CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

388 51 0
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y SEISdofida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
dofida

CAPÍTULO TREINTA Y SEISdofida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Es un instinto natural del ser humano dejarse cautivar por una serie de danzantes y gloriosas llamas amarillas y rojas que brincan hasta que aparece un conjunto de sombras, dando a luz diferentes formas que definirán aún más la vida al desnudar los rasgos ocultos. Eve observa el fuego, memorizada por cada que estallaba. Toda su atención se centraba allí; su cuerpo desplomado y su alma nada más que contenta mientras permanece sentada bajo el lienzo en blanco y oscuro del cielo nocturno. A pesar de ello, los chicos y chicas que se sientan alrededor del fuego están vivos y llenos de entusiasmo, como si se hubieran tragado cien kilos de azúcar.

Sus dedos juguetean con las cuerdas de la manta que aprisionan su cuerpo, manteniéndola caliente, ya que el verano en Forks se parecía más a una tarde de otoño. Hacía frío todavía y, sin el sol brillante, todo quedaba casi sin vida y sin calor.

Estaba sentada en una silla de jardín que Sam había guardado en su garaje y –después de quitarle las telarañas– se la entregó. Desde entonces no se ha movido y Paul, que tiene mucha gracia, hasta le ha traído comida.

Hablando del chico, estaba arrimando otra silla a su lado. —Has estado terriblemente callada, —observa Paul una vez que se acomoda en su asiento, sonriendo hermosamente en dirección a ella— ¿Te aburres?

—No, sólo estoy cómoda, —informa Eve mientras le agarra la mano. Sus dedos juguetean antes de entrelazarse—. Y ahora estoy muy contenta porque estás aquí.

—¿Ah, sí? —Él sonríe con orgullo. Con cualquier cumplido que le hicieran –concedido que los cumplidos de Eve superaban a los de cualquiera– su ego no hacía más que aumentar cada vez—. Entonces debería estar cerca de ti más a menudo.

Ella inclina la cabeza inocentemente. —Ya lo haces. Bastante, de hecho. 

Alguien resopla, pero cualquier otra señal de diversión como resultado de las palabras de Eve es silenciada por la mirada mortal de Paul. Sus ojos vuelven a encontrar los de ella. —No es algo malo, —explica Eve con tono suave—. Me gusta estar contigo. Me produce una sensación cálida y extraña de la que siempre quiero más. Es como un tipo de sensación emocionante, como cuando estás en una montaña rusa, —divaga mientras sus mejillas brillan con un color maduro de pícaro mientras se agita en su asiento. Revelar tanto sobre cómo le afecta Paul la dejó nerviosa y a la vez encantada. Encantada porque lo había mantenido tan oculto por miedo a que él se burlara de ella sin descanso.

CATCH THE STARS ━━ paul lahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora