13.

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— Buenos días. — saludó una voz qué realmente Adhara esperaba no escuchar.

— Buenos días Tom, siéntate, preparé galletas. — dijo Narcissa cordialmente.

Adhara y Draco se miraron, ambos estaban demasiado incómodos con Tom Riddle ahí, era increíblemente extraño ver a alguien cruel desayunando tan tranquilamente cómo sí minutos antes no hubiese estado torturando gente solo por diversión.

— Gracias mamá, ya termine.
— informó Adhara saliendo rápidamente de la cocina para dirigirse a la red flu desde la chimenea.

— ¿A dónde con tanta prisa? 
— pregunto Tom Riddle tomándola del brazo antes de qué se pudiera ir.

— No es tú incumbencia, sueltame.
— contestó ella y se soltó del agarre para irse lo más rápido posible a su habitación ya que no quería que Tom la siguiera.

Entro a su chimenea y en solo minutos se encontraba saliendo de otra, pero está se encontraba en una casa gris, espaciosa, con un retrato enorme de la familia Nott.

— ¿Quién anda ahí? — pregunto Theo levantando su varita.

— Soy, yo, Adhara. — respondió la rubia rápidamente.

— Oh, ya veo. — dijo el castaño bajando su varita.

Ambos se quedaron en silencio, no habían ni siquiera intercambiado cartas desde lo ocurrido en la fiesta de navidad por lo que el ambiente se sentía un poco tenso.

— ¿Y cómo estás? — pregunto la rubia.

Era extraño hablar de esa manera con Theo, pues jamás se habían sentido así de distanciados.

— Bien dentro de lo que cabe.

— Escucha yo...vengo a disculparme, ya sabes por lo de la fiesta de navidad.
— dijo Adhara finalmente.

— Creo qué tendría qué ser al revés, se qué lo que menos necesitas es llamar la atención de Dumbledore.

— Pero tienes razón, no debí reclamarte a ti cuando el culpable fue otro, es solo que si te expulsan te forzaran a tomar la marca tenebrosa Theo, no quiero que te lastimen. 

— Ya lo sé, Ad, pero es difícil, extraño a mí padre, al menos me calmaba el saber qué estaba encerrado en su estudio pero ahora...— la rubia se acercó y tomó con cuidado la mano de Theo tratando de reconfortarlo.

— ¿Irás a ver a tú madre? — preguntó en un susurró.

— Te acordaste.—dijo el chico sonriendo un poco.

— Claro que me acordé, seguramente Draco pensó en venir también pero... supongo que lo hará en cuanto yo regrese a casa.

La madre de Theo había sido una gran mujer, de eso no cabía duda aunque cuando ellos se conocieron ya estaba muy enferma, recordaba preguntarle al castaño cuando podría conocerla y este siempre respondía (en cuanto se recupere, los sanadores dicen qué pronto podrá estar en paz. ). El pequeño Theo no entendía muy bien a lo qué se referían, pero lo hizo cuando al fin, después de varios meses en cama, la señora Nott dió su último respiro mientras Theo sostenía su mano, justo un día antes de navidad.
Era por eso que el castaño siempre iba a la tumba de su madre el día de noche buena, era algo qué hacía con su padre, pero la rubia al ver la situación no quiso qué fuera solo.

— Espera aquí, podemos comer en el jardín, no tardó mucho. — informó el castaño.

— No vine a comer, vine a acompañarte, aunque sí prefieres ir solo, está bien. — respondió la chica sonriendo dulcemente.

El horrocrux perdido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora