11

10 3 0
                                    

EL INDESCIFRABLE PORQUÉ
______________________________

Un fantasma, dijo el presentador del noticiero.

En un primer momento, las evidencias de que alguien había entrado habían sido demasiado escasas como para tomarlos en serio y, por supuesto, estaba la cuestión de que resultaba imposible. Nadie podía burlar el avanzadísimo sistema de seguridad de los principales museos del mundo sin dejar rastro. Lo único con lo que contaban era la punzada de malestar en la columna vertebral de los cuidadores de las exposiciones, su escalofriante e incuestionable sensación de que alguien había estado allí.

Pero no habían robado nada. Nada parecía faltar.

Que ellos supieran.

Fue el Museo de Ciencias Naturales de Chicago el que halló una prueba del intruso. Al principio, era solo una mancha en las grabaciones de seguridad: un fragmento de sombra en el borde de la imagen, y luego, durante un instante --un error que la dejó claramente visible-- una chica.

El fantasma era una chica.

Tenía el rostro girado en dirección contraría a la cámara. Se insinuaba un pómulo alto; tenía el cuello alto y el pelo escondido en una gorra. Un paso y había desaparecido de nuevo, pero bastaba. Era real. Había estado allí --en el ala de África, para ser exactos-- de modo que lo recorrieron centímetro a centímetro y descubrieron que faltaba algo.

Y no solo en el Museo de Ciencias Naturales. Ahora que sabían lo que debían buscar, otros Museos de Historia Natural revisaron sus exposiciones, y muchos descubrieron desapariciones similares, anteriormente inadvertidas. La chica había sido cuidadosa. Ninguno de los robos eran fáciles de detectar; había que saber en dónde mirar.

Había asaltado al menos una docena de museos en tres continentes. Imposible o no, no había dejado ninguna huella, ni activado ni una sola alarma. En cuanto a lo que había robado... el cómo quedó ahogado por el indescifrable porqué.

¿Con qué posible fin?

De Chicago a Nueva York, de Londres a Pekín, en los dioramas de vida animal de los museos, de las fauces congeladas de un gruñido de leones y perros salvajes, de las mandíbulas de dragones de Komodo, pitones reales y y lobos árticos disecados, la chica, el fantasma... estaba robando dientes.

Días d Sangre y Resplandor #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora