23. En otra vida...

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Maratón 2/5

Tn Lowell

Entré como una exhalación a la tienda y en cuanto la mirada de mi amiga se posó en mi, sonrió de oreja a oreja como si no me hubiera dejado plantada en la cabaña días atrás.

Llegué hasta el estante y apoyé mis antebrazos en la superficie, mi amiga aún con su sonrisa intacta dejó varias cajas que tenía en los brazos en el suelo y, después de incorporarse, copió mi postura.

- ¡TN! ¿Cómo les fue? ¿Se divirtieron? - había sierto deje de diversión en su voz.

- ¿Por qué no llegaste? Sé que es por qué estabas ocupada pero justo ese día, ¿en serio?

- No responderé un pregunta que tú misma contestaste.

La miré obvia.

- Oye, la chica que venía se rompió el brazo y no había suplente, solo yo. Por eso vine - llevó su mano encima de la mía y por un momento me sentí mejor.

- Sigo enojada - retiré mi mano de su agarre -. Pudiste librarte o traer a alguien más, ¿qué tal tu prima?

- ¿Jazz? Esa chica volvió a Los Angeles hace dos semanas - respondió -. A demás, papá jamás la dejaría entrar a la tienda.

- ¿Por qué?

- Es muy distraída, despistada - quiso encontrar las palabras correctas -. Y todo el fin de semana han estado llegado entregas. No sabría que hacer con tanto paquete, ni siquiera yo sé que hacer.

Reí.

- ¿Y tú papá? - miré el interior de la tienda.

- Fue a algo de unos contratos, eso fue lo que dijo, no lo recuerdo.

- ¿Cuando termina tu turno?

- Hasta las cuatro - dijo con aburrimiento.

- Uy. Mucho tiempo. Espero y se te pase rápido - le dí unas palmaditas en el brazo y me alejé.

- Creí que te quedarías.

- Uf, no. Aquí la empleada que tiene que cumplir con un horario eres tú, yo soy la clienta - me señalé con exageración.

- No eres una si no compras algo.

Miré la tarima más cercana que tenía y observé los aparatos tecnológicos, no sabía para que mierda servían pero tomé una caja blanca, cuando la acerqué hacia mi supe de que se trataba. Un cargador.

Se lo extendí a Sasha y ella me miró con vacilación.

- Este cargador no es la entrada de tu celular.

- No es para mí.

- Oh, entonces es para Aidan.

Puse los ojos en blanco.

- No te salvas de mi, en cuanto salga iré a tu casa y me contarás todo. Todo. - recalcó.

- Bien, ahora cobrame, si no tendré que acusarte con tu jefe por mala atención al cliente - sonreí mordaz.

Juntos en esta realidad [PARTE 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora