaba cuando me despertaba en las noches con miedo a la pesadilla que había tenido.
De un momento a otro su voz se escucha más lejos. Intento concentrarme para escucharla tan clara como hace unos momentos, pero nada funciona.
Empuño mis ojos con temor a que se vaya y deje de reconfortarme como solo ella sabe hacerlo, pero no puedo evitar dejar de sentir sus brazos.
No mamá, no quiero que te vayas ahora, te necesito.
Mi llanto, que hace un rato se había calmado con su canto arrullador vuelve con mas intensidad y sin poder hacer nada, abro los ojos y me doy cuenta de que todo ha sido un sueño.
Una lágrima de angustia corre mi mejilla y en el momento en el que voy a limpiarla unos dedos lo hace por mí, miro a la persona que se encuentra a mi lado y quedo completamente sorprendida.
Esto sí que no lo esperaba.
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Simplemente complicado [En corrección]
RomanceSavannah Torres es una mujer orgullosamente latina, fuerte, independiente y con una familia que la adora, su trabajo siempre fue lo primero para ella, sin embargo, tras descubrir que le queda poco tiempo de vida todo su mundo se rompe en mil pedazo...