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AILA

La salida con los chicos se había tornado un poco/bastante incómoda para todos, pero en especial para mí, estar entre Donnan y Maxwell no había sido nada agradable para mí, pero logré sobrevivir la noche sin problemas, y justo en esos momentos estaba sola en la mansión, Maxwell había ido a trabajar y a Lillie no la había visto desde ayer, cuando se había ido a solas en el auto con Landon y la verdad es que tenía mucha curiosidad por saber que había pasado entre ellos. Landon era un buen hombre y Lillie era alguien muy sensible y cariñosa, así que me encantaría que una gran persona como Landon estuviera en su vida, ellos hacían linda pareja, de eso no me cabía la menor duda.

Me levanté de la cama y apagué el televisor, ya me había aburrido y tenía mucha hambre, por lo que bajé a la cocina y no había nadie, eso se me hizo muy raro, pues Lillie siempre estaba ahí, sin embargo, no le di importancia y me  dirigí a la nevera para sacar la jarra de jugo de naranja, me serví un poco en un vaso y me senté en una de las sillas de la cocina, me lo tomé con calma, pensando en todas las cosas que habían pasado en las últimas semanas, sin duda, mi vida había dado un giro radical, uno que no me esperaba en lo absoluto, había venido a Inglaterra para conocer a mi “padre” y llevar una relación civilizada con él y terminé acostándome con él, durmiendo en su casa y manteniendo una especie de “relación” a la que aún no le poníamos nombre, sí, sin duda mi vida había cambiado bastante. 

Aunque no pude evitar pensar que lo que hacíamos estaba bastante mal, demasiado diría yo, y por mucho que yo lo quisiera, nuestra relación era imposible, teníamos un lazo sanguíneo imposible de borrar y yo sabía muy bien que cuando esto terminara, yo iba acabar muy lastimada, además de lo que diría mi madre si se enteraba, le daría un infarto y Henry, bueno, él a lo mejor trataría de entenderme, pero aun así sería una gran decepción y humillación para ambos y eso me hacía sentirme muy mal.

Por otro lado estaban los chicos, Donnan me preocupaba, si era verdad que él estaba sintiendo por mí tarde o temprano iba a salir muy lastimado y eso era lo que menos yo quería, eso sin contar que Samuell y Landon se distanciarían de Maxwell por las mentiras, sin duda, había mucho en juego y estábamos siendo un poco egoístas, pero, si no era egoísta en mi relación con Maxwell, eso significaba que lo podría perder, y yo no quería eso tampoco.

El ruido de la puerta principal al ser tocada me sacó de mis pensamientos, deje el vaso de jugo en la mesa y me levanté en dirección a la puerta, las sirvientas tenían mucho que hacer y yo no las iba a molestar por algo que podía hacer yo perfectamente. Cuando abrí la puerta, enseguida me llené de enojo y molestia, mi hermoso día se vio arruinado por la presencia de Melissa, ella no tenía absolutamente nada que hacer en mi casa y pensaba que Maxwell ya se lo había dejado claro. 

Ella me dedicó una sonrisa claramente fingida y se adentró en la mansión sin que yo la hubiera invitado a pasar. ¿Quién se creía ella que era?

-¿Qué haces aquí, Melissa?, que yo recuerde no te he invitado a venir a mi casa y mucho menos a entrar

-Tranquila, niña –me miró burlona- No vengo a verte a ti, sino a Maxy

-En primer lugar: No le digas así, y en segundo: Maxwell no esta

-¿Y se puede saber dónde está?

-Mira, Melissa –bufé irritada- Eso no es algo que a ti te importe mucho que digamos

-Ten cuidado en cómo me hablas, Aila –me señalo con un dedo- Yo podría convertirme en tu madrastra en cualquier momento

La miré a los ojos con mucha intensidad, mis manos se hicieron puños y estaba segura de que echaba fuego por los ojos, y es que ¿Cómo podía ser tan descarada, por dios?

Pasión & PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora