11: Un nuevo look (editado)

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Emily.

Es sábado.

Estoy sola.

En mi casa.

Mamá aún no llega de restaurante dónde trabaja, llegará aproximadamente dentro de una hora.

Y yo estoy sentada de piernas cruzadas en el sofá del salón, con la televisión encendida viendo la película de terror "el exorcista" , con un tazón de palomitas de maíz y un envase lleno de coca cola.

Llevo desde las diez de la mañana aquí, sin moverme del sofá, solo me he levantado para ir al baño y buscar más cosas que comer.

Y es que no hay nada más satisfactorio que estar en la comodidad de tu hogar, comiendo chucherías —que posiblemente te engorden— viendo tus películas favoritas, con el cabello desordenado y amarrado en un moño mal hecho y con ropa de indigente.

Solo yo, las palomitas, la coca cola y las películas de terror, que seguramente no en dejarán dormir hoy.

Que buena vida.

Me meto un puñado de palomitas en la boca, cuando voy por la mejor parte de la película y no puedo apartar los ojos d ella televisión. Cuando...

Top top top. Llaman a la puerta.

Te tienen que estar jodiendo.

Pego un brinco en mi lugar, por lo concentrada que estaba y giro la cabeza hacía la puerta y casi pego un grito cuando en la ventana veo el rostro de Isaac que se encuentra sonriendo como un lunático.

—No puede ser —murmuro para mí misma pausando la película y yendo a abrirle.

Abro la puerta y me encuentro con un Issac muy sonriente con varios potes de tintes de cabello en las manos y sé lo que significa esa sonrisa, está apunto que cometer lo que para mí será una locura, pero para él parece va ser lo más divertido.

Me mira de arriba a abajo.

—Pareces una indigente.

Eso ya lo sabemos.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué piensas hacer? —pregunto ignorando lo que dijo.

—¿Como que, que hago? ¿No es obvio? Me vengo a teñir el cabello en tu casa.

—Genial —digo con ironía.

—Lo se.

Pasa al salon como Pedro con su casa, se sienta en el sofá y empieza a comer de mis palomitas.

—¿Y porque no te tiñes el cabello en tu casa? —inquiero irritada.

No es que no me gustase su visita o su compañía: es que yo quería seguir viendo mis películas.

—En realidad no es mi casa, es la de mis tíos y la de Thomas —dice amargamente.

—¿Y Andrea y Thomas? —trato de cambiar el tema.

—Oh, el día despues de que te fueras con Evan y nos dejaras botados —le da un sorbo a la coca cola—, Thomas nos convido a que fueramos por un helado hoy.

» Andrea dijo que contará con ella y yo dije que si porque tenía que comprar los tientes y luego me escabullir para venir aquí dejándolos solos, y bueno ya sabemos que no te gusta salir los sábados de tu casa, así que no te puedes quejar porque no te hayamos invitado.

—Si, tienes razón iba a decir que no —asiento— ¿E hicistes eso con el fin de..?

—¡De dejarlos a ellos dos solos! — exclama—. Estás lenta.

Un curioso desastre [nueva versión] [Libro #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora