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Había sido un largo día metido en los libros de la biblioteca. No había visto a Chanyeol desde hace un par de días, pero supe que el fiscal que llevaba nuestros casos había tenido un accidente de auto. Accidente. No que la palabra me convenciera. Supe por Hyunjin que el hombre estaba inconsciente en el hospital. La expresión correcta era en coma. Tenía fracturas en brazos y piernas y, según comentó otro de los matones de Chanyeol, era un verdadero milagro que no haya muerto. Yo, sin embargo, no supe si esa era la intención inicial o simplemente sacarlo del caso.

Como fuera, un nuevo fiscal entró en funciones unas horas más tarde del accidente. Y Chanyeol había solicitado ya una pequeña audiencia con él para presentar las pruebas en contra de Seunghyun.

Terminada mi labor ahí en la biblioteca, fui directo a mi celda por mis utensilios para bañarme. Estaba demasiado cansado y hambriento, pero faltaba poco para que sirvieran la merienda en el comedor. Aunque la comida era terrible y de dudosa procedencia, era lo que tenía y no podía desperdiciarla.

En las duchas estuve solo, otra vez. Me había empezado a sentir solo estos últimos días. No tenía amigos ahí dentro, quizás Hyunjin era el más cercano a serlo, y a veces tampoco lo veía.

Chanyeol estaba demasiado ocupado y había empezado a verlo dos horas al día, con suerte. Mi corazón encaprichado se contraía al no verlo. En el comedor me encontraba mirando a todas partes con la ilusión de que apareciera, pero no ocurría. Hyunjin dijo que era porque estaba en el sótano. La forma en la que lo dijo fue tan simple como si yo supiera qué era o lo que se hacía en ese lugar. Negocios poco lícitos, supuse yo.

Al inicio me dejaba un par de notas con palabras dulces, a veces en la biblioteca y otras en mi celda; sin embargo, ahora no tenía nada.

Luego de ducharme fui al comedor esperando que Chanyeol no se saltara la comida como había venido haciendo. Me decepcionó encontrarme solo con los hombres que habitualmente me cuidaban, aunque tampoco estaba Hyunjin. Tomé mi bandeja de comida y fui hasta ellos. Los hombres, cuyos nombres creo que eran Siwon y Kyuhyun, eran muy silenciosos. El uno daba más miedo que el otro.

—¿No vendrá Chanyeol? —les pregunté.

—No, está en el sótano.

Y la respuesta se había vuelto un recurrente tan hastiante. Yo rodé los ojos.

—¿Qué tanto hace ahí?

Siwon me miró con una ceja elevada, como si estuviera burlándose de mí o conteniendo alguna grosería.

—Juega solitario —soltó Kyuhyun y luego una carcajada lo acompañó—. ¿Qué crees que está haciendo ahí?

Ambos se rieron y la verdad es que me sentí muy estúpido por la pregunta que se me ocurrió soltar.

—¿Acabará pronto?

—No lo sabemos —repuso Siwon—. Está arreglando algunos asuntos pendientes antes de salir.

Asentí. Yo quería una respuesta más nutrida, pero Siwon era un hombre que lanzaba frases escuetas a la espera de que el receptor las interpretara a conveniencia.

—Pero seguro que está divirtiéndose —soltó Kyuhyun con una sonrisa maliciosa.

Mis ojos se fijaron en él sin comprender, luego miré a Siwon quien parecía genuinamente molesto por la soltura de boca de su compañero.

—¿A qué te refieres?

—A que-

—Nada —interrumpió Siwon—. Cállate y come, Kyuhyun.

SIN SALIDA (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora