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AILA

Maxwell caminó hacia mí a paso lento pero seguro, su mirada feroz estaba puesta sobre mi tembloroso cuerpo y una sonrisa ladeada estaba presente en sus labios haciéndome maldecir en voz baja por lo malditamente sexy que lucía.

Me levanté de la cama con rapidez y traté de alejarme de él lo más que pudiera, no me gustaba la sensación que sentía en esos momentos, mi corazón no dejaba de latir apresuradamente en mi pecho y el hecho de que no era precisamente por el miedo fue lo que en realidad me asustó.

-¿Por qué huyes de mí, Aila?

-N-no te acerques, Maxwell, por favor

No pude evitar el tartamudeo que salió de mis labios, tampoco pude evitar el recorrer con la mirada el torso desnudo de Maxwell y la manera en que sus músculos se marcaban, suspiré aturdida por todas las sensaciones que él podía provocar en mí sin tan siquiera tocarme, su sola mirada bastaba para hacer mi cuerpo temblar y estremecerse en deseo y pasión, una pasión prohibida.

Maxwell dio unos pasos más hasta quedar frente a mí haciéndome retroceder un poco más, me sentía como una débil presa y sin duda alguna Maxwell era el cazador, mi espalda impactó contra la pared tras mía, haciéndome saber que no tenía escapatoria, al ver esto él sonrió aún más.

-¿Por qué no quieres que me acerque? - Preguntó mientras un puchero se formaba en sus labios -¿Tienes miedo de lo que te hago sentir, no es cierto?

-Tú a mí no me haces sentir nada, deja de decir tonterías y apártate que quiero irme

-¿De verdad no sientes nada?

-N-no

-¿Entonces porque te pones así?

Dijo terminando de acortar la distancia entre nuestros cuerpos, sus manos fueron a parar a mi cintura, dándole unas pequeñas caricias haciéndome estremecer, mi respiración se entrecortó aún más y pude ver el orgullo pintado en el rostro de Maxwell al ver lo que provocaba en mí, pero no podía evitarlo.

¡Malditas Hormonas!

-Porque me pones nerviosa -dije sincera.

-¿Te pongo nerviosa?

Su mirada salvaje me recorrió completa, podía ver el deseo reflejado en sus ojos haciéndome jadear en deseo, pero también traté de recuperar la cordura, no podía dejarme llevar por instintos primarios, no estaba bien.

¡Era mi maldito padre!

¡Por dios!

-No me mires así Maxwell, no puedes

-¿Por qué no?, estamos solos, nadie se va a enterar de lo que pase entre estas paredes, no tienes de que preocuparte

-Tú eres mi padre

Le recordé a él y de paso a mí misma.

-Exacto, soy tu padre -asintió -Se supone que no debería desearte como lo hago y sin embargo estoy aquí, deseando volver a besarte -su cercanía me hizo cerrar los ojos y suspirar -Necesito besarte

-No te atrevas

Dije en un susurro apenas audible, y sin siquiera quererlo también se escuchó muy seductor, sus manos trazando suaves caricias sobre mis caderas y nuestros labios solo separados por centímetros de distancia, me sentí tan impotente al tenerlo así de cerca, me sorprendió el hecho de encontrarme a mí misma deseando ese beso, sin embargo, sabía que estaba muy mal, no era correcto, Maxwell era mi padre y un mujeriego de lo peor, y yo no me podía permitir caer en sus redes.

-No puedo besar los mismos labios que una vez besaron a mí madre y mucho menos si esos labios son también los de mi padre, si lo hago -susurré casi sobre sus labios - ¿En qué clase de persona me convertiría eso?, mi madre se decepcionaría tanto de mí

Usando uno de mis brazos lo alejé de mí y aproveché para poder respirar un poco más tranquila al ya no sentir nuestros cuerpos tan unidos, por un momento me sentí ligeramente decepcionada, pero también muy aliviada, era lo mejor.

-¿Por qué demonios tienes que mencionar a Leahnor? -Su voz sonó dura - A mí no me importa lo que ella piense

Lo miré fijamente por unos segundos.

-Pero a mí sí, mi madre te odia porque eres un mujeriego de lo peor y la lastimaste demasiado cuando estaban juntos -mi voz se entrecortó un poco- Ella no quería que yo viniera a Inglaterra, tenía miedo en lo que me pudieras transformar

Maxwell me tomó fuertemente de ambos brazos haciéndome soltar un pequeño grito por la sorpresa, me pegó con fuerza a la pared, tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirarlo directamente a sus profundos ojos oscuros.

-Pues sí, Leahnor tiene razón en tenerme miedo porque soy lo peor para ti -susurró- Todo lo que ella te contó, es cierto y aun así -Hizo una pequeña pausa - Me deseas

Sin decir una palabra más me besó, sus labios eran tan deliciosos y expertos que me fue imposible alejarme y la verdad es que tan poco quería hacerlo, me besaba con tanta pasión que casi no podía seguirle el paso, sus manos traviesas manos se colaron por debajo de mí ancha blusa y me acarició el vientre suavemente, como deleitándose con mi cuerpo, haciéndome temblar, subió un poco más sus expertas manos hasta llegar a la altura de mis senos, hizo presión por sobre el sujetador y en ese momento me permití reaccionar y darme cuenta de la estupidez que estábamos haciendo.

Lo empujé con fuerza, hasta separarlo por completo de mí cuerpo y le di una fuerte cachetada que resonó en toda la habitación, él se llevó una mano al lugar del golpe y sonrío mirándome nuevamente, me sentí tan indignada y usada que me avergonzaba de mí misma.

¿Cómo había podido dejar que algo así sucediera?, otra vez.

-Estás loco. ¿Cómo tengo que decirte que no quiero que me beses?

-¿Por qué no? -preguntó tranquilamente.

-¡Eres mi maldito padre, Maxwell! -Alcé un poco la voz -A pesar de que no haya crecido a tu lado y que no te vea como una figura paterna ejemplar sigues siendo mi padre y eso no lo puedes cambiar

-No seas exagerada, no es como si nos fuéramos a casar, son solo unos simples besos sin importancia -sonrió con arrogancia -Unas simples muestras de cariño

Lo miré incrédula e indignada.

¿Cómo podía ser tan maldito?

¿Acaso no se daba cuenta de las consecuencias de lo que habíamos hecho?

-Te lo advierto Maxwell, no me vuelvas a besar en tu maldita vida o me vas a conocer de verdad

Sin decir una palabra más salí de su habitación, temblorosa y con la respiración agitada. Tomé rumbo hacia mi cuarto con paso apresurado, mi corazón no paraba de latir como un loco, tenía que aceptar que me gustó el beso, pero eso no cambiaba el hecho de que era mi padre y Maxwell parecía no querer entenderlo y la verdad es que yo sabía que sí seguía así, iba a lograr que se me olvidara a mí también.

Pasión & PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora