Emily.
Yo tengo que tener un tornillo mal ajustado en la cabeza, eso es más que seguro. ¿Por qué de que otra manera se debe a que yo siempre esté cambiando de actitudes con Evan? ¿Que pase de querer marcar un límite a querer hacer más cosas con él? Él es como el iman y yo el maldito metal. Una vez que haya un contacto directo, no son capaces de repelerse y, eso mismo pasa con nosotros.
Leyes de atracción.
Y me estoy divirtiendo, mucho curiosamente. Y lo más curioso es que lo estoy viviendo con Evan.
Eso no es curioso.
Ya lo se.
Ni siquiera lo tenía planeado, yo solo salí de mi casa para ir a clases, sin gran espectativas de como iba a ser mi día, porque casi todos ocurrían de la misma manera. Pero eso cambio cuando ví a Evan con esa cara de cansancio, las ojeras y con pinta de que no está comenzando en día con buen pie. Y eso me pudo.
Yo solo quería dejar de lado, lo que sea que nos mantenia a un metro de distancia del otro y subirle el animo, hacerle sonreír. Así que de alguna manera termine en un parque comiendo helado, mojandome bajo la lluvia y riéndome con Evan. Y creo que todo lo que improvise funcionó porque ahora, en este preciso momento, él está sonriendo.
Objetivo logrado ✓
—Vale, creo que deberíamos volver a nuestras casas y cambiarnos está ropa por una que esté seca —sugiere —. Como sigamos así nos enfermaremos y creeme que odio estar enfermo.
—Ya lo sé, creo que es lo mejor, Ojitos —digo comenzado a caminar, pero me detengo al ver que él no me sigue—¿Que pasa?
—¿Cómo me has llamado? —pregunta con una sonrisa y una ceja enarcada.
—¿Eh?
—Me has llamado, Ojitos —aclara, todavía con esa sonrisa estúpida.
La verdad es que no me he dado cuenta de que lo llame de ese manera, las palabras salieron solas y de seguro ya va a empezar a molestar con eso.
Ojitos bonitos.
Cállate.
—¿Y que paso con eso? —me cruzo de brazos, tratando de ocultar mi sonrojo.
—Nada, absolutamente nada —se encoje de hombros.
—Pues vale.
Él no dice nada más, solo sonríe. En serio ¿Cómo es posible que hace unas horas estuviera tan desanimado y ahora sonría cómo si fuera la persona más feliz del mundo? Creo que el helado surgió el efecto deseado.
O lo has logrado tú, ¿Quien sabe?
Él se pone a la par conmigo y me toma de la mano y se pone a observar mis uñas mal pintadas y yo lo dejo. Que haga lo que quiera.
—¿Te las pintas tu?
—Sí, ¿Por qué?
—El color naranja no te queda, por no hablar de que se ven que están mal pintadas —gesticula cómo si supiera mucho.
—¿Y tú qué sabrás? —enarco una ceja.
—Pues, estoy seguro de que puedo llegar a pintarlas mejor que tú —dice muy seguro y yo pongo los ojos en blancos.
—No me digas.
—Si te digo.
—Así que sí estás muy seguro, ¿no tendrás ningún problema en pintarme las uñas tú, algún día?
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Un curioso desastre [nueva versión] [Libro #1]
Novela JuvenilEmily y Evan son un par de vecinos que, hace casi cinco años no se hablan, por cuestiones dicen ellos ahora con diecisiete años casi dieciocho son "infantiles", pero que hace cinco años no lo eran tanto. En resumen se detestan no se pueden ver ni e...