12: A ver sonríe (editado)

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Evan Denver.

—Como dije hoy hay una super fiesta en la casa de unos amigos, te digo por si te quieres sumar y...

Habla Isabella, pero dejo de escucharla concentrando me en los garabatos que estoy haciendo en el borde de mi cuaderno.

Apoyo la mejilla en mi mano, y mis ojos viajan de los garabatos a Isabella y de ella a la puerta del aula, porque estoy pensando seriamente en irme. Cosa que no hice cuando sonó el timbre porque Isabella me abordó comenzando a hablar sobre una fiesta a la que verdaderamente no tengo interés en ir. 

Veo que Andrea pasa al frente del aula y veo mi oportunidad, comienzo a guardar mi cuaderno en mi mochila y me levanto.

—Si, si. Hablamos luego —le digo a Isabella aunque no se de que estaba hablando.

—¿Estonces si aceptas ser mi compañero en el taller de ciencias?

—Si claro —yo solo quiero irme, completo para mí mismo.

—Genial ¿E irás a la fiesta? —quiere saber y frunzo el ceño.

—No lo sé, lo pensaré.

Digo esto último y salgo prácticamente corriendo del aula, esa chica es un poquito intensa.

En el pasillo veo que Andrea ya va a doblar en la esquina del otro pasillo y la llamo:

—¡Andreeeaaa!

Ella se detiene y voltea la cabeza en mi dirección, cuando me veo frunce en ceño.

Cuando llego a su altura le sonrió y comenzamos a caminar en dirección a la cafetería.

—Pensé que ya estabas con los chicos —dice pasándose una mano por la mejilla.

—Es para que lo estuviera, pero me quedé hablando con Isabella, una compañera.

Disque hablando ni la estabas escuchando

Ah no bueno, eso sí.

Miro a Andrea que tienes las cejas alzadas casi hasta la raíz del cabello.

—Oh, si la conozco —murmura

—Ah.

—Aunque no tratamos la verdad.

—¿Por qué?

—¿Acaso no la has visto? Su aire de grandeza, no es por nada, pero tenemos historia, se burlaba de Emi y de mi primaria, a Emi la molestaba con los frenillos y las gafas y a mí me molestaba porque era muy flaquita.

Vaya, supuse cualquier cosa menos eso, porque podía sentir esa tensión entre Emily e Isabella.

Emily y yo éramos mejores amigos antes, pero nunca me comentó nada de que alguien la molestaba.

—Ah, entiendo —es lo que digo.

Ella asiente con la cabeza. Llegamos a la cafetería y nos abrimos paso entre todo en alumnado que busca de su almuerzo. Andrea retira el suyo, pero yo prefiero comprar algo en la máquina expendedora y andamos hacía la mesa que ocupamos siempre.

Ella se frena en seco punto de llegar y murmura:

—Dios, ¿qué es lo que veo?

Dirijo mi mirada para detenerla en lo que ella está viendo o más bien en la persona que ella está viendo.

Y si mi mandíbula no estuviera pegada a mi cara posiblemente ya está estaría en el suelo. ¿Que digo? Estaría en el subsuelo.

Veo a Emily, con un pantalón vaquero oscuro, conversé del mismo color y una camiseta color roja de manga corta que se ajusta muy bien a sus torso, pero eso no es lo que me deja boquiabierto, es su cabello ondulado, cortado en capaz y con mechones rojos que hacen juego con su camiseta. ¿Cuando se los hizo? La noche del sábado no los tenía o tal vez si, pero gracias a la oscuridad no lo pude apreciar.

Un curioso desastre [nueva versión] [Libro #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora