── eres un enigma; nadie entiende realmente quién eres. supongo que por eso nos hemos juntado. mientras tú eres la pregunta, yo soy la respuesta. ❜
original de -elysianwriter
traducido por lueaxwin
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CAPÍTULO DIECINUEVE betelgeuse
Era una sensación terrible, de verdad que lo era. Saber que Eve, de alguna manera, no estaba disgustada con un chico que le clavaba una herida tras otra en el corazón por su miedo a decirle alguna vez la verdad era una sensación que la ponía enferma.
Le retorcía el estómago. Se le cerraban los ojos de golpe mientras intentaba quitarse de la cabeza la imagen de él con cara de culpable porque era horrible. Paul debía ser un ser humano horrible y desastroso.
La hizo sentirse una pésima amiga porque había hablado con el ex novio de su mejor amiga. Lo halagaba cuando debería estar lastimándolo como él la lastimaba a ella. Pero no podía. Ya no podía levantar la voz porque, en los últimos días, su voz no era más que un susurro. Tanto llorar y gritar habían dañado su sedosa voz. Y además, no estaba en su naturaleza destruir a los demás aunque ya hubieran matado una parte de ella.
Se sentía perdida. Jared le dijo que intentara confiar en él, pero ¿cómo iba a hacerlo? Cometió un acto horrible alimentado por sus demonios internos. Le dijeron que se callara porque las palabras dolían más que nada. Sus demonios internos no se equivocaban, se dio cuenta Eve. Hablar con él por teléfono, aunque la dejó indecisa, le hizo sentir lo que sólo puede suponer que era un atisbo de confianza. Paul le dijo que podía contarle cualquier cosa, aunque no se conocían tan bien.
Irónicamente, la pareja que apenas se conocía es la que eran almas gemelas.
Mientras Eve pegaba el póster desaparecido con la conocida foto de Jordan en la pizarra de su colegio, no podía evitar volver a pensar en él. Sus pensamientos se desviaban hacia Paul, su conciencia interior no dejaba de recordarle la ocasión.
Cuando miraba a su hermano a los ojos, su estado de ánimo era azul, pero con Paul era diferente. No estaba segura de cuál era la emoción, pero no era sólo tristeza. Había otra mezcla añadida, probablemente causada por la conexión que había descubierto entre los dos chicos.
Tenía una pila de carteles en la mano que se acercó a su cara mientras se frotaba el cosquilleo de la nariz. La gente en los pasillos no podía apartar los ojos de ella. Eve era la estrella brillante y dorada en un cielo negro. Era la luz que nunca imaginó ser y, con Jessica Stanely a su lado, lo único que quería era explotar.
—... He corrido la voz, —le informa con una voz aguda que casi la hace encogerse—. Los estudiantes quieren intervenir para ayudar.
¿Ah, sí? Le remuerde la conciencia. ¿La gente realmente se preocupa por un chico con mala reputación en la escuela?
—Hay un grupo de búsqueda, —susurra Eve, arreglando el cartel para que quedara parejo—. Esta noche a las ocho. Estoy trabajando con el Jefe Swan y otros oficiales. Algunos pueblerinos también están ayudando.
La presidenta del consejo estudiantil esboza una sonrisa de orgullo.
