16: Caminata nocturna (editado)

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Evan.

Estoy loco.

Nah, ¿tú crees?

Sí, definitivamente lo estoy o tal vez soy masoquista y me gusta que me traten mal.

Yo opino que lo segundo.

Estoy parado en la calle, observando la casa de Emily. Ya llevo un rato en esto, las luces de la casa estan apagadas, pero noto que la ventana, que se, es la de su habitación, se encuentra una tenue luz encendida.

Pareces un acosador.

Vale, esta despierta, al menos eso creo, así que hagámoslo.

Esto puede resultar tan mal como tan bien.

Gracias por los ánimos, eh.

De nada.

La verdad es que desde la semi discusión que tuvimo hace varios días, ella y yo solo nos hemos dedicado más que todo a ignorandonos mutuamente, pero yo ya no lo aguanto más. Por eso estoy decidido a hacer las paser invitandola a pasear conmigo a la media noche. Buen plan ¿No?

Me acerco más a la casa y cuando quedó justo bajo la ventana de su habitación me agachó para recoger algunas piedritas pequeñas y, las lanzo contra el cristal de su ventana.

Tirando piedras a tu ventana a media noche.

Espero un momento, pero no veo movimientos de nada, así que lanzo otra con un poquito más de fuerza.

Podrías haber traído una pequeña serenata y un par de bombones de chocolate, eh.

No lo creo conveniente, capaz me los eche en la cara.

Que romántico.

Espero otro momento, otro un poco largo. Hablar con mi conciencia me hace sentir definitivamente loco, siento que es como un angelito bueno sentado en mi hombro y un pequeño diablillo sentado en el otro. Podía ser meramente bueno o terriblemente malo y, ahora mismo me estaba replanteando si esto ha sido buena idea, porque aún no hay señales de vida detrás de la jodida ventana.

Vaya gracias, ese es mi trabajo.

Cállate de una vez.

Lanzo otra piedresita, pero sigue sin salir nadie y, vale ya, me rindo, aún me queda la opción de llamar a su celular, pero decido agarrar mi dignidad e irme.

Mira que de esa última no tienes mucha.

Suspiró y decido abandonar su patio para irme lo más rápido al mío, pero...

—¿Qué coño haces? —me giro hacía la voz de Emily más rápido de lo que me gustaría admitir y alzó una poco la mirada para verla a ella ahí asomada por su ventana con el cabello oscuro ligado con mechones rojos callendo a cada lado su de cara que mantiene el ceño fruncido.

—Hola —digo lo más inteligente.

—Hola —ella sonríe con ironía—, ¿De casualidad no serás tú él que está lanzando piedritas a mi ventana?

—De hecho sí, he sido yo, es algo demasiado obvio —alzo mi dedo para enfatizar—. ¿He molestado?

—¿Mi lectura?, Sí.

—¿Estabas leyendo?

—Se podría decir.

—Mmm... —¿y ahora que digo? Porque tampoco es que fuera practicado una proposición antes de venir aquí.

—¿Qué quieres Evan? —pregunta, que bueno que ella siempre va directo al grano y no da tantas vueltas.

—¿Te gustaría dar un paseo conmigo? —propongo y aclaro—, ahora mismo.

Un curioso desastre [nueva versión] [Libro #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora