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Ivan tuvo que cargar la sube con mil pesos para llegar. El camino era algo extenso, entonces tenía que ir en subte desde Boedo hasta Retiro y de ahí hasta Quilmes seguramente en tren u colectivo.
Llegó a las dos de la tarde al consultorio, media hora antes de su turno, entonces tomó asiento y se quedó con el celular. Un mensaje le llegó de repente, era su tía.

____
Tía Dai.

Hola, ivi.

Hola tía! ¿Qué pasó?

¿Vienes a pasar unos días a casa?
Por lo que te pasó recientemente quise que no estés tan solo.

Tía, su casa está lejos de mi escuela.
Perdone, pero no puedo ir.

Tranquilo, mijo, uste cualquier cosa me dice.

Sí, tía.
[Visto 14:29 pm]
________

Dejó el celular en el bolsillo de su buzo, total ni lo iba a usar en la sala.
No pasaron ni diez segundos y se escuchó un <"¡Ivan Buhajeruk!". Él se levantó de la silla y caminó hacia la puerta, para después abrirla.

Su psicóloga, la doctora Emiliana Muños, lo esperaba con una sonrisa. Él la saludó, ella le respondió el saludo muy dulcemente.

- Buenas tardes, Emi. - Una leve sonrisa se dio a notar en sus labios rotos.

- Buenas tardes, Ivan. - La señora le devolvió la sonrisa. - Ven, siéntate.
Buhajeruk hizo caso y tomó asiento casi al instante.
- ¿Cómo te encuentras hoy?

- Hoy estoy... - El chico se había quedado en blanco, no sabía bien como describir su felicidad mezclada con soledad y un toque de ganas de tirarse por el balcón. - Se podría decir que estoy bien, emi.

- ¿Por qué decís que "podrías decir"?

- La verdad, no sé como expresarme totalmente en estos momentos.
Aún no logro procesar lo de mi familia. Absolutamente todas las mañanas camino por la casa con la esperanza de que allí se encuentren mi familia, y... y eso me hace mal al corazón. Me duele muchísimo que ellos no estén. Y aunque no hayan sido las personas más presentes, ni la mejor familia de todos los tiempos...
Los extraño muchísimo.

- Ya veo, Iván. Sigamos hablando de eso...

. . .

Aproximadamente 3 horas más tarde, Spreen ya se encontraba en su casa.
Él estaba sentado en el sillón de la sala de lo más tranquilo mientras revisaba el celular. Todo era normal, hasta que se empezaron a escuchar ruidos desde la puerta del garaje.

Él estaba confundido, pero se levantó del sillón y se dirigió hasta aquella puerta, abriéndola lentamente. No había nada, solamente su bicicleta (la cual no usaba nunca). Miró para todos lados en busca del causante de aquel sonido, hasta que, entre algunas cajas que se encontraban allí visibilizó una piedra verde... La de su collar. La piedra del collar empezó a brillar, esta vez como nunca. Iván caminó hacia el brillo, corrió un poco las cajas y agarró el collar.
Lo último que recordó en ese momento fue que sintió un calor en el cuello, para luego caerse.

Immortal she, return to me... Primer Libro // SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora