Epílogo

259 40 14
                                    

"El jardín del cielo"

01 de Octubre

TN Lowell

- ¿Por fin me dirás a dónde iremos? - pregunté indecisa.

- Solo espera - mi esposo me calmó con una sonrisa.

Si, escuchaste bien, mi esposo.

- Has estado muy extraño estos días, merezco una explicación - me quejé y me crucé de brazos.

- Olvidaba lo impaciente y curiosa que eras.

- Solo dame una pista, ¿si? Chiquitita - traté de negociar -. Si lo haces te daré un beso.

- No me convencerás con tus labios, cariño - sonrió con superioridad.

Estaba a punto de replicar cuando una voz sonó al interior del avión.

«Pasajeros con destino a Dallas, Texas, les informamos que estamos a punto de aterrizar...»

Siguió hablando pero yo miré a Aidan victoriosa.

- ¿Dallas? ¿Qué hay ahí? - pregunté sin tener la mínima idea de adónde iríamos.

Maldijo por lo bajo.

- Ya sabes a dónde vamos, aún que sea déjame sorprenderte con el lugar - pidió en casi una súplica.

- Bien, mi curiosidad a sido curada - me recargué en el respaldo de mi asiento y sonreí como una niña pequeña, satisfecha.

¥

Habían pasado tres horas desde que llegamos, en todo ese tiempo nos fuimos a hospedar al hotel que Aidan había reservado y usamos el tiempo restante para conocer un poco.

Hacia preguntas discretas para lograr sacarle información pero como siempre fallaba en el intento. Aidan parecía una tumba cada que se trataba de un secreto o sorpresa, no decía nada.

Y eso me molestaba.

Era de noche y estábamos en la habitación de hotel.

- ¿Lista? - preguntó mientras miraba desde el lumbral.

- Si - me acerqué a él -. No sabía a dónde iríamos así que me puse lo normal.

- Aún así te ves presiosa - depositó un beso casto en mi sien y después tomó mi mano -. Vamos.

Salimos del edificio y comenzamos a caminar por las calles iluminadas de Dallas, el camino se me hizo familiar, como si ya hubiera venido antes.

Pasaron unos minutos y por fin Aidan se detuvo frente a una tienda abandona al parecer.

Miré el edificio con curiosidad y después miré a Aidan de la misma forma.

- ¿Esta es la sorpresa? - cuestioné.

- ¿No lo recuerdas?

- Una fachada abandona no viene a mi memoria - respondí.

- Solo sígueme. Te refrescaré la memoria - apretó mi mano y me guió hacia la parte trasera del edificio.

La puerta se veía aún peor que la del frente, ya estaba oxidada por el pasar de los años y la pintura del metal se veía desgastada, de tener un color blanco ya pasó a uno café, casi negro

- Ni creas que entraré por ahí. Me va a dar tétanos y aún no tengo mi vacuna - advertí.

- Te ayudaré.

Juntos en esta realidad [PARTE 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora