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BASTA DE SECRETOS
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- Vaya. Que sorpresa.
  
Era Gray. Erza se encontraba su lado. Natsu había estado esperándolos. Era muy tarde y estaba en la zona de entrenamiento detrás del cuartel del Cabo Armado, la antigua plaza fuerte quimerica a la que su regimiento había sido destinado al término de la guerra. Estaba practicando un aura ritual, pero bajó las espadas y se volvió hacia ellos, a la espera de su reacción.

A su regreso, no había sido detenido. Los guardias lo saludaron con el habitual respeto y los ojos muy abiertos --para ellos era el Terror de las Bestias, el Príncipe de los Bastardos, un héroe, y eso no había cambiado--, así que daba la impresión de que Gray y Erza no lo habían denunciado al comandante, o tal vez la noticia simplemente no hubiera trascendido entre los soldados menores. Podria haber sido más cauteloso y no haber aparecido así, sin saber la bienvenida que lo aguardaba, pero se sentía confundido después de lo que había encontrado en las cuevas de los Kirin.

- ¿Deberian estar heridos mis sentimientos por qué no vino a buscarnos? - preguntó Erza a Gray. Estaba apoyada contra la pared, con los brazos cruzados.

- ¿Sentimientos? - respondió Gray entrecerrando los ojos - ¿Tú?

- Tengo algunos sentimientos - respondió ella - Pero ninguno estúpido como el remordimiento - fulminó a Natsu con la mirada - O el amor.

Amor.

Aquello que Natsu notaba roto en su interior se revolvió y rechinó.

Demasiado tarde. Había llegado demasiado tarde.

- ¿Estás diciendo que no me quieres? - preguntó Gray a Erza - Por qué yo te quiero. Eso creo. - hizo una pausa para reflexionar - Oh. No. Olvídalo. Te tengo miedo.

- Tampoco poseo ese sentimiento - murmuró Erza.

Natsu ignoraba si la afirmación de su hermana era cierta; lo dudaba, aunque tal vez Erza sintiera menos miedo que la mayoría y lo ocultara mejor. Incluso de niña había sido feroz, la primera en saltar al cuadrilátero sin importar quién fuera el contrincante. Conocía a Erza y a Gray desde siempre. Nacieron en el mismo mes en el harén del emperador, y los tres habían sido entregados juntos a los Ilegítimos --la legión bastarda de Igneel, engendrada cada noche en sus encuentros amorosos-- y criados para convertirse en armas del reino. Los tres habían sido leales, luchando hombro con hombro en innumerables batallas hasta que la vida de Natsu cambió... y la de sus hermanos no.

Y había cambiado de nuevo.

¿Que había pasado, y cuándo? Solo habían transcurrido unos días desde lo sucedido en Marruecos, desde aquella mirada. No era posible ¿Que había sucedido?

Natsu estaba aturdido; sentía como si lo envolvieran capas de aire. Las voces casi no lo alcanzaban --las oía, pero a lo lejos, y tenía la extraña sensación de no encontrarse totalmente presente--. Con el aura ritual había tratado de centrarse, de alcanzar el mana, el estado de calma en el que los dioses estrella actuaban a través del guerrero, pero no había sido el ejercicio adecuado. Estaba calmado. De una manera poco natural.

Gray y Erza lo observaban de manera extraña. Intercambiaron una mirada.

Natsu se obligó a hablar.

- Habría anunciado mi regreso - dijo - Pero estaba seguro de que ya tenían conocimiento de ello.

- Yo estaba al corriente - se disculpó vagamente Gray. Él sabía todo lo que sucedía. Con su actitud despreocupada y su sonrisa perezosa, parecía carecer de ambición, por lo que no resultaba amenazante. La gente hablaba con él; era un espía natural, y que pasaba totalmente desapercibido.

Días d Sangre y Resplandor #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora