28.3 La batalla del castillo

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Tim: Entramos en la siguiente sala a través del pasillo de seguridad, por la parte de detrás. Es un despacho donde hay mucha información clasificada. Tampoco hay nadie pero quiero ver si hay información llamativa. Y la hay. Guardo en la mochila los documentos que me parecen más importantes. El krätkrad sigue sonando:

Lynx Lynx, 11:55— ¡Hay enemigos en la primera planta! ¿CINCO Y SEIS, QUÉ C**O HABÉIS HECHO?

Eldsnö— Eso es imposible, por aquí no ha pasado nadie

Yo— Entonces están flanqueando. Seis, reforzad a las posiciones laterales y posteriores.

Norling— Ehm... No sé cómo decir esto, pero están desapareciendo enemigos

Yo— No necesitamos metáforas ahora, explícate

Norling— Hay soldados que  en un momento están en un lugar y al siguiente ya no. Desaparecen cerca de la entrada, como a 15 metros. Y hay un destello similar a la magia

Yo— ¿Qué?

Mechan— Quizás es posible que exista la teleportación mágica. No tenemos ni idea. Pero puede ser.

Frank— Sabemos que existe, pero no sabemos si es posible utilizarlo. Esto resuelve las dudas.

Tatoxis— Por cierto, la salida comienza en cinco minutos

Yo— Dos, ¿Cómo vais?

Vonostyrk— No sabemos. Hemos penetrado unos veinte metros y hemos sufrido cinco bajas. Quedan unos cuarenta soldados, hemos abatido más de veinte.

Yo— Que todo el cuarto pelotón se dirija al búnker.

Salimos del despacho. Ivar Runvor y Delle salen de la biblioteca y se acercan a nosotros del otro lado del pasillo principal.

Yo— ¿Y Martin? 

Martin: Åberg se acerca a la puerta que da al pasillo de seguridad, yo estoy varios metros por detrás, en el centro de la biblioteca. La puerta al pasillo de seguridad se abre de repente, sale un soldado de Brödtland. Åberg levanta el arma pero es acribillado por el soldado y cae al suelo desangrándose mortalmente. Tengo mi fusil entre las manos. No tengo opción de enfrentarme a él, me va a apuntar y disparar antes de que yo le pueda apuntar a él. Estoy casi a la distancia óptima de tiro y prácticamente parado, así que no creo que falle. Su arma es un fusil automático, teníamos algunos así en Högkvarteräa. Tengo dos opciones: O me rindo o me mata. Es decir, solo una.

Lanzo mi arma al suelo cuando el soldado me está apuntando y levanto las manos. No opongo resistencia, no tengo opción de ganar. Solo espero que me puedan rescatar. El soldado me lleva con otros y me sacan apuntándome a la nuca a través del pasillo de seguridad. No veo a ninguno de los míos en todo el camino.

Parece que si lo necesitan me usarán como escudo humano. Sería una pena que se me manchara la camiseta de sangre porque me quedó muy bien lavada el otro día. Por suerte eso no sucede

Tim:

Ivar Runvor— Åberg está muerto y Martin desaparecido, se lo llevaron por el otro pasillo

Yo— Mierda. Vosotros id al búnker, yo le busco. Aron, quedas al cargo

Ivar Runvor— No puedes ir solo

Yo— Que venga Lisbeth conmigo

Aron Melin— No tenemos tiempo para fragmentarnos

Los del cuarto pelotón de la tercera planta vienen bajando las escaleras de los pasillos de seguridad. Mientras anuncian por el kradkräd que hay un furgón afuera con varios presos. Supongo que Martin estará entre ellos.

Bajamos al primer piso todos a través de la biblioteca. Lynx Lynx se acerca a nosotros y nos habla a nostros a la vez que por el kradkräd, yo hago lo mismo.

Lynx Lynx— Han tomado la salida diestra al patio.

Yo— Seis, haced una bolsa con diez hombres para tomarla, nostros presionamos desde dentro.

Me dirijo hacia esa salida para luego ir a por Martin, está al lado. Me apoyo sobre la pared. El giro es de 180º, así que es bastante incómodo para ver. Hay varios soldados. Mi escuadrón está al lado, esperando a dirigirse al búnker cuando ya hayan pasado el resto.

Subfusil en mano. Salgo de la cobertura, doy media vuelta e intento disparar, pero me acribillan a mí primero. Creo que no me han dado, a mí me cuesta encañonarles, pero noto algo tirando de mi hacia atrás que me devuelve a la cobertura. Es Ivar agarrándome.

Ivar Runvor— Olvídalo, les rescataremos luego

Yo— ¡Jamás!

Ivar Runvor— Son demasiados, pueden hacerles algo peor si te pillan. Además tú ya no puedes

—¿Cómo que no?

—Te estás desangrando

—Ah sí ¿Donde? Porque no noto nada

—Tu brazo

Miro hacia abajo y veo mi brazo izquierdo con varios disparos sangrando mucho. Según lo veo comienza a dolerme como tres puñaladas. No puedo moverme por el dolor. Pero hay que seguir, no puedo quedarme aquí. Saco unos parches de mi mochila y con mucha dificultad me los pongo desde dentro de la ropa. No soy capaz de mover mi mano izquierda, no reacciona a nada y tampoco siento si toco algo. Es una sensación horrible. Se mezcla la incapacidad con la impotencia mientras siento que todo esto ha sido una estupidez.

Estoy llorando, pero no sé si por el dolor del brazo o por otra cosa. 

Ivar Runvor— Nosotros vamos abajo. Tú quédate y no combatas.

Yo— Eso ya lo veré yo. Idos.

Hornos Y Revolución - Onda BrödugnarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora