MAXWELL
Abrí mis ojos lentamente, tratando de acostumbrarme a la penumbra de lugar, me dolía mucho la cabeza, los párpados me pesaban y se me dificultaba respirar, mis manos estaban atadas a un muro que estaba tras mi espalda, parecía un perro encadenado.
Traté de pararme pero me resultó imposible hacerlo, en el lugar que me encontraba parecía ser una vieja casa abandonada, ya que estaba llena de polvo y habían varias cosas rotas a mi alrededor.
Aparentemente estaba solo en ese lugar, pero sabía que no era así, podía oír lo que parecían voces de personas, pero ninguna que yo reconociera.
-Por favor, por favor, déjenme salir de aquí
Grité con un poco de dificultad ya que mi garganta se encontraba seca. Al no obtener respuesta alguna me empecé a desesperar, así que decidí alzar la voz lo más que pude.
-Déjenme salir de aquí, desgraciados!!!, sean quienes sean, déjenme salir de aquí y les doy lo que quieran, por favor
Una puerta se abrió y por ella entraron dos hombres, a los cuáles nunca había visto en mi vida, tenían una expresión burlona en el rostro mientras veían como hacía todo lo posible para levantarme de el suelo.
-¿Qué quieren de mí?... ¿Matarme?
Hombre 1: Tranquilo, que no te vas a morir, al menos no por ahora
-¿Quiénes son ustedes?
-Hombre 2: Eso no es asunto tuyo, deberías preocuparte mejor por apreciar tus últimos días con vida
-No, no me puden matar, Aila debe estar muy preocupada por mí
Ellos sonrieron y se acercaron más a mí, hasta quedar frente a frente, sus expresiones estaban sombrías.
Hombre 2: Olvídate de Aila, porque ni te la podemos traer, ni la vas a volver a ver
-¡Cobardes!. ¿Por qué no me sueltan y se enfrentan a mí como hombres?
Hombre 1: ¿Cómo creés?, Así nos estamos divirtiendo mucho más, con lo aburrido que es cuidar prisioneros tan quejones como tú
-¿Prisionero de quién?, ¿quién me tiene aquí?
Hombre 2: No te preocupes, porque muy pronto lo vas a saber
Sin más, ellos dos salieron de la habitación dejando que otra persona entrara a la cuál no la pude ver bien ya que se mantenía en la oscuridad, ocultadose casi por completo de mí.
Mi respiración estaba acelerada y me dolían las muñecas debido a las cadenas que tenía en ellas.
-¿Quién está ahí?... ¿Qué quieres de mí?, maldición
Esa persona dió unos pasos hacia adelante, dejando que la escasa luz que entraba por una de la ventanas me dejara ver su rostro a la perfección.
Mi cuerpo reaccionó ante la mirada que ella tenía sobre mí, me levanté lentamente, pero aún así no pude hacer nada más ya que las malditas cadenas no me lo permitían.
-¿Melissa?
Ella terminó de cortar la distancia que nos separaba quedando frente a mí y posando sus manos en mis hombros.
-¿Te volviste loca?, ¿cómo pudiste hacerme esto, Melissa?
Ella acercó su rostro al mío tratando de besar mis labios, a lo que yo giré el rápidamente mi rostro para evitar que tan siquiera me tocara.
-Maxwell, está no es forma de saludar a la mujer que te ama
Dijo mientras que con sus manos pegaba más mi cuerpo contra el muro y luego tomó mi rostro en sus manos, obligándome a mirarla a los ojos.
-No puedo creer que seas tú quién me haiga hecho esto, Melissa
-¿A quién más conoces que quisiera tenerte así de cerca? -preguntó con expresión inocente.
-De tí esperaba cualquier cosa, pero esto es un delito, ¿lo sabes no?, Déjame salir de aquí inmediatamente antes de que cometas una locura que no puedas regresar
-Lo siento mi querido Maxy, pero lo que no consigo por las buenas, lo arrebato por las malas
Melissa me dió un beso en la frente, yo alejé mi cabeza bruscamente de su toque, ella definitivamente estaba mal de la cabeza.
-¿Es así como piensas conquistar mi amor?, ¿secuestrándome?, ¿por la fuerza?
Ella transformó su rostro en una expresión seria, que logró intimidarme por unos segundos, pero obviamente no se lo demostré.
-Ya, no te hagas ¿sí?, sabes que el culpable de todo esto eres tú -acusó- Yo te ofrecí todo, y no lo quisiste aceptar y esto es un castigo por haberme rechazado
Pasó sus manos por mi abdomen lentamente, causadome un sentimiento de asco ligado con rabia.
-¿Me vas a tener aquí toda la vida?... ¿sabes que la policía debe estar buscádome, verdad?
-Si, y hasta están sospechando de mí -sonrio- Pero no podrán comprobar nada, y tú querida hijita llorona, tendrá que criar a tus engendros sola, digo, si es que llegan a nacer
En ese momento me removí bruscamente en mi lugar logrando que me soltara y se alejara unos cuantos pasos de mí, mi mirada se oscureció rápidamente y me olvide del lugar donde estaba, no importándome nada más que Aila en esos momentos.
-Ni se te ocurra hacerle algo ¿entendiste? -amenazé.
-Eso es algo que no podrás evitar, aunque, si te portas bien tal vez la deje tranquila
Ella se volvió acercar a mí y metió sus manos por debajo de mi camiseta, tocando mi abdomen a su antojo.
-No me toques, no eres más que una demente, nunca conseguirás nada de mí Melissa
-Ya, tranquilo mi amor, por mucho que me desprecies tendrás que acostumbrarte a estar conmigo, porque ahora eres mío y seré yo quién cuide de tí
-Siempre supe que estabas mal de la cabeza, pero ahora me doy cuenta de que estás completamente loca
-Bravo, lo vas entendiendo, por eso te traje aquí, porque las dementes como yo, no aceptamos el rechazo -su mirada se volvió turbia.
-Pues vas a tener que matarme, porque ni obligado tendré nada contigo, no de nuevo Melissa -sentencié.
-Eso lo veremos Maxy, yo tengo mucho tiempo para convencerte
Ella acortó nuestra distancia y unió sus labios con los míos en un beso furioso que yo no ví venir, por lo cuál no lo pude evitar, pero que sí podía terminar, sin siquiera pensarlo mordí con fuerza su labio inferior y no lo solté hasta que sentí el sabor metálico de su sangre en mi boca, ella soltó un pequeño grito de dolor mientras se alejaba y llevaba una de sus manos a la mordida dada.
Melissa me miró fijamente con una mirada llena de rencor.-Te voy a dar un infierno tal doloroso que me suplícaras que te maté, Maxwell Jefferson
Dicho esto, se dirigió a la puerta y salió dando un fuerte portazo, yo traté de respirar y calmarme, tenía que pensar en una manera de salir de aquí, porque definitivamente no iba a permitir que Melissa, por su enferma obsesión, me separara de Aila, si había algo que yo no podía permitir, era vivir sin ver a Aila todas las mañanas, sin tenerla entre mis brazos, sin ver crecer a nuestros hijos.
No volver a besar sus labios no era un opción para mí, claro que no.
ESTÁS LEYENDO
Pasión & Poder
Romance"Todo amor esconde un secreto" Y el de Aila y Maxwell es el más oscuro de todos.