17. La cita

318 49 3
                                    

Aidan Gallagher

Estaba tumbado en la cama con la vista puesta en el techo, la luz de la luna entraba por la ventana y dejaba una leve iluminación dentro de la habitación.

No lograba conciliar el sueño después de esa conversación con Tn.

Tampoco lograba sacar de mi cabeza esos malditos centímetros que me impedían tocar sus labios. Estaba tan cerca y tan lejos de conseguirlo, pero debería respetar su desición, ella no estaba lista y necesitaba tiempo.

La esperaria. El tiempo que fuera necesario.

Aún así fuera toda una vida lo haria.

Porque las ganas que tenía de besarla no eran normales.

Toda esa noche pensé en eso, ¿en cómo se sentirían mis labios sobre los suyos?, ¿a qué sabrían? y si sería tan fantástico a como lo imaginaba.

Pensé en todo. Más bien en ella.

En su bello color de ojos, en cómo sus ojos se enchinaban cuando sonreía y la forma tan extraña de fruncir el ceño cada que no comprendía algo.

La miraba y era como si a través de sus ojos me mostrarán una vida, una llena de alegría y desgracia a la vez.

Ver a Tn feliz se había convertido en una necesidad.

Porque me encantaba tanto la forma de sus ojos al sonreír y su risita al reír que podía estar por horas contando chistes con tal de verla de esa forma.

Y si la teoría era cierta y llegamos a coincidir en nuestras vidas pasadas, solo espero que mi yo pasado no haya sido tan estupido cómo para dejarla ir.

Tal vez nunca estuvimos juntos en esa realidad y solo coincidimos unos cuantos segundos.

Entonces mirando a la nada con la mente en blanco solo deseaba una sola cosa.

Quería que estuvieramos juntos en esta realidad.

¥

- Buenos dias - saludé entrando a la pequeña cocina de la cabaña.

En cuanto puse el primer pie dentro el olor a café caliente inundó mis pulmones y sonreí en reacción.

- ¿Café o té? - preguntó Tn sonriente.

- Cafe.

Lo sirvió en dos tazas y después lo colocó en la pequeña mesa en medio de la cocina.

- ¿Dormiste bien? - pregunté.

- Perfecto, me hacía falta esto, alejarme de la ciudad y de la horrible maestra Miller - soltó con una mueca.

- Aún no sé por qué tu odio hacía ella.

- Yo no la odio, ella a mí sí - corrigió y tomó asiento frente a mi.

- Bueno, aún no sé por qué tanto odio hacía ti.

- En uno de sus talleres por accidente prendí un pastel que dejé olvidado en el horno - sonrió nerviosa.

- Recuérdame no pedirte que cocines, eso déjamelo a mí - bromeé -. No quiero quedarme sin cocina y sin comida.

- ¡Oye! - me lanzó un pedazo de pan y yo lo esquivé sin esfuerzos -. ¿Tu sabes cocinar?

- Si, puedo hacer más que servir simples cafes, ¿sabes?

- No te creo.

- Para que lo hagas, yo prepararé la cena de ahora, ¿qué dices?

Simuló pensar.

- Muy bien, solo espero no morir de una intoxicación, Gallagher.

Tomó todo de mi no podirle una vez más que repitiera mi apellido porque sonaba tan bien en sus labios.

- No lo harás, Lowell. Será como una cita, así que prepárate.

- ¿Estás diciendo que será una cita de vestido y traje?

- Ajám.

- No empaqué un vestido.

- Podemos ir de compras, hay un centro comercial a media hora de aquí - sugerí.

- Pero ni siquiera me has invitado como se debe, eso es muy descortés - soltó con una risa burlona.

Me puse de pie y cuando estuve frente a ella le tendí mi mano para que la tomara y se pusiera de pie. Soltó una pequeña risa y sus ojos conectaron con los míos.

- ¿Me haría el honor de acompañarme está noche, señorita?

- Sería un placer - sonrió.

- El placer es todo mío, señorita Lowell.

Y de nuevo estuvimos juntos, tan juntos que solo hacía falta inclinarme un poco más para tocar sus labios.

Entonces retrocedió y yo me mordí el labio inferior.

- Buen intento, Gallagher - dijo burlona.

- Algún día tendrá que pasar - le aseguré.

- Si, pero no ahora - se acercó tentadora una vez más y susurró -. Yo también lo deseo tanto como tú, pero no quiero arruinarlo.

- No lo harás.

- No me arriesgaré, no quiero besarte y al segundo siguente arrepentirme de que fue un error - dijo decaída.

- ¿Y por qué sería un error?

Me miró sin saber que decir, callada con sus ojos puestos sobre mi y su entrecejo levemente fruncido.

- Nos vemos al rato.

Fue todo lo que dijo antes de salir de la cocina.

¥

Nuevo capítulooo

¿Cómo les pareció?

Nos vemos en el siguiente y sé que les gustará.

Los amo.

Con amor, Esme.

Juntos en esta realidad [PARTE 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora