Aviso al lector: Este capítulo contiene violencia explícita que puede no ser apto para lectores sensibles. Si consideras que no deberías leerlo, al final del capítulo habrá resumen para que no pierdas el hilo de la trama.
Cojo uno de los cargadores y lo pongo en el arma. Miro alrededor, la mujer está en alguna otra habitación. Quito el seguro. Miro a Dahlin, está bastante calmado. Tiro de la corredera. Cierro los ojos.
Que Dios me perdone.
Saco la pistola y le apunto. Se gira.
Dahlin— ¿Qué haces?
Yo— Sé que puedes hacer magia, dime todo lo que sepas
—Antes muerto
Me levanto del sofá, él también.
Yo— No me obligues a complicar esto
—No me puedo creer que me vayas a traicionar así, ¡Después de salvarme la vida!
Agarro el atizador de al lado de la chimenea.
Dahlin— ¡AYUDA!
Oigo pasos viniendo por las habitaciones detrás. Me giro cuando la escucho al lado de la puerta. Maria, la mujer que nos ha acogido se asoma por la puerta.
Yo— ¡Quédate ahí quieta!
Corre otra vez hacia dentro de la casa. No ha huido afuera. Vuelvo a apuntar a Dahlin.
Yo— Más te vale empezar a soltar todo lo que sepas de magia.
Me acerco a él. La pistola está a un palmo delante de su frente
Dahlin— ¿Me vas a disparar?
Yo— Ya te gustaría
Le golpeo en el cuello con el atizador. Cae su hombro sobre la pared. Golpeo de nuevo. Él pone su brazo, que se va rápido a la pared al golpearlo. Le disparo en la misma mano. Se tira al suelo agarrándose la mano con la izquierda y quejándose de dolor.
Maria aparece de nuevo por la puerta, apuntándome con una escopeta. Me cubro detrás del sofá todo lo agachado que puedo. Ella dispara. Falla, demasiado alto. Salto por encima del sofá y corro contra ella. Recarga la corredera de la escopeta. Me doy cuenta de que ha recargado a metro y medio. Me puede disparar. Llego delante de ella. Le ha parado el miedo, la falta de entrenamiento en combate.
El cañón de mi pistola la toca entre ceja y ceja. Ella baja la escopeta, mira al cañón que la apunta, luego a mis ojos, su cara es el reflejo de muchas emociones a la vez.
Maria, para sí misma—Padre nue...
Disparo. Cae al suelo. Está muerta. Cojo la escopeta del suelo y me la cuelgo al hombro. Me giro.
Dahlin mira a su alrededor. Coge la pala de la chimenea con la izquierda. Su derecha está cerrada en puño, pegada a su cuerpo y sangrando. En su cuello se empieza a ver un hematoma por el golpe. Me acerco a él.
Dahlin— Pensé que... te debía la vida. No me lo puedo creer.
—Si me dices tus hechizos todo terminará aquí.
—No. Piénsalo, no merece la pena.
—Desde luego que sí, vamos a recuperar lo que fue nuestro.
—¿De qué estás hablando?
—De todo este territorio, la mitad de vuestro país
—¿Las colonias vinklar de hace once siglos? Estás mal de la cabeza
—Sí, ahora, di.
—Jamás.
Golpeo otra vez con el atizador. Él intenta pararlo con lo suyo, pero se le cae al sofa nada más le doy.
Dahlin— No puede existir una traición más grande que esta.
Una, dos, tres, otra vez, otra más... un tiempo y muchos golpes después. Un par de veces intentó huir, otras tantas pelear, pero Dahlin acaba contra una esquina, sentado en el suelo, malherido y obedeciéndome. Saco la libreta y apunto todos los hechizos que dice. Son cuatro más el bautizo mágico. Voy a hacerlo. Hago fuerza con las manos y digo el hechizo. ᚷᛖᚹÍᛏᚨᚾ. Siento un dolor muy fuerte en mis manos, doy un grito de dolor. Es insoportable.
Yo— Me c**o en tu p**a vida, bas****o ma*******do, ¿Qué demonios es esto?
—Eso es lo que sucede cuando un extranjero intenta hacer magia
—Dime por tu p*******a vida que se pasa o te reviento a palos
—No lo sé
Lentamente el dolor disminuye hasta desaparecer. Rápidamente agarro la pistola y le disparo en la cabeza por el mal rato que me ha hecho pasar. Su cabeza cae hacia delante, ahora sin vida. El resto de su cuerpo se mantiene en la misma posición en la que estaba, sentado en el suelo de una esquina.
Más tranquilo me siento en el sofá, dejo de nuevo la pistola sobre la mesa. Miro al fuego de la chimenea delante de mí. Me levanto, agarro el atizador y la pala y los pongo de nuevo colocados en su sitio. Me siento en el sofá de nuevo igual que antes.
Pues le acabo de quitar la vida a dos personas, habiendo torturado a una de ellas. Mi mente se pierde en recuerdos y pensamientos, el fuego hipnótico, el caos de lo que acaba de suceder, el miedo de que me sucederá si me pillan. Siento mis manos figuradamente manchadas de sangre. Hay un mueble en el suelo, una silla rota sobre una mesa y otros daños, rasguños y decoración rota. Me pongo de pie, salgo de esta casa y entro en el coche, es hora de irse de aquí.
Resumen: Gray tiene que aprender la antigua magia brödtlandeña, pero sabe que al ser extranjero no se lo permitirán. Por ello, al sentir que Dahlin sabe hacer magia le amenaza y agrede. Maria, la mujer que les acogió en su casa, es asesinada al intentar ayudar a Dahlin. Este es golpeado hasta que cede y le enseña a Gray sus hechizos, y poco después Gray mata a Dahlin. Lo que no sabe Gray es el verdadero motivo por el que Dahlin se resiste tanto.
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Hornos Y Revolución - Onda Brödugnar
Ficción GeneralBrödtland es un país al norte de Escandinavia que a partir de 1984 desapareció. Los hornos de pan mágicos de todo el país se sentían traicionados debido al progreso tecnológico que les desplazaba de su puesto tradicional. Este sentimiento les lleva...