7

594 67 16
                                    



Spreen poco a poco se fue calmando, seguía sollozando, pero aún estaba pegado a Juan, se sentía protegido por él, el miedo lo acompañaba y cuando estaba junto a su amigo colombiano se iba, entonces seguía abrazándolo. El de lentes acarició la cabeza del otro con cariño, la cabeza del de cabello color azabache estaba apoyada en el hombro del castaño, pero ya después de un tierno consuelo, Iván se separó, empezando a hablar.

- Oye, Juan. - Habló entrecortado.
- Dime, Spreen. - Respondió con ternura. 
- Ahora que ya sé esta mierda de mi legado, ¿qué hago? - la preocupación de este se notaba a millas.
- Toca que entiendas lo que es la brujería, ivi. - Apoyó su mano derecha en el cachete / mejilla derecha del otro. - No es complicado, y mucho menos si eres un brujo por tus antepasados.
- Y, ¿cómo hago eso?. - La preocupación aumentó.
- Tranquilo, ivi, yo te la voy a explicar. - Sonrió con cariño. - Te quiero, y juro que voy a protegerte a ti y a tu legado maldito. 
- Sos un tarado - Rió con ternura. - Yo también te quiero, boludo.
- ¿Ves? Esa sonrisa brilla tanto como tú, pequeño ángel. - Bromeó con amor.
- Che, ¿y si mi "magia" es mala? ¿Te podría lastimar? ¿O podría lastimar a algui- fue interrumpido por el otro.
- Iván, la magia nunca es mala. Las intenciones lo son. - Volvió a tomar un tono amoroso.
- ¿Estás seguro? - colocó su mano arriba de la del otro.
- Obviamente que lo estoy, Ivi. 

Luego de esto, Spreen se calmó por completo. Él se despidió de Juan y de Raúl (que apareció de la nada). Salió de la casa de su amigo con algo de miedo, ya eran las 10 de la noche y su barrio aunque era poco peligroso pero estamos hablando de Argentina. Caminó a paso rápido hasta su casa, estaba bastante cerca, ya que vivían a como 3 cuadras.

Entró a su casa, vio el bolso de su madre en la mesa. Subió al segundo piso, entrando a su habitación. Lo primero que vio fue su cama, arriba de ella estaba... el collar. Parcialmente se lo esperaba; había acabado de hacer un ritual para invocar a una bruja que le dijo que era nieto o tal vez bisnieto de una bruja poderosa. Pero, igual, le daba mucho miedo.

Se acercó a su collar, estaba más brillante que nunca. Esa piedra lo llamaba, gritaba su nombre a voz mula. Agarró aquel collar con las manos, nada había pasado. Repentinamente decidió colocarse el collar. Al ponérselo sintió sus energías renovándose, suspiró tranquilo. De la nada, la piedra dejó de emanar la luz que daba su brillo, pero, su forma de verse era hermosa, tenía "burbujas" por todos lados, era imperfecta y hermosa a la vez. Era una Moldavita, la reconoció por su abuela, la cual tenía esa misma piedra y muchas piedras más, tenía varias amatistas, también tenía muchas piedras de sol y varios citrinos. Esa piedra, la Moldavita, podía hacer muchas cosas buenas tanto como malas, y si terminaron su trabajo desaparecen. Tal vez, este cuarzo viene a guiarlo en su camino mágico. 

Se fregó los ojos, tenía sueño. Salió de la habitación para dirigirse a el baño, agarró su toalla y fue a bañarse. Eso siempre lo relajaba, era tranquilo bañarse. El agua estaba tibia, sentía un poco de paz recorrer por su cuerpo pero no dejaba de sentirse observado aunque no había nadie en todo el piso de arriba. Salió de la ducha, se dirigió a su pieza, se puso su pijama y se fue a dormir. 

Immortal she, return to me... Primer Libro // SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora