El día sigue, pero solo puedo pensar en Martin, que había salido corriendo. Nadie intentó pararle. Nadie le obligó a quedarse, se fue.
Al fin terminaron los ejercicios al terminar la tarde y yo salí corriendo a casa a verle, pero la puerta está candada. Toco el timbre, golpeo la puerta, le grito, pero no hay respuesta. Silencio. Subo las escaleras hasta el tejado para entrar por la puerta de nevasca. Como imaginaba, no está bloqueada.
Entro y bajo la escalera de mano con cuidado de no hacer ruido. Le busco por las habitaciones. No está. Bajo las escaleras hacia la primera planta. En el salón lo primero que veo es la mesilla con muchos papeles manchados de rojo, es sangre. Martin está al lado, sentado en el sofá, quieto. Se gira al escucharme.
Martin— ¿¡QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ!?
Tim— Es nuestra casa
— ¡FUERA!
— Si no quieres me quedaré por arriba, pero creo-
— ¡HE DICHO QUE FUERA!
— Perdona, ya me voy
Termino de bajar las escaleras, desbloqueo la puerta de la entrada y salgo sin decir nada más.
¿Y ahora qué? Me siento en las escaleras del portal a pensar, pero es difícil. Supongo que hemos terminado. No me lo puedo creer, he perdido a la mejor persona que he conocido y ha sido por mi culpa. En los pocos meses que llevamos juntos ya había imaginado nuestra vida juntos. Un día habíamos hablado de nuestro futuro: Yo viajaría por el mundo investigando el pasado y Martin viajaría a mi lado, haciendo dibujos sobre la vida en la antigüedad y haciendo música. Esa era la vida que queríamos. La guerra trastocó nuestro deseo, pero seguiríamos juntos. Ahora ya no podrá ser.
Lloro con la cabeza sobre mis rodillas, las lagrimas se enfrían. No quiero vivir solo en este mundo, un mundo de ceniza, de sangre, de escombros, de cadáveres, de fuego, de nieve. Nunca había pensado cuan horrible es todo. Y yo estaré solo, sin Martin. Perdóname, lo hice por ti. Pensé que podía prepararte para la batalla. Pensé que era un experto pero todo lo que sé no vale nada, es inútil. Quería prepararle para no perderle en el combate, pero le he perdido antes. Soy e******o. Nada de esto hubiese pasado si nos hubiésemos quedado en el barco. Sabía que esto era una mala idea, pero fui t***o y no pude convencerle de la mala idea que era venir. Me he convertido en un criminal por nada. Volveré a Brestaden a intentar continuar mi vida con lo que queda de mi familia, más gente a la que hice daño. Ellos me perdonaron justamente porque eran de mi familia, pero Martin no.
Una mano me toca la nuca.
Blåjacka— ¿Están oscuras tus nubes, primo?
Levanto la cabeza e intento dar una respuesta, pero no soy capad de dejar de llorar.
Blåjacka— ¿Necesitas ayuda? ¿Qué ha pasado?
—... Soy e******o. Le he hecho daño a Martin y ahora me odia
— ¿Y por eso estás aquí afuera?
Asiento con la cabeza
— ¿Quieres venir a la mía en lo que el tiempo se hace tiempo?
Me pongo de pie y nos vamos a su casa, la cual está justo al lado. Es bastante similar tanto por dentro como por fuera. Los muebles son un poco más modernos. Me siento en el sofá e intento relajarme y pensar en otra cosa. Blåjacka se queda de pie, yendo de un sitio a otro y haciendo varias cosas. Mientras que el va y viene de unas habitaciones y otras voy hablándole.
Yo— Imagina que sabes que la persona a la que quieres le va a pasar algo malo y para salvarla tienes que hacerle daño, y como le has hecho daño ahora está enfadada contigo
Blåjacka— ¿Cómo puedes saber lo que le va a pasar?
—Lo prevees. Y, aunque pueda ser que no suceda, es algo tan malo que no quieres arriesgarte a que suceda
—Si la sigues queriendo entonces merecerá la pena haberla salvado aunque ahora esté enfadada. Tienes miedo de que Martin te deje
—Sí
—¿Y eso ha sido por el ei·kyuoöř? ¿Tatoxis os ha puesto al uno contra el otro?
—Sí
—A veces puede ser un asco de persona, no me sorprende. Mira, si ha sido un malentendido se solucionará. No te preocupes
—¿Cómo no me voy a preocupar?
—Entiendo que es difícil, pero pensarlo demasiado es sufrir sin más... ¿Quieres cenar?
—No, gracias
Blåjacka se sienta a mi lado con un plato de sopa sobre la mesa que ha traído desde la cocina. Pone so brazo sombre mis hombros.
Blåjacka— Mira, nosotros hacemos las cosas en serio, lo hacemos todo por los nuestros. ¿Que un político roba dinero a nuestra gente? Pues que con ese dinero se compre una tumba. ¿Que un empresario explota a sus trabajadores? Pues él es el siguiente en explotar. Pero para lo bueno y para lo malo. Yo te juro por los días que viviré que Martin y tú vais a volver a estar juntos. Así te lo digo. Aquí todo para que la familia este bien. Todo.
Yo— Gracias
— Para eso estamos... Si quieres puedes pasar aquí la noche. Te bajo unas mantas. Y si te entra hambre hay comida en la termensa. Yo estaré arriba, tengo que preparar el equipage
— ¿Te vas?
— Sí, me han movilizado para el ejército. Y con suerte podré hacer que me destinen a Huvudstad para cuando suceda el asalto
— ¿Para sabotear el contraataque?
— Exacto... ¿Quieres ver la televisión?
Enciende la televisión con el mando a distancia. Está el informativo especial de guerra. Están hablando de Falallejä. Blåjacka se va escaleras arriba. Por lo visto Falalleja no ha ido ni bien ni mal. Ha ardido casi la mitad de la ciudad, pero las muy nuevas unidades antiincendios, los Eldarmen, han conseguido detener el fuego. Sin embargo, el precio de la operación ha sido enormemente alto, al punto de que no se puede replicar, hablan de 20 billones de oblats en total. Y casi el 60% de la población ha conseguido ser evacuada con vida.
Hasta ahora las pocas victorias que habíamos tenido eran por suerte. Aunque no haya ido especialmente bien, es una victoria para Brödtland. Pero también lo es para los hornos. Actualmente las grandes ciudades son vulnerables a los ataques, al menos hasta que el Eldarmen mejore sus estrategias.
ESTÁS LEYENDO
Hornos Y Revolución - Onda Brödugnar
Ficción GeneralBrödtland es un país al norte de Escandinavia que a partir de 1984 desapareció. Los hornos de pan mágicos de todo el país se sentían traicionados debido al progreso tecnológico que les desplazaba de su puesto tradicional. Este sentimiento les lleva...