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(Los recontra cagué con el cap pasado, les prometo que no lo vuelvo a hacer)

En un abrir y cerrar de ojos la noche había pasado a madrugada. Se había quedado mirando la tele, en especial los videos que subía su mejor amigo, Tomás. Él subía videos con sus hermanos o jugando a los jueguitos de la computadora, había tardado un toque en contarles a sus amigos porque le daba vergüenza, pero ellos lo apoyaron (obvio con algunas jodas). Ver a tomi boludeando era un cago de risa, él siempre había sido muy energético.

Apagó la televisión, seguido de eso también apagó todas las luces de la casa y subió a su habitación. Se había quedado sentado en su cama mientras se peinaba.
Se quedó mirando un punto fijo, sin pensar en nada, al igual que las flores al iniciar el invierno.
Se fregó los ojos con las manos para poder recuperar energías de alguna manera. Luego de eso, él se levantó de la cama para ponerse el pijama.
Antes de acostarse, fue a la habitación de sus padres.

Quería saber algo, no, necesitaba saber esa cosa. Tenía que saberlo.
Salió de su cuarto y se dirigió a la habitación del fondo del pasillo.
No había pasado mucho tiempo desde su despedida, pero aún así, no había entrado más de una vez a su habitación.
Abrió la puerta.
Todo seguía exactamente igual que la noche en la que murieron.
Fue directamente a la cajonera de su madre. Revisó el primer cajón, nada; el segundo, nada; y, por último, el tercero.
Ese no tenía nada, era muy raro para ser de su madre, ella tenía gran parte de sus cajoneras en con objetos y a veces no le entraba nada de tantas cosas que tenía.

Se levantó bruscamente, chocando con el cajón que había dejado abierto. Un ruido muy raro se escuchó, y no fue el del golpe que se acababa de pegar Iván, era algo más extraño, como el de una madera al caer.
Dirigió su mirada hacia el cajón. La madera blanca que para él era el fondo de la gaveta se había movido. Al ver esto Iván se volvió a agachar y sacó esa tabla suelta. El cajón estaba lleno de cosas, se veía hasta mas profundo que los otros cajones. Sacó la gaveta del lugar, dejándola así totalmente en el piso.
Empezó a revolver todo, ni él sabía que buscaba, solamente quería saber algo. Eso estaba en su cabeza desde que descubrió sobre sus antepasados, sobre su sangre de bruja.
Necesitaba saber si su madre sabía de esto, si sabía de sus familiares, si sabía de la historia de su abuela.
Empezó a tirar cosas que no eran más que basura vieja, trapos, agujas, algún que otro rosario, lentes, etc. Revolvió muchas cosas, hasta que llegó a una caja.

La caja era del tamaño de un molde de brownie. La intentó abrir, estaba cerrada. Él abrió uno de los cajones del placar de su padre y sacó un destornillador. Agarró el cofre con sus manos, pero esta vez empezó a intentar romper la caja con la herramienta. Finalmente logró su cometido y quedó con un agujero en la parte de la tapa. Sacó ese pedazo de madera de un tirón.

Adentro había una llave, era grande y tenía un diseño raro en general. Parecía ser de bronce por el poco brillo que tenía. La sacó bruscamente, era rara, estaba helada al tacto.
Se sacó el collar que traía puesto hace días para poder poner la llave en la cadenita.
Ahí lo mantendría hasta poder saber qué cosa podría abrir la puerta.

Después pensaría para qué le serviría de llave.

(Les prometo que en la siguiente aparece juan)

Immortal she, return to me... Primer Libro // SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora