2. El club

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Tn Lowell

- Ahora mismo me dirás por qué evitabas mis llamadas - exigió en cuanto puse el primer pie dentro de casa.

Dejé mis llaves dentro del recipiente de cristal que estaba sobre la mesa en la entrada de la casa y con mala cara llegué hasta la sala donde papá me esperaba con un humor de los mil demonios.

- Tn, habla.

- Estaba enojada contigo. Siempre es lo mismo, nunca puedes comer o salir porque estás súper ocupado - hice enfasis en esa palabra en particular.

- ¡Eso no es razón para que evites mis llamadas y mensajes!

- ¡Lo es para mí!

- ¡Estaba preocupado por tí! - soltó y cuando se calmó, relajó los hombros -. Cariño, el que no pasé tanto tiempo contigo no significa que no me importes.

- Lo sé, papá. Pero no estaría mal que me dedicaras media hora al día - relajé las cejas y lo miré decaída -. Y perdón por no contestar, no fue lo mejor. Lo siento.

Su mano llegó hasta mi hombro y una pequeña sonrisa se extendió por sus labios.

- Yo igual lo siento. Pero estos días eh tenido demaciado trabajo, juntas, viajes y ganancias. Te prometo que cuando termine, tu y yo nos tomaremos unas vacaciones - me guiñó un ojo y rió.

- ¿Y si cumplirás esta promesa? - cuestioné.

- Por supuesto.

- Bien, estoy algo cansada, iré a mi habitación. Buenas noches.

Me dirigí hacia las escaleras de caracol y antes de subir el segundo escalón, lo miré.

- Mamá también trabajaba, pero siempre tuvo tiempo para mí - musité -. Así que no pongas tu trabajo como una excusa, papá.

Entré abrió los labios por mis palabras y la mención de esa persona.

Subí las escaleras y cuando llegué a mi habitación, me cambié la ropa y me puse la pijama, lista para dormir.

Me dejé caer de espaldas contra la cama y me quedé pensativa mirando hacia el techo.

Mamá había muerto hace casi tres años y fue duro el superarlo. Pues no había sido nada fácil para una niña de 14 años perder a su madre.

Mi mamá siempre estaba muy ocupada, ella era directora de un hospital en Chicago antes de mudarnos a Seattle, al llegar acá solo consiguió ser parte del equipo médico de un hospital y por ende siempre tenía trabajo, pero nunca la escuché poniendo su profesión como excusa para no estar conmigo, porque siempre estaba, estaba en las comidas y en las cenas.

Después de su muerte todo cambió, ya no pasaba con nadie las comidas, ya no tenía a quien contarle mis cosas. Y sé que papá puede hacer eso, pero no es mamá.

Dejé mis pensamientos de lado antes de que las lágrimas comenzarán a caer y me dispuse a dormir.

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Llegué a mi casillero y extraje de él unos libros que necesitaría para las siguientes clases.

- ¿Encerio te dejó ahí sola? - exclamó Sasha sin creerlo.

- Encerio.

- Ay amiga, ¿cuántas señales más quieres para que te des cuenta que Patrik no es el hombre de tus sueños? - recargó su hombro en mi casillero, cerrándolo.

- Fue un error - traté de convencerme de que Patrik no lo había hecho a propósito.

- Ay pequeña tn. Se ve que no sabes nada sobre chicos - tocó ligeramente la punta de mi nariz.

Juntos en esta realidad [PARTE 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora