21.2. Invisibles al poder

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El coche para delante de nosotros, es un Alterrän negro. Se baja de él una mujer, Lynx Lynx.

Isbjörn— Cuanto tiempo sin vernos.

Lynx Lynx— Sí, buenos días... ¿Y esos dos? 

Isbjörn— Son unos nuevos reclutas.

Lynx Lynx— Algún día te darás cuenta que diriges un puñado de hormigas.

Isbjörn— Las hormigas, colaborando entre todas, pueden hacer muchas cosas.

Lynx Lynx— Sí, lo que mejor se les da es cavar su propio hoyo en el suelo. Vayamos al ayuntamiento, tenemos mucho por hablar. Para empezar pensé que ibas a acabar con todo este terrorismo de estado.

Comenzamos a caminar hacia el ayuntamiento los cuatro.

Isbjörn— En eso estamos.

Lynx Lynx— Si vais a hacerlo hacerlo ya porque destituir a una momia no sirve de nada. Os podemos echar una mano, pero tenéis que actuar ya

Isbjörn— No vayas con tanta prisa, hermana. Vamos a buen ritmo.

Entramos en el edificio del ayuntamiento, adentro está Tatoxis al teléfono. Cada vez que entro en este lugar está más desordenado. Hay papeles y libros por todos lados, la tabla de la mesa ni se ve. Tatoxis se quita el teléfono de la oreja.

Tatoxis— Tengo una buena y una mala noticia.

Isbjörn— ¿Cuál es la buena? 

Tatoxis— Que tenemos los planos del palacio real.

Isbjörn— Bien ¿Y la mala?

Tatoxis— Que no los tenemos. Kyckling los ha conseguido del museo pero no puede salir de Huvudstad, la policía le tiene bastante pillado y además está denunciado por robo, si le pillan con los planos estamos jodidísimos. Ahora mismo está encerrado en el piso franco. Además la muralla ya está suficientemente construida como para no poder sortearla, dos metros en la zona más baja según dicen las noticias.

Isbjörn— ¿Y qué hacemos?

Lynx Lynx— J***r, en serio tus hombres son incompetentes

Tatoxis— Nada, o esperamos a que pueda salir de alguna forma o seguimos sin los planos

 Isbjörn— En realidad solo tiene que atravesar una entrada corriendo con el coche, quizás. atropelle a algún guardia, pero es o eso o nada.

Tatoxis— Ya lo hemos pensado, pero han puesto puertas de hormigón. Si le ven y cierran Kyckling muere y además descubrirían los planos, doble mal.

Martin— Si no encontráis ninguna solución yo podría hacer algo.

Isbjörn— Adelante.

Tatoxis le da el teléfono a Martin. Martin va hablando mientras coge un puñado de papeles limpios, un lápiz y se sienta en la mesa que está en medio de la habitación. El cable del teléfono llega por poco desde la pared.

Martin, al teléfono— Siéntese en una mesa y agarre un bolígrafo, una regla y un transportador de ángulos. Vamos a tardar un rato.

Kyckling— ¿Quién es usted?

Martin— Mar... svin. Marsvin, estoy junto con Tatoxis.

Intento contenerme la risa por el apodo que se ha puesto.

Kyckling— Nunca había oído hablar de usted primo. Bueno, dígame, qué hago yo. Tengo un bolígrafo y con suerte tengo una regla, pero yo transportador de ángulos no he usado en mi vida, pero que ni sé qué es.

Hornos Y Revolución - Onda BrödugnarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora