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Hola!

Publico hoy porque mañana no tendré tiempo de hacerlo.

So, enjoy it!



Chanyeol había dicho que no podía quedarme en su celda, por muy solo que estuviera, ya que eso despertaría nuevas dudas en todos. No me entusiasmó la idea de tener que irme a un piso diferente, con una persona desconocida y peligrosa. ¡A saber lo que sería capaz de hacerme mientras dormía! No obstante, ya había intentado convencer a Chanyeol de lo contrario y no hubo cómo.

El lugar no parecía tan horrible, considerando que el inquilino número uno lo mantenía limpio y con las cosas en su lugar. Entré con paso temeroso, mirando a cada rincón como si allí fuera emerger un monstruo que me despedazaría. La primera cama estaba ya ocupada, o eso me pareció pues tenía un libro viejo y deshojado sobre ella. Supongo que solo me quedaba la de arriba, lo que era considerablemente mejor. Sería como mi guardia. Empecé a trepar la escalera cuando de pronto un silbido me heló la sangre.

—Si me enseñas el culo así todos los días, quizás te deje vivir.

Era una voz gruesa, pero tétrica me dejó petrificado, sin ánimo de soltar palabra y con muy poca movilidad en el cuerpo.

Tal vez pasé mucho tiempo en la misma posición y sin decir nada que él me insistió:

—Hey, trasero gordo, mírame.

No sonó molesto, pero no iba a esperar que lo estuviera. Bajé por la chirriante escalera de hierro y me di vuelta. El hombre era poco agraciado, de estatura algo baja, ojos muy juntos y labios delgados. Sin embargo, seguía siendo absurdamente intimidante.

—S-soy Baekhyun.

—Joon —contestó secamente.

—Un gusto —conseguí decir.

—Mi cama es la de abajo. No me moleste, no hables y no me mires si quieres vivir.

Aunque era una amenaza, su tono casi desinteresado solo me descolocó.

—Está bien.

—Ahora largo. Apestas. Ve a ducharte.

Le hubiera preguntado dónde, pero me abstuve de una golpiza.

Tomé una toalla, una pequeña barra de jabón y aquel feo uniforme gris. Los pasillos eran como un laberinto, todos iguales y-, ¡pero tenían letreros! Uno de ellos decía duchas. Fue muy feliz en ese momento.

Mientras entraba y me daba cuenta de la realidad, comencé a arrepentirme de todo, desde haber nacido, hasta de no haber golpeado a Seunghyun.

Los hombres dentro de ese lugar lleno de vapor estaban desnudos y no se inmutaban de ellos. Gordos o flacos, altos o bajos, dotados o no. A nadie parecía importarle. Bueno, a mí sí.

Lo peor no era eso, sino las miradas que acarreé. ¿Acaso me reconocieron como la nueva presa? ¡Estaba acabado!

Algunos silbaron, otros soltaron groserías, y unos pocos incluso se tocaron. A paso rápido me dirigí a unos de los cubículos que para mi mala suerte no tenía ni un intento de puerta o cortina.

Si mi madre me viera aquí, me abofetearía por estúpido.

—Hey, cosita —llamó alguien e intenté fingir que no había sido a mí—, ¿quieres que te frote las nalgas?

Unas largas carcajadas resonaron.

Me sentí atrapado, como un gato acorralado contra una pared enorme.

SIN SALIDA (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora