Aviso al lector: Este capítulo contiene violencia explícita que puede no ser apto para lectores sensibles, pero quiero que todos lo lean. Perdón si me pasé en el gore, pero quiero decir las cosas como son
Tim: Llegamos al pueblo tan rápido como pudimos. Es un pueblo bastante pequeño, pero muy vivo: las mujeres están en las puertas de las casas hablando entre sí, mientras que los hombres van y pasean vivamente para ir a sus trabajos o sus casas.
Nos habían dicho por teléfono la vivienda exacta donde están Martin y el resto de compañeros.
Martin: Llaman a la puerta e Irjan, quien estaba más cerca, va a abrir.
Desconocido— ¡PRIMOS! Joder, ¿Estáis bien? Venga, vámonos de aquí, porque parece que viene el ejército.
Irjan— Chicos, es hora de irse. Edelae...
Mientras se gira hacia nosotros escuchamos un disparo.
Antes de que nos lo pudiésemos creer todo el abdomen de Irjan había salido volando en nuestra dirección. Parece un grifo de sangre. Se cae al suelo gritando. El hombre detrás de la puerta tiene una escopeta en su mano. Tira de la corredera. El shock es total.
Tore— Nos rendimos, estamos desarmados
Espera, yo recuerdo ese hombre... Es la misma persona que mató a mi padre. No me lo puedo creer. Camina hacia nosotros
Richard Gray— Yo vengo a hacer justicia y vuestra sentencia es la muerte. Este es el castigo por vuestros crímenes. Por meteros con quienes no debíais. Asesinasteis a los vinklar, pero hoy amanece un nuevo reino que recuperará las tierras que nos robasteis. Rompisteis el Brödtpakt para quitarnos el reino que nos pertenecía, y hoy lo habéis vuelto a romper asesinando a nuestro rey y a toda su familia. ¿Por qué? Porque han sido los primeros en plantar cara a vuestro yugo, a vuestro gobierno de asesinos, porque tan criminales sois vosotros como el parlamento. Pero hoy los hijos de Dios nos levantamos sobre la sangre para derribar vuestras garras. ¡Muerte es lo que merecéis!
Una llamarada viene hacia nosotros, pero se detiene justo antes de abrasarnos.
Edelae— Tal y como lo había visto. ¡Tomad y luchad!
Nos lanza panes de diferentes formas, ya armados. Agarro uno que es un fusil automático. Soy capad de notar un gatillo espiritual, me cuesta, pero consigo activarlo y el pan dispara, sin retroceso.
El salón-recibidor es un campo de batalla, van y vienen disparos de magia y fuego, pero todo se detiene antes de llegar. Yo sigo disparando el pan, Tore tiene un pan-escopeta y Edelae lanza llamaradas. Mientras, hacia nosotros vienen continuas ráfagas de fuego y algunos disparos de escopeta.
Edelae se teletransporta junto a Gray para atacarle con un pan-espada, a lo que el Inglés responde invocando otra barra de pan-espada y sin dejar de bloquear nuestros disparos. La esgrima de Edelae es mucho mejor, pero Gray conoce todas las formas de detener ataques. Los dos acaban envueltos en una bola de un fuego tan intenso que opaca el interior, así que dejamos de disparar.
Nos quedamos observando con miedo cómo la gran bola ígnea se mueve. Busco la manera de escapar, pero las ventanas son demasiado pequeñas.
De la bola de fuego sale una salpicadura de sangre que mancha las paredes. La preocupación aumenta, pero no sabemos de quién es. Corro escaleras arriba para huir por donde sea. Los pasos del combate entre Edale y el Inglés se callan tras un disparo.
Luego más pasos, gritos de terror y un disparo de escopeta, los gritos ahora se convierten en alaridos que preceden a la muerte de Tore.
Encuentro la puerta del tejado y rápidamente monto la escalera. Pero antes de poder subir me doy cuenta de que él está detrás de mi. Me giro.
Tiene el cañón a un metro de mi cabeza.
Siempre pensé que en el futuro sería músico, o artista, que tendría una vida feliz, quizás incluso me hubiese hecho famoso.
Cuando empezó la guerra la situación se complicó. Pero yo estaba vivo, Tim también, pese a la muerte de mi padre y de mi hermano pensé que tendría un futuro feliz, a pesar de la adversidad. Las cosas fueron cada vez peor, el país se hundía, nuestra vivienda era un barco, en los supermercados la comida extranjera se hacía cada vez más cara hasta que desapareció. El agua potable era cada vez más cara. Cuando nos fuimos del barco ya apenas quedaba dinero, pese a que nos llevamos tanto que antes de la guerra podríamos haber comprado una vivienda.
Pero aún pensaba que tendría un futuro más o menos feliz.
Cuando pasamos a la clandestinidad parecía que todo tendría solución, que todo acabaría bien y que, tras el asalto al castillo, el palacio real, la vida volvería a ser, más o menos, como antes.
Me tomaron preso, pero aún así parecía haber un futuro, en la cárcel, pero un futuro.
Pero ahora ya no hay futuro, no volveré a ver a Tim, ni a mi familia. En el pasado deseé morir, pero no hoy. Quise la muerte, y, sin embargo, ahora que está delante mío, me aterra.
Tenía que llegar en algún momento, la desafié, y pierdo cuando menos parecía que llegaría. Pese a que tengo miedo de saber que hay después no me queda otra opción. Me arrodillo, cierro los ojos y espero el estruendo, el impacto, y el dolor por todo el abdomen y el pecho.
Caigo hacia atrás por la fuerza del impacto y solo tengo fuerzas para arrastrarme hasta una esquina y verme desangrándome por mil heridas mientras el hombre se va.
Solo hay silencio, sangre, lágrimas, y mucho dolor.
Tim: Como nadie nos abre decidimos abrir nosotros la puerta a base de golpes. Ante nosotros, una escena grotesca: sangre, calcinación y pedazos de un cadáver que hay en el suelo con una enorme mancha de sangre.
El miedo se apodera de todos nosotros. Corremos hacia el interior. En la cocina hay otro cadáver, nadie sabe quienes son. Un niña, unos años menor que yo aparece detrás de nosotros.
Chica— Perdón, no pude salvarles
Aron Melin— ¿¡Quién eres y qué ha pasado aquí!?
Chica— Lo siento mucho. Un agente de la Orb a venido.
No pude seguir escuchando, necesito encontrar a Martin, sé que tiene que estar vivo, escondido en algún lugar.
Subí las escaleras rápidamente y allí está. Me lanzo sobre él a abrazarle. Su cuerpo está cubierto de sangre, pero aún está tan cálido como cualquiera de nuestros abrazos. No tiene pulso, ni respiración, ni ningún signo vital.
No puede ser. No puede ser. Le abrazo con fuerza, y aprieto su cabeza contra la mía. Espero un abrazo de vuelta, pero no lo hay. Lloro. Lloro como nunca he llorado.
Martin está muerto.
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Hornos Y Revolución - Onda Brödugnar
Ficción GeneralBrödtland es un país al norte de Escandinavia que a partir de 1984 desapareció. Los hornos de pan mágicos de todo el país se sentían traicionados debido al progreso tecnológico que les desplazaba de su puesto tradicional. Este sentimiento les lleva...